Oscar "Cacho" Zarza recuerda perfectamente la madrugada del 30 de enero, y la tarde del 2 de noviembre de 1976. Fue cuando sufrió sus dos secuestros. El primero fue meses antes del golpe militar, y lo fueron a buscar a la planta de Vicentin. Las fuerzas de seguridad se llevaron primero, a la madrugada, a Aníbal Gall, que era jefe de caldera en la planta. "A Gall lo detienen a las 4 de la mañana, justo había un pariente mío ahí, un camionero de Margarita, y Gall gritó 'avisen a los compañeros, soy Aníbal Gall'. Había toda una cola de camiones que llegaba hasta la plaza del pueblo, y uno de los camioneros de Margarita era mi pariente. Entonces me avisa a mí", rememora Cacho en la sede del Sindicato de Aceiteros y Desmotadores de General Obligado y San Justo, en Reconquista. "Cuando yo llego a la fábrica, atinan a hacer un movimiento, pero entramos. A la media hora me detienen a mí, adentro de la fábrica. Estábamos todavía en un gobierno constitucional, me hacen un acta de detención con la máquina de escribir del escritorio de Vicentin, y el que presta la máquina, la sala, todo, es el Sapo Vicentin, que era el capataz, aunque no es de la familia propietaria", sigue el relato del histórico militante gremial.
Cacho tiene 70 años, es asmático. Su primera detención duró algunos días. "Esa madrugada me llevaron hasta mi casa porque pedí por favor. Justo me estaba tocando limpiar el motor diesel de la desmotadora, porque empezaba la campaña del algodón, se lo daban a alguno que sabía hacerlo. Gall me decía 'te necesito para limpiar allá'. Siempre iba algún otro conmigo, un ayudante, porque... ¿vos sabés lo que son esos motores diesel que van de acá hasta la pared, desarmar, cambiar el aceite, sacar la tapa, cambiar la junta? Son enormes, había que trabajar con guinchos", describe su tarea en el momento de la detención. Lo llevaron a la puerta de su casa pero no lo dejaron cambiarse, sino que retiraron la ropa. En la Jefatura de Policía le "pintaron los dedos". "Le digo a la mujer que tomaba los dedos, ¿podés avisarle a Norma? Y le avisó pero ella no sabía adónde me llevaban". Norma es la mujer de Cacho, enfermera profesional, la primera de Reconquista.
El 12 de febrero, cuando lo soltaron, tenía una infección en el oído, pero no recuerda que le hubieran pegado en esa zona, sí en el resto del cuerpo. "Cacho" se recuperó y volvió a trabajar.
El 2 de noviembre de 1976 lo volvieron a detener. Fueron 22 los obreros de Vicentin detenidos durante la última dictadura militar, entre ellos 14 delegados. Muchos estuvieron en la cárcel de Coronda. Página/12 contó la historia de Efren Venturini --en sus pagos le dicen Cotili-- otro trabajador que sufrió la represión ilegal por formar parte de la comisión interna. En Reconquista, el fiscal federal Roberto Salum lleva adelante la investigación aunque, en el caso de Venturini, la persona señalada como responsable de "marcarlo" falleció, de modo que no se lo pudo citar a indagatoria.
Cacho recuerda nítidamente el día de su segunda detención con una circunstancia histórica. "Fue justo el día que lo eligieron a Jimmy Carter de presidente de Estados Unidos. Era martes, día de los muertos. De 1976", reconstruye. "Me detienen en mi casa. Salgo de la fábrica a las 6 y media, y a las 7 menos cuarto me cayó la patota. Me llevan a la jefatura, me ponen en un calabozo", cuenta su segunda detención. No sabe con certeza dónde estuvo durante los primeros días, aunque sospecha que pudo ser en la Base Aérea de Reconquista. El 10 de diciembre de 1976 lo llevaron hasta la Guardia de Infantería Reforzada de Santa Fe y más tarde, el 5 de enero, a la cárcel de Coronda, donde estuvo detenido hasta el 25 de diciembre de 1978. En verdad, la liberación estaba anunciada para el 24, pero los llevaron a Reconquista, aunque les avisaron a las familias que fueran a buscarlos a Santa Fe. Lo cierto es que terminó saliendo en Navidad.
Cacho sabe que el activismo gremial, la lucha para mejorar las condiciones de trabajo, fue la razón de su detención. Alejandro Córdoba, de la Liga Argentina por los Derechos del Hombre, suma algunos datos. Alejandro era militante de la Juventud Peronista, fue detenido en septiembre de 1976, y fue querellante de la causa por los delitos de lesa humanidad cometidos en la Base Aérea de Reconquista, que terminó en 2013 con la condena de dos ex militares y a cinco ex policías. Danilo Sambuelli, Jorge Alberto Benítez, Carlos Nickisch, Horacio Machuca, Rubén Molina, Arnaldo Neumann y Eduardo Luque recibieron penas de entre 21 y 7 años de prisión. Sambuelli murió pocos meses después.
"Cuando se estaba haciendo la instrucción de la causa, empezaron a aparecer por correo electrónico amenazas a algunos de los que actúabamos como testigos, al fiscal de la causa y al secretario de la fiscalía. Se hizo una denuncia que investigó la Policía de Seguridad Aeroportuaria y llegaron a la conclusión de que las amenazas provenían de la computadora de un ex agente de la guardia rural Los Pumas, que después aparecería en las listas como Personal Civil de Inteligencia. El nombre y apellido es Juan José Luis Gil, Luisito le dicen en la zona", rememora Córdoba.
Gil "fue citado a declarar como autor de las amenazas, le allanaron la casa y lo detuvieron inmediatamente. Y en una parte de la declaración él dice que en 1975 estuvo infiltrado en la fábrica Vicentin. No sé con qué motivo lo dijo, pero eso para marcar la relación entre la empresa y las fuerzas de represión de aquel momento porque él no fue por sí solo a infiltrarse. Era una política de la fuerza de seguridad y de la empresa, y seguramente era para detectar a delegados o activistas, pero nunca pudimos lograr que lo investigaran a Gil por ese hecho que él mismo contó". Gil fue condenado por las amenazas y como escribió Juan Carlos Tizziani para Rosario/12 , el Tribunal no aceptó el pedido de fiscalía para que investigara esa actividad.