Producción: Javier Lewkowicz

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Cambiar la realidad

Por Pedro Peretti *

La decisión del gobierno nacional de intervenir a la empresa Vicentin y luego impulsar su expropiación es irreprochable desde todo punto de vista. La radicación del concurso preventivo de Vicentin SAIC, en Reconquista, generó una gran disputa con los leguleyos rosarinos y todo tipo de suspicacia jurídica y política. El presidente de la Caja Forense de Rosario, Dr. Juan M Costantini, le remitió una nota al Presidente de la Corte Suprema de Justicia de la prov. Dr. Julio Gutiérrez en los siguientes términos: “resulta arbitrario e irrazonable que un concurso de acreedores de una empresa de la envergadura de Vicentin SAIC se traslade al fuero civil de Reconquista cuando la casi totalidad de sus acreedores, operaciones e intereses vinculados al giro comercial se encuentra en Rosario y su región”. Vicentin eligió jugar en cancha propia con el árbitro puesto por ellos, por eso radicó su concurso en Reconquista. Pero la decisión de intervenir y expropiar del gobierno nacional desbarato la maniobra de embuste al fisco y a sus acreedores privados. Esperemos que el “detalle” de la ley de expropiación vaya en consonancia con el concepto.

La derecha solo quiere deslegitimar al gobierno federal. No le interesa el bien común, ni le importan los 2200 productores acreedores, ni la deuda con la banca pública, ni la fiscal, ni las cooperativas y acopios estafados. Solo quieren hacer daño. No son democráticos, ni patriotas, no lo fueron nunca.

Desde el neoliberalismo agrario sus más connotados escribas como Héctor Huergo y Cristian Mira, pusieron todo el asentó argumentativo para atacar la medida, en el concepto de “empresa testigo” y tangencialmente en la cuestión de la soberanía alimentaria, de la seguridad alimentaria, ni hablan, eso no les conviene. ¿Pero, porque les duele tanto que Vicentin se trasforme en una “empresa testigo”? Eso los pone muy nerviosos. El comercio de granos es el rubro de comercio legal más obscuro y menos transparente que existe. Tal es así, que el periodista Dan Morgan, del Washington Post, en un célebre libro publicado en 1979, los definió desde su mismo título como: “Traficantes de granos”.

¿Cómo funciona una empresa testigo? Muy sencillo, imaginemos que “Vicentin Pública” conserva el 9 por ciento del mercado de granos y Cargill el 18 por ciento. Al término del año fiscal “Vicentin Pública”, que como empresa controlada por el Estado no puede operar en negro ni subfacturar, liquida 500 pesos de impuestos. Cargill con el doble del mercado no puede tributar lo que se le antoja. Tomemos otro ejemplo. El aceite comestible es un artículo de primera necesidad en la mesa de todos los argentinos. La compra pública es un instrumento esencial para desarrollar nuestro mercado de alimentos.

El Ministerio de Desarrollo Social puede tener en la “Vicentin Pública” a un referente de precio, con capacidad de provisión a escala, para no dejarse extorsionar por los cuatro o cinco monopolios que controlan el mercado y nos hacen pagar el aceite a precios internacionales. Tenemos: 1) la tierra, 2) la semilla, 3) las máquinas para sembrarla, 4) las máquinas para cosecharla, 5) el camión para transportar el grano, 6) el silo para guardarla, 7) la planta aceitera, 8) la fábrica de envase, 9) la logística para ponerla en las góndolas y 10) los trabajadores y productores cobran y pagan salarios y liquidaciones en moneda nacional. Todo el proceso productivo se hace en pesos nativos. Ahora lo que no se entiende (o si) porque los argentinos tenemos que pagar el aceite a valor dólar. Algo carece de lógica allí. ¿No? Solo valoramos un testigo en el comercio de granos ahora que ya no lo tenemos.

La derecha agraria minimiza el debate sobre la cuestión de la seguridad alimentaria. El neoliberalismo tiene una sola vara para medir la cuestión de los granos y es la del volumen, ellos no toman en cuenta ningún otro parámetro. Si hay volumen hay alimento. No es así. Monseñor Helder Cámara, el fallecido obispo de Recife, decía hace 50 años: “¿de qué sirve la carne colgada en el gancho de la carnicería si no tengo plata para comprarla?”. ¿ Si nuestros trabajadores cobran en pesos y los alimentos se los venden en dólares de que soberanía alimentaria garantizada me hablan? Monopolios, latifundios, irracionalidad logísticas, costos dolarizados, y monocultivo son los pilares de un modelo agrario que de exitoso no tiene nada. Las abultadas cuentas publicitarias con que se lubrican los espacios en los medios de comunicación concentrados han inducido a una buena parte de nuestra población a creer que somos eficientes en la producción de alimentos. No es cierto, es otro mito urbano. Esto generó un sentido común productivo orientado más a cuidar los balances de las grandes corporaciones que producen alimentos con formato monopólico, que a garantizar una alimentación saludable a precios accesibles para todos. Por eso en la Argentina hay hambre. Porque hay latifundios y monopolios que esquilman al estado fugando divisas y a los consumidores encareciendo artificialmente su comida. Una Vicentin Pública, con control social, puede empezar a cambiar esta realidad.

