Con motivo de un nuevo aniversario del fallecimiento de Martín Miguel de Güemes, conversación con Sara Mata, docente de la Universidad Nacional de Salta (UNSa), investigadora del CONICET el Instituto de Investigaciones en Ciencias Sociales y Humanidades (ICSOH-CONICET, UNSa).
En este diálogo con Salta/12 reflexiona en torno a la figura del héroe gaucho y su relevancia en términos militares y políticos, el protagonismo de los sectores populares, así como también sobre aquellas figuras como Macacha Güemes y José de Moldes, fundamentales para comprender el periodo revolucionario en Salta.
-El accionar militar de Güemes resultó clave para proteger la región de las invasiones realistas para poner fin a la revolución en Buenos Aires. ¿Cuáles fueron los hitos más importantes de la defensa de la frontera norte?
-La lucha que lideró Güemes entre 1814 y 1821 fue sumamente importante para detener el avance del Ejército Real del Perú sobre Tucumán y frustrar las intenciones de terminar con la revolución en Buenos Aires. Hubo dos incursiones realistas de relevancia; la que aconteció en 1814 liderada por el general De la Pezuela y la que tuvo lugar en 1817 comandada por el general De La Serna, en las que el Ejército Real del Perú incluso ocupó las ciudades de Salta y Jujuy, con el propósito expreso de llegar a Tucumán y abatir la revolución. En ambas, el accionar de Güemes fue fundamental. En la primera porque significó su retorno al Ejército Auxiliar del Perú (tras haber sido desafectado por Belgrano) y fue destinado por San Martín como jefe de vanguardia, precisamente para hacer la “guerra de recursos” al ejército realista. En ese accionar, hasta agosto de 1814, Güemes organizó a los movimientos insurgentes (que ya habían comenzado a movilizarse desde enero, cuando los realistas comenzaron a saquear ganado en el Valle de Lerma) al punto de impedir el abastecimiento de los realistas que ocupaban la ciudad de Salta. Y la invasión de 1817 fue también muy importante, porque en ella debutó el general De la Serna, que había combatido exitosamente en España haciendo frente a la invasión napoleónica, y mantenía profundas diferencias con el recién ungido virrey del Perú, Joaquín de la Pezuela. Estas diferencias políticas demoraron la invasión y cuando De la Serna ingresó en enero de 1817, San Martín ya había cruzado los Andes y había recuperado Santiago de Chile. Esta última invasión había sido diseñada por Pezuela de modo tal de impedir que San Martín cruzara los Andes, perturbar además al Congreso que estaba sesionando en Tucumán en 1816. La demora en ingresar a Salta y a Jujuy abortó este proyecto, y ante el acoso permanente de las milicias salteñas, De la Serna terminó retirándose a proteger las ciudades altoperuanas que también estaban siendo jaqueadas por movimientos insurgentes.
-¿Cuál fue la importancia, en ese contexto, la movilización rural en la guerra de independencia acaudillada por Güemes? ¿Cómo se forjó ese vínculo que lo condujo a consolidar su poder político?
-El liderazgo de Güemes fue indiscutible entre 1814 y 1821. No fue sencillo de construirlo; lo consiguió en la medida en que logró negociar concesiones, como, por ejemplo, el goce del fuero militar permanente, no pagar arriendos o no prestar servicios al patrón para aquellos que estaban enrolados en los escuadrones gauchos y los cuerpos de línea que organizó. Es muy interesante observar cómo se va movilizando esa campaña, ya que esas milicias no están permanentemente guerreando porque no es un ejército regular, pero hacen frente en distintos lugares (en Salta, en Tarija, en la frontera, en la quebrada de Humahuaca, en la Puna o en los valles) a las incursiones realistas. Por otro lado, es interesante ver cómo se va construyendo una identidad política, que lleva a adherir a un movimiento revolucionario que incluye un horizonte de expectativas muy importante. Una de ellas tiene que ver con el modo en el que se van desdibujando las categorías étnicas dentro de los Escuadrones Gauchos. Hacia 1815 cuando fallecía un gaucho en los registros de defunción se indicaba su condición étnica (si era negro, mulato, indio) y eso fue desapareciendo en los años posteriores, todos pasaron a ser gauchos. Ellos portaban también un concepto propio de libertad, de justicia y de orden social que los motivaba para mantenerse en la guerra, y Güemes supo interpretar esas expectativas, canalizarlas en el movimiento revolucionario y para ello necesitó, indudablemente, de las intermediaciones de los jefes de esas milicias que tenían contacto permanente con los hombres movilizados.
