La crisis de Vicentin deja al desnudo no sólo las maniobras que se habrían realizado en torno a las exportaciones de cereales y las múltiples actividades que desarrollaba este grupo empresario, sino incluso conflictos entre los núcleos familiares que conforman la sociedad. Todos descendientes, o emparentados con descendientes, de los primeros Vicentin, de hace casi un siglo. Pero hoy en bandos enfrentados, aparentemente. "Acá había dos o tres directores conducidos por (Sergio) Nardelli que manejaban todo, al margen de los demás", confió un descendiente directo de los Vicentin a un allegado en las oficinas del establecimiento principal que la empresa posee en Avellaneda (Santa Fe). Esta confrontación entre grupos familiares incluso habría quedado reflejado en dos hechos: la parte de la familia no alineada con los Nardelli (Sergio y Gustavo) no sólo no se habría enterado del descalabro financiero que terminaría en el default del 5 de diciembre, sino que incluso varios de sus integrantes entregaron los granos de sus campos a la empresa en los días previos a la declaración de cese de pagos, desconociendo que no los iban a cobrar, quizás, nunca. "Nos ocultaron todo, yo puse mis ahorros en la empresa dos días antes del 5 de diciembre, eso está en los registros", confió la misma descendiente y socia referida más arriba. Un análisis sobre la lista de acreedores de la convocatoria realizada por el director del Banco Nación Claudio Lozano revela que los socios de Vicentin reclaman sumas de diversa índole, pero principalmente entrega de granos, por 310 millones de pesos. El 70% de esa suma recae sobre personas cuyo primero o segundo apellido es Vicentin. Sólo el 8,33% afecta a socios y familiares con los apellidos Nardelli o Padoan.
Un análisis sobre la composición de los acreedores presentados a la convocatoria de Vicentin SAIC muestra que, de los 99.345 millones de pesos que suma la deuda de Vicentin, un 90 por ciento se distribuye entre bancos locales (con el Nación a la cabeza), por 20 mil millones, bancos extranjeros (que conformaron un consorcio para demandar a Vicentin en Nueva York) por 45 mil, y productores y cooperativas por granos entregados y no cobrados (suman más de 25 mil millones de pesos). Las curiosidades principales que revela el informe de Lozano están en los otros casi 10 mil millones de pesos.
Más de la mitad, 5730 millones de pesos, es deuda reclamada por sociedades directamente vinculadas con Vicentin por 5420 millones (Vicentin Paraguay y Renova), con las cuales hay operaciones y transferencias que están bajo sospecha e investigación, y por accionistas de la propia Vicentin por unos 310 milllones de pesos. Esta última tanda se compone de 98 miembros, nada menos, de la familia ampliada de descendientes de los primeros Vicentin y consortes de aquellos. Es decir, que es como si el 6% por ciento de la deuda del concurso fuera reclamada por los propios dueños de la sociedad, y sin contar la posibilidad de que hubiera otras formas ocultas o simuladas de auto reclamos (autopréstamos o deudas de servicios con supuestos terceros, que no fueran terceros).
Observando la composición de la demanda de pago de los 98 accionistas parientes, agrupados por apellidos, resalta que mientras hay 29 accionistas acreedores de apellido Vicentin a los que la empresa le adeuda 219 millones de pesos, hay sólo 7 Nardelli y 7 Padoan con pretensiones por 25,8 millones de pesos en total. De ellos, 15,5 millones están a nombre del propio Sergio Nardelli, CEO de la empresa. El resto está compuesto por familiares apellidados Buyatti, Boschi, Rodríguez y otros. En total, reclaman que su propia empresa les pague 309,7 millones de pesos.
Sería simplemente absurdo si no fuera que, detrás de la debacle de Vicentin SAIC, también quedan en evidencia las internas en el grupo familiar. Alberto Padoan y los hermanos Sergio y Gustavo Nardelli han sido la conducción del grupo en los últimos años, cuando se produjo el gran despegue hacia la diversificación de negocios y el armado de un intenso circuito financiero para la transferencia de fondos al exterior. A Gustavo Nardelli se le asigna haber sido el cerebro financiero. Junto a los dos antes nombrado, sembraron una cercana amistad y sociedad de intereses con Mauricio Macri que les asfaltó el rápido crecimiento. Aunque de tanto amor, hoy sólo quedan rencores. dice con nostalgia tanguera un conocedor de los pesonajes de esta novela.
Capítulo aparte merece la mención de las sociedades vinculadas Vicentin Paraguay y Renova, como acreedores de Vicentin SAIC en la convocatoria, que hace Lozano en su "Tercer informe" sobre esta firma. La filial guaraní reclama el pago a su casa matriz de 4079 millones de pesos que le adeudaría por la entrega de casi 220 mil toneladas de granos despachadas en 17 entregas entre el 22 de febrero y el 9 de agosto de 2019. Según un informe del estudio de abogados Mariano Moyano y Asociados, la oficina en Asunción quedó prácticamente desierta tras la covocatoria de acreedores.
Renova, cuya transferencia de acciones de Vicentin al grupo Glencore es parte de una profunda investigación en Nueva York a raíz del aparente ocultamiento de los 122 millones de dólares que habría cobrado Vicentin, aparece en el expediente con un reclamo de pagos por 1346,4 millones de pesos. El legajo de la firma que aún pertenece en un 50% a Vicentin muestra la facturación de 53 operaciones entre el 30 de noviembre de 2019 (cinco dias antes del default de Vicentin) y el 6 de febrero de 2020 (en los dias previos a la apertura del concurso de acreedores).
Al 4 de diciembre, día previo a la cesación de pagos, Vicentin registraba deudas con Renova por 752 millones de pesos. Dejó de pagar y siguió acumulando deudas por casi 600 millones de pesos más hasta la convocatoria. En ese lapso, incluso, la curiosa facturación de 15 operaciones por un total de 290 millones de pesos tan sólo en los días 31 de diciembre y 1° de enero, de descanso para muchos, pero no para otras actividades.