Para acercarse hay que sortear una mano gigante con uñas cortantes de espejos rotos, como una esfinge del templo de atrás: un bollo dorado inmenso, algo amorfo y con intención triangular, imponente y cachuzo. Búnker, la muestra que propuso repensar el refugio de la discriminación invisible, iba por su tercera semana -dos adelantada a la cuarentena-, cuando ya nadie pudo acceder más.

Precaria y vulnerable, la instalación de Javier Samaniego se veía autodefensiva. Con un dominio panóptico del Centro de Arte de la UNLP -adonde quedará encerrada quién sabe hasta cuándo- la obra parecía emanar poderes. Quizás sólo fuera el efecto ilusorio del envoltorio dorado, que de cerca semeja ese material… ¿con el que se cubren cadáveres? Sí. El autor confirma que se trata de membrana aislante, un material que protege pero también es débil, medio fúnebre y despampanante. Pero no sufran, más allá de la cuarentena, al búnker tampoco se podía entrar. Sólo meter la cabeza para ver qué pasa adentro...

Como ningún otro evento cultural, la muestra "Búnker" se adelantó al COVID y quedó encerrada en su sala. El suceso refuerza el mito de Hígado García, héroe popular de Tolosa y alter ego de Samaniego, surgido de un encierro viral. Magia hepática al servicio de las disidencias, desde el urbanismo hasta un nuevo llamado a guardarse. Dispuestas en un espacio cavernoso verde, hay varias piezas de cerámica esmaltada negra e iluminación humeante, sin otro indicio de acción más que ese movimiento mínimo del aire, que a gatas mueve un péndulo. La intención energética se siente tanto como los ecos bolicheros del búnker de los 90. La visita marcó a quienes llegaron a ir. Samaniego dispuso un perímetro de polvo de ladrillo en torno a la obra, que esparció las huellas naranjas por la sala. Otra forma premonitoria de representar el no va más interconectado, con un polvillo que para el artista simboliza el detritus de las ciudades.

PRODUCIR CON VIRUS

En su tercera muestra, con curaduría de Alfredo Aracil y Florencia Rodríguez Giles, el héroe popular de Tolosa despliega magia hépato-cósmica. Pero antes que balconear el origen de esta simbología o sus conexiones con el Hígado estrusco de Piacenza, urge la historia de este santo vivo, que al morir se aferró a un brote viral que germinaba en su abdomen.

Así atravesó aquel umbral Javier Samaniego, a los 33, cuando le daban la extrema unción en terapia intensiva, porque no había vuelta atrás de su cirrosis fulminante ni trasplante posible. Hundido en un sopor de fuego y mutismo comatoso, veía llorar a su novio, a su madre y hermana en el hospital Español de La Plata. Pasaron tres días así, hasta que algo emergió de su flanco colapsado. Lo sintió como una puntada verde, como una explosión de arbolitos del tamaño de un virus. La imagen, dice, sería algo así entre el brócoli y el Covid.

La enfermedad y el reposo de Javier se entreveraron en la gestación de su alter ego: Hígado García, un santo nacido del encierro de varios meses. Y si es un secreto a voces que para sanar el corazón hay que destruir el hígado (tan intensa es la cooperación entre ambos órganos vitales, que en inglés hígado es liver algo así como quien vive), no es común que de estas pulseadas holísticas nazca un mito. Y menos, el primer santo popular del siglo XXI.

La recuperación demandó meses de rutinas en silencio e introspección. Una cámara de fotos, una pizarra mágica y la auto observación fueron las herramientas base de aquella larga cuarentena que devendría obra. Luego, los estudios y las prácticas invasivas, el temor, la lucha contra la burocracia sanitaria, el autoritarismo médico -“un sistema de exterminio”, dice-, que le amontonó a Javier estímulos en torno a su experiencia de vida y muerte. “Tuve que estudiar, con humildad, como ahora se revisan los por qué de este virus”.

Pero la salvación para Samaniego fue el santo a medida de su resurrección e insurrección, que nació dentro suyo. Lo bautizó con literalidad y el apellido materno. Así, a la construcción del mito, siguieron experiencias sensibles sobre les santxs populares. Estudió sobre acercamientos que ya había hecho: a la Difunta Correa, San La Muerte, el Gauchito Gil.

HEPÁTICO Y EMPÁTICO

¿Hígado García? “Es una mezcla entre la autobiografía y la producción de conocimiento, que imagina y propone ideas cruzadas en torno al santo popular como una respuesta posible al antihéroe sufriente, por todo lo que esas figuras producen a nivel social: curan con la fuerza y sensibilidad con que se curaron, devuelven algo que les fue cercano, dan esperanza y consuelo”, explica Samaniego, ya especialista del órgano de los humores, del filtro corporal de la grasa y las emociones.

