Desde Londres
El delantero del Manchester United y la selección inglesa Marcus Rashford hizo retroceder al primer ministro Boris Johnson sobre la ayuda alimentaria escolar a las familias más pobres del Reino Unido. A horas de que la Cámara de los Comunes debatiera el tema puesto en agenda por la campaña del futbolista, la oficina del primer ministro anunció un nuevo fondo especial covid para “summer food” de 120 millones de libras. “Dada la pandemia del coronavirus, el primer ministro entiende que muchos niños y sus familias están enfrentando una situación sin precedentes este verano”, señaló el portavoz de Johnson.
No era lo que decía el mismo portavoz el lunes por la noche, ni lo que anticipaban los diarios esta mañana, pero la decisión de muchos diputados conservadores de acompañar a la oposición en el apoyo a Rashford y su campaña, forzaron este giro de 180 grados del gobierno. Con el anuncio, más de 1.300.000 niños vulnerable recibirán “vouchers” (cupones) equivalentes a 15 libras extra por semana para gastar en los supermercados durante las seis semanas de receso escolar veraniego. En su cuenta de Twitter, Rashford celebró el cambio. “Miren lo que podemos hacer si nos unimos. ESTO (…THIS….) es Inglaterra en 2020”.
El jugador, de 22 años, se manejó con una habilidad diplomática y política ausente entre los profesionales del oficio del gobierno de Johnson. En tiempos de coronavirus, con el movimiento Black Lives Matter en pleno auge y con casi casi tres millones de seguidores, Rashford sumó un extraordinario apoyo de políticos, sindicatos, organizaciones sociales y colegas del fútbol que forzaron la mano del primer ministro.
En una carta pública el fin de semana, el jugador habló de su propia experiencia de pobreza con una claridad ausente en los argumentos oficiales. “No tengo la formación y cultura de un diputado en el parlamento, pero tengo formación y cultura social. Sé el impacto que puede tener para 1.3 millones de niños vulnerables en el Reino Unido que el gobierno revierta su decisión sobre la comida escolar. Lo sé porque hace 10 años yo era uno de ellos. Sé lo que es tener hambre. Cuando era chico y veía la destitución en cada esquina de Manchester, me juré que si un día cambiaba mi situación, ayudaría a los que lo necesitaran”, escribió el jugador.
El sueño de Rashford, la pesadilla de Johnson
El sueño (o juramento) cumplido de Rashford, es un nuevo traspié para Boris Johnson. En un intento de achicar el déficit fiscal del coronavirus, el gobierno había anunciado que el sistema de “vouchers” terminaría en junio con el fin de un año escolar dado vuelta por la pandemia. La campaña de Rashford lo tomó de sorpresa.
El lunes a la noche el gobierno reconocía la contribución del jugador al debate social, pero aseguraba que ya había invertido en un fondo especial para las familias vulnerables. “El primer ministro entiende los problemas de muchas familias, razón por la cual el gobierno otorgó 63 millones de libras adicionales a los municipios para que asistan a las familias con problemas”, señaló el portavoz de Johnson.
Distintos ministros y diputados salieron a respaldar por los medios y las redes sociales esta posición que se volvió insostenible con el correr de las horas. La secretaria de Trabajo y pensiones Therese Coffey se llevó las palmas con un twit chicanero sobre la decisión de Rashford para continuar con la campaña a pesar del rechazo inicial de su propuesta. En uno de sus mensajes el jugador había hecho notar que la pobreza no se limitaba a la alimentación sino que se extendía al miedo de no tener para pagar las cuentas de luz, gas, agua y que se les corte el suministro. “El agua no se puede cortar”, comentó en respuesta Coffey. Es cierto que por ley está prohibido el corte del agua, pero no era lo que se estaba discutiendo. El jugador le respondió: “asombroso que de todos los temas que mencioné, solo haya tenido algo que decir sobre este punto”.
La mezquina respuesta del gobierno, ilustrada por Coffey, se puede dimensionar también al compararlo con la ayuda que dio a las empresas: más de 80 mil millones de libras. Con estas cifras de fondo, no hay lógica política que permita entender la decisión inicial de negar 125 millones de libras para más de un millón de menores que no llegan a las dos comidas diarias en un país del G7. El entuerto revela el clasismo ideológico de los conservadores con su corolario: sordera y ceguera sobre la vida de los sectores más relegados. El mismo Rashford lo definió en su carta abierta. “Esta campaña fue un grito de ayuda en favor de las familias más vulnerables. Simplemente les suministré una plataforma para que se los oyera”, twiteó el jugador.
Ideología, improvisación, incompetencia
La campaña de Rashford dejó una vez más al descubierto no solo las anteojeras ideológicas sino los altísimos niveles de improvisación e incompetencia del gobierno. La expectativa de que un nuevo Boris Johnson emergería de su “roce con la muerte” a principios de abril luego de contraer el coronavirus se disipó a la velocidad de la luz con su regreso a 10 Downing Street unas semanas más tarde.
Este corresponsal necesitaría toda la sección de internacionales, la mitad de economía y sociedad, y una parte de deportes y espectáculos de este diario para enumerar los errores, marchas y contramarchas, zigzags, rodeos y confusión que han caracterizado al gobierno desde su elección en diciembre.
Resumiendo habría que empezar porque el Reino Unido es hoy el segundo país con más muertes por coronavirus del mundo. Entró tarde y mal en la cuarentena y está saliendo a las apuradas con directivas que cambian cada día. Abandonó el plan de testeo y rastreo a mediados de marzo, lo retomó en abril y anunció ambiciosas metas que nunca cumplió mientras el Servicio Nacional de Salud (NHS) carecía de equipo de protección médico básico.
Las manifestaciones del Black Live Matters también lo agarraron a contrapié. El primer ministro negó que hubiera racismo en el Reino Unido, luego dijo que había que reconocer el sentimiento de mucha gente al respecto, defendió las estatuas de esclavistas en nombre de la identidad histórica y terminó por crear una comisión para investigar la discriminación. A cargo de la comisión está Munira Mirza, jefa de su unidad de asesores políticos, que ha rechazado la idea de racismo institucional y las recomendaciones de cinco investigaciones que se realizaron en los últimos tres años sobre el tema.
El portavoz de justicia del laborismo, David Lammy, que encabezó la comisión sobre racismo en el sistema judicial en 2017, señaló que la comisión es una improvisada maniobra de distracción. “El gobierno tiene que actuar. Legislar. Hacer. En mi comisión, hay 35 recomendaciones. Hay que implementarlo. Lo mismo ha sucedido con las otras comisiones. El gobierno tiene que implementar estas recomendaciones para dar vuelta la página y enfocarnos en la lucha contra el coronavirus. Lo que está haciendo es un simple intento de calmar a la opinión pública y que no haya más manifestaciones contra el racismo”, dijo Lammy.