Mientras Lionel Messi, Cristiano Ronaldo, Robert Lewandowski y Ciro Immobile siguen peleando palmo a palmo por hacerse de la próxima Bota de Oro, el primer futbolista argentino que la obtuvo fue el recordado Héctor Casimiro Yazalde, fallecido el 18 de junio de 1997. Chirola, tal como se lo conocía popularmente, fue el máximo goleador del fútbol europeo en 1973-1974 con la casaca de Sporting de Lisboa y aún mantiene el récord de mayor artillero de un torneo de Portugal, con 46 tantos en la temporada siguiente. Campeón con Independiente e integrante del plantel del seleccionado argentino que participó en la primera Copa del Mundo que organizó Alemania, la historia de un delantero que empezó su carrera en la Primera D jugando para Piraña, luego rompió redes en el Viejo Continente y hasta se dio el lujo de codearse con el jet set.

Con el objeto de reconocer al máximo goleador de una liga europea, la Bota de Oro se entregó por primera vez en 1967. Fue el portugués Eusébio quien, jugando para el Benfica, se hizo acreedor del galardón que volvería a obtener siete años más tarde. Además de Messi -que alzó el premio en seis oportunidades y es el máximo ganador- y el portugués Cristiano Ronaldo (4), otros jugadores históricos como el alemán Gerd Müller, el holandés Marco van Basten, el uruguayo Diego Forlán, el búlgaro Hristo Stoichkov, el francés Thierry Henry y el brasileño Ronaldo la han ganado. También Yazalde, claro.

Nacido en el seno de una familia pobre, el recordado delantero se crió en Villa Fiorito, al igual que Diego Maradona. Quería jugar en Boca como su ídolo, el brasileño Paulo Valentim. Lo cierto fue que a los 13 años, el pibe Yazalde vendía diarios, bananas, picaba hielo y así se llevaba unas monedas ("chirolas") para su casa. De ahí proviene el cariñoso apelativo del incipiente goleador que saltó a la fama en Independiente, luego que Julio Grondona y Pedro Iso le echaran el ojo. Para entonces ya había dado sus primeros pasos en Piraña, club forjador de cracks en la Primera D, tras ser rechazado en Racing Club y Los Andes. "Me rajaban de todos lados, no me quería nadie. Yo nunca soñé con jugar en Primera... Me veían con las zapatillas agujereadas, el físico esmirriado y salían corriendo", recordó un risueño Yazalde, ya consagrado.

Después que Renato Cesarini lo llevara con el seleccionado juvenil a los Panamericanos de Winnipeg (Canadá), Yazalde debutó en Independiente en el '67 y ese mismo año fue campeón. Elegido mejor futbolista argentino de la temporada en 1970, un año después emigró al Sporting de Lisboa. Ya había sido convocado en la Selección Mayor que no superó las Eliminatorias rumbo al Mundial de México. Sin embargo, Chirola no bajó los brazos y participó en Alemania 1974, donde convirtió un doblete en la goleada 4-1 que la Argentina dirigida por Vladislao Cap le propinó a Haití. 

Si bien Independiente le dio el espaldarazo que lo depositó en el seleccionado argentino, el Sporting de Lisboa lo llevó a la cima de los artilleros. Un par de semanas antes de cumplir 28 años, Yazalde anotó la friolera de 46 tantos -la misma temporada que Carlos Bianchi marcó 30 para el Stade de Reims de Francia- que lo convirtieron en el máximo goleador de todas las ligas de Europa y le valió la Bota de Oro. El muchacho de Villa Fiorito devino goleador impresionante y conquistaba así el Viejo Continente.

La cuestión fue que durante 38 largos años nadie pudo batir ese récord… hasta la llegada de Messi, claro. El astro rosarino superó dicha marca recién en la temporada 2011/2012, cuando marcó nada menos que 50 goles para el Barcelona.

Considerado ídolo indiscutible por los portugueses, tras cuatro temporadas Yazalde pasó al Olympique de Marsella, donde no tuvo una buena experiencia. Entonces le puso fin a su experiencia europea y decidió volver al país, donde recaló en Newell's Old Boys con la ilusión de jugar el Mundial '78. Sin embargo, no quedó entre los 22 jugadores convocados por César Menotti que luego le darían la primera estrella a la Argentina.

Semejante frustración marcó acaso el principio del fin. Si bien en el equipo rojinegro no le fue mal (anotó 53 goles en 120 partidos) y en el Parque Independencia era muy querido, el fantasma de la decadencia comenzaba a asomar sus narices. En 1981, el año en que Maradona -otro representante genuino de Villa Fiorito- salió campeón con Boca Juniors, Chirola Yazalde disputó su último encuentro como profesional con la casaca de Huracán.

Desentendido del ámbito futbolístico tras su retiro, el primer argentino en alzar la Bota de Oro murió a los 51 años, víctima de una hemorragia interna y un posterior paro cardíaco. Como muestra de gratitud para el entrañable delantero, Piraña -que en la década del '60 lo había vendido a Independiente en 1.800.000 pesos ley, dinero que entonces sirvió para construir la piscina del club- tiene una tribuna con el nombre de "Héctor 'Chirola' Yazalde".


El muchacho humilde devenido bon vivant

Cuando recaló en Portugal, las puertas del éxito -y el glamour- se abrieron para el muchacho oriundo de Villa Fiorito. Porque más allá de su carrera futbolística, Héctor Yazalde también ocupó un lugar en revistas argentinas de la época como Antena, Radiolandia y TV Guía debido a su romance con una bellísima modelo portuguesa: Carmen de Deus, luego mucho más conocida como Carmen Yazalde, quien años atrás remarcó que el jugador nunca se recuperó anímicamente luego de dejar el fútbol. "Si nos hubiésemos quedado en Europa, él estaría vivo. En Argentina se sumergió en la bebida. Las malas compañías mataron a Chirola", afirmó quien fuera su esposa. Antes de eso, cuando fue contratado por el Olympique, Chirola estudiaba inglés y francés, era un bon vivant y se codeaba con figuras artísticas de la talla de Jean Paul Belmondo y Alain Delon. "Fue la etapa más feliz -aseguró la ex mujer de Yazalde-. Vivir en Marsella era el paraíso. Siempre había algún futbolista argentino de visita. Yo le hice de comer a Osvaldo Piazza, a Delio Onnis, a Carlitos Bianchi... Otro que aparecía muy seguido era Carlos Monzón. Nunca me voy a olvidar de la primera vez que vino a cenar. Gasté una fortuna en ostras, calamares, mariscos. Estuve cocinando toda la tarde... Pero él quería un churrasco y tuve que salir corriendo a la carnicería", recordó risueña.