* Ex director Federación Agraria.

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El consenso será clave

Por Leandro Pierbattisti **

“Lo que revela esta pandemia es que hay bienes y servicios que deben ubicarse lejos de las leyes de mercado. Delegar a los demás nuestra alimentación, protección y capacidad de cuidar de nuestro entorno es, en el fondo, una locura”. Pronunciada el 12 de marzo pasado, la frase corresponde a Emmanuel Macron, presidente de la sexta economía mundial de mercado. Francia es productora y exportadora neta de cereales, pero está inserta en un mercado común que aumentó en los últimos cinco años más de un 50 por ciento sus importaciones de maíz, procedentes mayoritariamente de Ucrania y Brasil, quitándole el primer puesto del podio mundial de importadores a México.

El coronavirus puso de manifiesto inconvenientes que la Unión Europea (UE) pretende resolver de inmediato. En primer lugar, la pandemia modificó por completo la asignación del nuevo presupuesto de la Política Agrícola Común para el período 2021-2027, que en principio evitará el recorte de 5000 millones de euros previsto inicialmente. En segundo lugar, la UE intentará revertir su dependencia externa de poroto y harina de soja, diseñada en 1969 en el marco de la “Kennedy round”.

Por último, el coronavirus instó a la Comisión Europea a develar el pasado 20 de mayo la Estrategia sobre la Biodiversidad europea para 2030 en el marco del Pacto verde presentado en diciembre último. Enmarcada bajo el lema “del campo al plato”, dicha estrategia tendrá impactos significativos tanto en la agricultura europea como en el comercio mundial, ya que la Comisión se fija para el 2030, entre otros objetivos, reducir en un 50 por ciento la utilización de productos fitosanitarios.

Como productora y proveedora privilegiada de alimentos, Argentina se enfrentará de aquí en más a nuevos desafíos para satisfacer la exigencia creciente de la trazabilidad y de la calidad sanitaria impuesta por los clientes internacionales, que se transformará en una llave obligatoria de acceso al mercado.

El Estado argentino, como actor indiscutido en el diseño de políticas públicas, deberá junto al sector agroindustrial, creador genuino de fuentes de empleo y divisas, y a la sociedad civil, prepararse para llevar a cabo un proyecto agroindustrial que refuerce y agregue valor a las exportaciones, fortaleciendo a su vez un mercado interno que permita alimentar a los 45 millones de habitantes de nuestro querido país.

Esta semana el Estado argentino tomó la decisión trascendental de intervenir el grupo Vincentin, cuyo desenlace es aún tan variable como incierto. El grupo Vicentin es un jugador de mucho peso en el comercio mundial de granos, siendo copropietario del sitio de trituración de soja más grande del mundo.

Un número importante de especialistas, tanto locales como internacionales, se pregunta oportunamente si una empresa con participación estatal sería eficaz y rentable frente a un mercado volátil, extremadamente competitivo y de escasos márgenes.

El ejemplo de gestión del puerto de Ámsterdam, principal puerto mundial de cacao y que representa un centro logístico estratégico clave para Europa, aporta claridad al respecto. La municipalidad de Ámsterdam es el único accionista y delega al sector privado el funcionamiento gerencial y operativo del puerto.

El puerto de Ámsterdam cuenta con un retorno de capital estable en torno a los 50 millones de euros. Dicha rentabilidad se apoya en los pilares fundamentales del comercio neerlandés (segundo exportador mundial de alimentos detrás de Estados-Unidos), que son la deliberación y el consenso.

Argentina deberá lograr afianzar una articulación público-privada en búsqueda de un consenso para diversificar y agregar valor a las exportaciones, y garantizar el acceso de alimentos a los 45 millones de habitantes que habitan el suelo argentino. Para ello, el Estado cuenta con una cadena comercial dinámica, competitiva y diversa, sostenida por instituciones centenarias.

Deliberar, consensuar y articular, ese es el camino.

** Ingeniero agrónomo egresado de la UBA y especializado en desarrollo agrícola en la grande école de l’Institut National Agronomique Paris-Grignon. Ex responsable del departamento de Estrategia competitiva de France Export Céréales y ex asesor de la Federación argentina de Acopiadores de cereales. Es actualmente consultor internacional en cadenas agroindustriales