-¿Cuáles fueron los conflictos políticos desatados con Buenos Aires? ¿Había efectivamente temor en el Directorio por la posibilidad de un nuevo Artigas en el norte?
-Cuando en 1814 Güemes se transforma en un jefe militar y político importante, tanto el Directorio en Buenos Aires como José Rondeau en su rol de jefe del Ejército Auxiliar del Perú, van a intentar desplazarlo, temiendo que se convirtiera en un factor de poder que cuestionase las decisiones de Buenos Aires. Este temor se fundaba sobre todo por la figura de Artigas, quien para entonces había logrado las adhesiones de las provincias del Litoral e incluso la de Córdoba. Por otra parte, en Salta existían grupos que adherían también a las ideas confederales que agitaba Artigas, inclusive algunos jefes de las milicias que apoyaban a Güemes. De ahí que no dudaron en calificarlo como “un Artigas en el norte”, y esto queda muy claro cuando en 1816 la correspondencia de Tomás Guido así lo califica, “Güemes cual otro Artigas”. Esos recelos disminuyeron cuando el Congreso de Tucumán nombró a Juan Martín de Pueyrredón como Director Supremo, quien tenía una muy buena relación con Güemes desde mucho antes. Güemes no sólo reconoce su autoridad, sino que también lo hace con Belgrano como jefe del Ejército Auxiliar del Perú y las tensiones aflojan. En realidad Güemes tuvo actitudes que alimentaron la sospecha: en 1815 fue nombrado gobernador por el Cabildo de Salta, en un gesto totalmente autonómico, y contrajo matrimonio en 1815 sin la autorización del jefe del Ejército, ya que en su condición de oficial correspondía solicitarlo. Todo ello hacía temer que pudiera terminar apoyando las ideas confederales en contra de Buenos Aires.
-Una de las figuras centrales, y sin embargo un poco olvidadas del contexto revolucionario rioplatense, fue el salteño José de Moldes, el Coronel Moldes. ¿Cuál fue su importancia en ese contexto y cómo fue el vínculo político con Güemes?
-José de Moldes fue una figura muy importante en el proceso revolucionario. Precisamente cuando hacía referencia de la presencia en Salta de adictos o simpatizantes de las ideas confederales, me refería entre otros también a él. José de Moldes fue electo por los jefes de la campaña para ir al Congreso de Tucumán, y sabemos que el congreso no lo recibe precisamente por sus ideas confederales. La relación con Güemes fue en su momento estrecha: Moldes le apoyó, Güemes construyó su poder negociando, relacionándose a través de los jefes de las milicias, y aquellos que habían podido movilizar gente, y Moldes había movilizado gente ya en 1813 en la Batalla de Salta, en la cual participó como oficial del Ejército Auxiliar del Perú. Cuando no lo aceptan en el Congreso de Tucumán, en un primer momento Güemes va a estar molesto por esa decisión, pero luego cuando es elegido Juan Martín de Pueyrredón y se incorpora al proyecto sanmartiniano, comprende la necesidad de apoyar al nuevo Director Supremo y a San Martín, y deja de lado la relación con Moldes, que luego se vuelve conflictiva efectivamente.
-Te consulto por una figura central, también a veces poco valorada, Macacha Güemes. ¿Cuál fue su relevancia en el contexto revolucionario?
-La figura de Macacha Güemes sin duda es muy importante, tan importante que en el folklore salteño, tiene su propia canción. Era la hermana de Güemes, estaba casada con un comerciante español, peninsular, y lo apoyó de manera incondicional. Si bien yo no tengo documentación que me pruebe las actividades de Macacha (evidentemente sabemos la dificultad que hay para rastrear el accionar de las mujeres en el proceso histórico), no es sólo Macacha la invisibilizada. En general, las mujeres están invisibilizadas en la historia. Las mujeres jugaron un papel muy importante. Macacha y otras señoras de la élite tuvieron un papel importante recolectando información, y muchas veces esa información se las proporcionaba la propia servidumbre, también mujeres que iban a la plaza, que iban a lavar la ropa al río, y recibían o intercambiaban información. Tambien escuchando las conversaciones de sus patrones en las casas, cuando éstos no eran decididos patriotas (por el contrario, muchas veces tenían información de los realistas) Creo que esa red de espionaje ha sido importante, había que tener información, y tanto los realistas como los revolucionarios trataban de conseguirla. Por otro lado, la historiografía local habla de la importancia de las gestiones de Macacha para alcanzar la firma del Pacto de los Cerrillos, es decir ese acuerdo que se celebra entre Rondeau y Güemes en 1816 cuando el primero intentó destituirlo y ocupó la ciudad de Salta, justamente cuando estaba sesionando el Congreso en Tucumán.
