Es, o debiera ser, un verdadero tesoro nacional; sin embargo, la casa donde Jane Austen vivió sus últimos ocho años, donde todas sus novelas fueron escritas o revisadas para su publicación, podría cerrar sus puertas antes que termine este calamitoso año, para luego desperdigarse la entrañable colección de bienes de la adorada autora. Residencia isabelina de fines del 1500s en el pueblito Chawton, en Hampshire, la enorme Jane se mudó allí en 1809 con su madre, su hermana Cassandra y su amiga Martha Lloyd después de que su hermano Edward heredara el lugar. Una cabaña donde, en una pequeñísima mesa junto a la ventana del comedor, Austen revisó Sensatez y sentimientos, Orgullo y prejuicio; completó La abadía de Northanger, Mansfield Park, Emma, Persuasión. Convertida en la Casa Museo de Jane Austen a mediados del siglo 20, devino parada obligatoria entre devotos en peregrinaje literario, un auténtico santuario donde encontrarse con manuscritos de la escritora, epístolas de puño y letra, primeras ediciones de sus obras, muebles y textiles originales, alguna que otro anillo y maletín, además de la mentada mesita… Y sin embargo, a pesar de su inestimable valor, el sitio orilla la debacle, conforme alertó la semana pasada una muy compungida Lizzie Dunford, directora de la institución.
En charla con The Guardian, Dunford explicó que no reciben fondos públicos regularmente y, por tanto, “el cien por ciento de nuestros costos operativos depende de la venta de entradas a visitantes”. Con esa fuente de ingresos detenida, en parate desde hace tres meses por razones evidentes, no cuentan con dinero suficiente para solventar los gastos básicos; incluidos los salarios de sus 16 empleados. El efecto de la pandemia, en resumidas cuentas, “está siendo devastador y el peligro de que cerremos es muy real”. Salvo que generosos terrícolas arrimen unas libras esterlinas que garanticen que la legendaria casita, su colección de importancia internacional, sus jardines, sobrevivan el cimbronazo del covid-19. “Cada habitación rebosa de asociaciones íntimas con nuestra querida Jane Austen. Única de sus casas abierta al público, es el lugar más preciado para quienes estiman su vida y su obra”, destacaba Dunford al solícitamente solicitar que aficionados del globo hiciesen donaciones a la campaña de rescate. Por fortuna, el pedido fue oído: al cierre de esta nota, la iniciativa ya había logrado su cometido habiendo reunido los 75 mil billetes que necesitaba para mantenerse a flote, gracias al generoso aporte de miles de personas a lo largo y ancho. ¡A las diosas, gracias!, habemus casita de Chawton un rato más…