Llevar la cumbia a todos lados y como sea, parece ser la premisa que prevalece en Cumbia que te vas de ronda. La película de Pablo Ignacio Coronel, estreno de la semana en Cine.Ar Play (de acceso gratuito hasta el viernes), conforma también un díptico con su anterior trabajo, Cumbia la reina (2015). En aquélla, el género musical era abordado de manera histórica y estética, tal vez como un insospechado punto de partida para la deriva que aquí se sobrelleva: ¡de Latinoamérica a Asia!

Para estos periplos, de un itinerario que vale bien descubrir durante la película, Coronel reunió un equipo entre quienes destaca Analía Bogado, productora y guionista. Y música, desde ya.

“Con Pablo tocábamos en una banda en Argentina, pero ahora estamos un poco desparramados por el mundo: Pablo en Lisboa y yo en México. Tuvimos esta banda de cumbia y también nos conocíamos de trabajos anteriores, así que el audiovisual, el cine y la música, son algo así como una pasión compartida”, refiere Bogado a Rosario/12.

En este tour de force que la película de Coronel promueve, la adhesión referida se revela esencial, o se comparte la obsesión por la cumbia o no hay película posible. “Yo había visto su película anterior y sabía lo que Pablo quería hacer, así que me hizo la invitación para participar. Era un poco una locura pero queríamos indagar más, porque hay algo puro en la cumbia, que la hace trascender. No es una música que se quede solamente en un país o una cultura. Así fue como empezamos a encarar el viaje, a imaginarnos cosas y comenzamos con el guión. Fue muy placentero”, continúa.

-No parece que pudieran haber previsto ni imaginado, durante el guión, lo que la película deja ver, entre las calles de Japón o Vietnam.

-Un poco se nos explotó la cabeza. En Argentina y en Latinoamérica la cumbia se baila y se disfruta, pero teníamos la sensación de que podría ser así en cualquier parte del mundo, teníamos la curiosidad de ver qué es lo que pasaba en otros lugares donde sabíamos que la cumbia no era corriente. Cuando decidimos ir a Oriente, comenzamos a averiguar y supimos que Japón venía a ser lo más “occidental”, ya que desde allí se reparte a otros lugares de Asia. Y sí, en Japón encontramos una cierta movida de cumbia, con músicos increíbles, que la fusionaban con canciones autóctonas y el sonido del lugar. Fue muy emocionante poder compartir eso. Y ni te digo de ir a lugares como Vietnam o Filipinas, donde nunca se escuchó cumbia. Veías a la gente que bailaba y disfrutaba con una música que es un lenguaje universal, para decirlo de alguna manera.

-Hay un momento con hiphoperos en Vietnam que es notable, por cómo entienden desde sus movimientos el sonido.

-Son una agrupación de bailarines. Fuimos a una especie de centro cultural que era un antiguo club, ahora disponible para todos, y lo que quisimos proponerles fue ver qué les pasaba en el cuerpo. Nosotros les mostramos nuestros pasitos básicos, y ellos se pusieron a bailar. En cada lugar donde hacíamos esto era fiesta, se transmitía lo mismo.

-Más la cualidad del cine, que permite registrar lo espontáneo.

-Estábamos atentos a lo que sucedía con las personas y con los músicos. Por ejemplo, cuando fuimos al circo en Camboya, donde hay un sonido muy especial. Era la primera vez que tocaban el acordeón, y muchos se sorprendían. Comenzaron a tocar melodías occidentales, por así decir, porque ellos tienen una estructura musical diferente a la nuestra. Estuvimos muy atentos a lo que pasaba. Y a su vez era un desafío para nosotros, porque éramos los técnicos y también los intérpretes. Mientras tocábamos, estábamos viendo qué pasaba alrededor, pendientes de la cámara y de qué se registraba.

-Hay un momento hermoso, en un pueblito costero, trabajador.

-Fue increíble, es un pueblito que está construido sobre un río, es una ciudad flotante. Estar ahí era ya un regalo, y por eso regalarles también algo que no era conocido para ellos. Fue la idea general, estuvimos prácticamente todo el viaje tocando, sobre todo en Asia, buscando ver qué sucedía con ese sonido y qué es lo que le pasaba a la gente. Pero ese momento es muy lindo, con las señoras en las balsas, que trabajan ahí. Para nosotros era alucinante.

-El rodaje finalmente superó lo previsto, ¿no?

-Realmente nos excedió, la película es tan grande y abarca tanto que nos ha quedado un montón de material afuera. Obviamente que queríamos mostrar un recorrido y elegimos algunas situaciones, pero fue algo inmenso. Estábamos atentos a las sorpresas y también las generábamos, pero el guión fue mutando, pasó a tener vida propia. Al principio uno va imaginando e investigando para tener una base, pero ir a Oriente fue algo que se nos escapó de las manos y estuvo buenísimo. Toda la película tiene vida propia.

-La película como la ratificación de una hipótesis: la cumbia es popular.

-Creo que fue ése el sentimiento disparador. Fuimos a Oriente para ratificar esta hipótesis, para poner en evidencia lo que para nosotros la cumbia significa, que es transgresora, no tiene límites, y es para cualquier tipo de persona. Puede llegar a lugares más populares, pero en general la disfrutan todas las personas. Partimos de una hipótesis, de lo que genera la cumbia, y de ahí todo este recorrido. Por eso llegamos a Asia, donde creíamos que se iba a confirmar. Teníamos la corazonada de que así iba a suceder.