-Vos señalaste que en el siglo XX, sobre todo gracias a la obra de Bernardo Frías, Atilio Cornejo y Luis Colmenares, se produce una suerte de “reconciliación” de la figura de Güemes en la historiografía salteña con las élites. ¿Cómo se produjo y a partir de qué elementos?
-La figura de Güemes no era muy apreciada en la élite salteña durante el siglo XIX. Propiciaron su muerte un sector de ella en convivencia con los realistas. Si bien existieron quienes lo reivindicaban en el siglo XIX, como Juana Manuela Gorriti o Dionisio Puch, en realidad fue el siglo el XX el que recupera la importancia de su accionar en la Guerra de Independencia. Bernardo Frías fue el primer historiador que realmente logra (con una pluma exquisita, porque escribe muy bien) reconciliar a Güemes con las élites, valorizando su hacer y justificando de algún modo las oposiciones de estas últimas debido al agotamiento de tantos años de guerra, la pobreza que ella conllevó, las exacciones permanentes a las que eran sometidos para poder sostener a esos grupos insurgentes, tolerando incluso a algunos desbordes que esos grupos armados podían llegar a cometer contra las propiedades, etc. De todas maneras hubo otros historiadores como Atilio Cornejo y luego Luis Colmenares que continuaron reivindicando y fortaleciendo historiográficamente a nivel local la figura de Güemes, y obviamente se construyó un relato historiográfico en el cual Güemes y sus hombres que lo seguían ciegamente, fueron los adalides de la libertad, los grandes luchadores, y quedaron de lado las controversias internas de esos grupos armados que, en algunos casos, apoyaron o se plegaron al levantamiento que terminó con su vida. Hay que decir también que otros continuaron enfrentándose con los gobiernos que lo sucedieron, ya que la pacificación de la campaña salteña demoró algunos años. En realidad el conflicto político-militar existente durante el proceso revolucionario quedó un poco desplazado del foco de atención.
-Por último, te consulto por las circunstancias de su muerte, de los ofrecimientos de los realistas y de cómo los declinó. Y fundamentalmente, de cómo las élites tomaron la noticia de su muerte y de cómo su pueblo lo despidió.
-La muerte de Güemes fue sin duda el resultado del complot entre un sector de la élite de Salta con las fuerzas realistas que operaban en el alto Perú al mando de Pedro Antonio de Olañeta. En ese complot participaron tambien algunas fuerzas milicianas. Su muerte tuvo lugar por el ingreso de una partida realista a la ciudad de Salta, que atravesó un territorio muy extenso que se suponía estaba vigilado por las milicias de la provincia tal como lo señala Atilio Cornejo con mucha sagacidad. Luego de su muerte hubo movimientos armados para destituir al gobierno que se estableció en su reemplazo ante el intento de nombrar como gobernador a Olañeta y, luego a un reconocido adherente de los realistas. Finalmente fue nombrado gobernador José Antonio Fernández Cornejo, un férreo opositor político de Güemes, quien adhería a la revolución. De todas maneras, como Cornejo había sido opositor a Güemes, hubo un levantamiento de algunos Escuadrones Gauchos que invadieron la ciudad de Salta el 22 de septiembre de 1821. La situación se solucionó con la renuncia de Cornejo y con la designación de uno de los jefes que habían acompañado a Güemes y que era más aceptado por la élite salteña, José Ignacio de Gorriti, a pesar de lo cual los conflictos no cesaron. Gorriti con mucho acierto trasladó los restos de Martín Miguel de Güemes desde El Chamical donde había sido sepultado a la ciudad de Salta en una respetuosa ceremonia, lo cual aquietó parcialmente los ánimos del gauchaje.