Se remonta luego por su vida hasta los sablazos que cortaron los troqueles de la norma en la niñez: “Gordo, puto, hijo (y nieto) de la quiñelera clandestina del pueblo”, sintetizará el anti encastre social en Villa Elisa, en el conurbano verde de La Plata.

Para Samaniego -que ejerce el urbanismo popular en la docencia universitaria y en las villas y la transarquitectura con adultxs disca y con niñxs-, el surgimiento del héroe es una politización del malestar. Lo vincula a reconocer su cuerpo disca, a la condición eternamente paria, a un nosotrxs en redefinción.

Y hace un señalamiento crítico a la salida del closet: “En este contexto bélico, en el que Sprite dice cómo ser disidente… la maravilla de haber salido del armario en algún punto se convirtió en trampa: quedamos expuestísimas a la asimilación, aquella idea de transformación radical y de desafío quedó capturada por las lógicas de un poder que nos gestiona sexualmente y nos administra políticamente”, argumenta de un tirón.

Así, su propuesta de Búnker apunta al reconocimiento político del miedo, a volver a guardarse: “Se sigue matando a una marica de 40 puñaladas (la Chicho Chirinos, en octubre 2019). Esta salida incorporó una población furtiva para el consumo como reciclaje del mismo sistema. Para luego tener el tupé de decir que reconocen a las disidencias y que son inclusivxs. ¿Inclusivxs a qué? Nos reterritorializaron. Me pregunto por las resistencias débiles, por las desobediencias calladas, por la insurrección convertida en marca. Por el control biopolítico que nos adoctrina o nos deja morir”, se enciende. Y vuelve: “Hacer un búnker como llamamiento a proteger lo sensible, esconderse nuevamente y aprovechar el tiempo y la fuerza del encierro para tramar con las luchas y resistencia que nos permitieron mantenernos vivas hasta ahora”.

Es que para el autor del Búnker, al capitalismo se lo está combatiendo con las armas erradas: “Seguimos en el sistema de creencias pre positivismo, sin ser conscientes. Sabemos que sostener al capitalismo es irracional, pero lo seguimos haciendo, sin dudar. Nos tienen capturados. La idea de politizar el malestar a través del esoterismo no es ingenua, require mucho trabajo. La creencia neoliberal y su poder mágico se combate con brujería anticapitalista y conexión con fuerzas ancestrales de lxs maricas y otrxs parias muertos. Aunque no es fácil de hacer”, sostiene.

LO PARIÓ LO PARIA

La mitología dice de Prometeo que por robar el fuego de los dioses para los hombres, Zeus lo ató a una roca. Así un águila le comía cada mañana el hígado, que se regeneraba en las noches. Para Samaniego, “lo paria tiene que ver con un Prometeo olvidado en la roca y ese refugio como un pase mágico. El búnker es la antropomorfización de la roca, del castigo, esa magia hepatocósmica viene desde adentro a hacer un llamamiento para combatir al capitalismo y recuperar la versión precaria y vulnerable de la política”, dice verborrágico.

La explicación de los símbolos y la lectura del péndulo, es compleja. Juntas cuentan el mito de Hígado García. Por separado se conectan afectivamente con otros planos y proveen mensajes. Son 18 símbolos ubicados en 6 casas formando un hexágono. Las casas del supra mundo (Exploración, Aparición, Invocación) y del infra mundo (Placer, Misterio, Conexión) que vincula el centro de la Tierra con el punto más lejano del Cosmos. El hígado es un modo de vinculación con lo inmanente. Ya que concentra las afectaciones emocionales que ya se han experimentado, pero de manera desordenada. El péndulo las ordena, oscila por las leyes físicas y la intención de quien lo tiene. Se analiza el trayecto del péndulo.

Samaniego apela a un gesto de manos que sintetiza su expresión de la magia hepatocósmica: “Es la forma de sostener un péndulo, también se hace para espolvorear (en la cocina y en la alquimia), es un gesto maricón como este búnker, como yo ¿viste? Y por sobre todas las cosas, forma un hígado” (señala el vacío que surge de la unión entre las yemas del dedo índice y el pulgar pegadas, prueben hacerlo). E insiste: “Politizar el malestar, reconvertir lo paria en potencia. Fugar a las asimilaciones, retomando la lucha histórica de lxs maricas”. En días de encierro, el artista cuya muestra premonitoria quedó atrapada no piensa cuánto o cómo confronta con su órgano enfermo desde el centro mismo de la academia. Piensa en la fragilidad y en la potencia de los encierros. Y recuerda que su propio hígado le ha servido para llegar al centro del cuerpo social, donde se escribe la única verdad posible: la de cada unx.

El domingo 21 a la hora de la caída del sol (17.47): "Conferencia para 1 persona", de Javier Samaniego sobre magia marica hepatoprotectora y derivas corporales. Info: [email protected]