El paso de mercadería por pasos ilegales ubicados en la frontera seca entre Salvador Mazza, Argentina, y Yacuiba, en Bolivia, no dejó de existir pese a la pandemia. El problema es que ahora en Yacuiba ya son 63 los casos positivos de Sars-CoV-2, el virus que produce la Covid-19, y en Salvador Mazza ninguno.
A ello se suma la falta de acondicionamiento hospitalario del otro lado de la frontera, y la presumible búsqueda de atención sanitaria en Salvador Mazza, pese a que la situación del Hospital local tampoco es el mejor. La decisión del Gobierno Nacional desde el momento que se advirtió sobre la situación fue reforzar el patrullaje de Gendarmería Nacional. Sin embargo, “hace dos días se incrementó la violencia en la frontera”, dijo a Salta/12 el comandante mayor de la 7ª Agrupación Salta de Gendarmería, Pablo Gigena, al explicar el marco de los hechos que acontecieron el martes último y que dejó a una joven de 21 años con seis impactos de balas de goma en su tobillo derecho.
La denuncia policial de Lizeth Sánchez indica que tres gendarmes le dispararon cuando ella fue a retirar un caballo que estaba pastando en una zona de barranca del barrio Sector 5, ubicado en la llamada “frontera seca”. El lugar en donde estaba el caballo en principio sería ya del lado boliviano. En la denuncia radicada en la Policía, la mujer sostuvo que los gendarmes le dispararon al grito de “volvete a tu casa, coya de m…”, para correrla hacia Bolivia.
Fue entonces que su madre, Beatriz Toledo, salió a socorrerla. Toledo contó a este medio que al ver una camioneta de Gendarmería a solo dos cuadras de su casa solicitó ayuda para que lleven a su hija al hospital. “Pero ahí vi a los gendarmes que subían por el barranco. Hicieron más tiros al aire”, y se dirigieron a la camioneta “que los estaba esperando”. No tuvo respuestas de estos gendarmes ni ayuda. Cargó a su hija en una moto manejada por uno de sus familiares, y ella fue de pasajera en otra hasta el “núcleo” de Gendarmería en Salvador Mazza, en donde finalmente denunció los hechos a los encargados.
Relató que el comandante a cargo envió a buscar a su personal a fin de que la chica reconozca al autor de los disparos. Y cuando ella lo hizo, uno de los reconocidos se dirigió a ella diciendo “esta es la delincuente a la que yo le disparé”, según consta en la denuncia policial radicada ayer. Sánchez afirmó en esa denuncia que el jefe del núcleo de Gendarmería le expresó que los disparos que recibió en su tobillo “fue por un error, que todos somos de carne y hueso y que quizás con tanto trabajo se sentían nervios”, comprometiéndose a hablar con su personal por lo acontecido.
“Fui hasta la Gendarmería y no quise llevarla antes al hospital a mi hija por miedo a que nos hagan una causa a ella y a mí”, dijo Toledo, quien es además presidenta del centro vecinal del barrio del Sector 5 en Salvador Mazza. Fue por ello que, afirmó, se demoró desde las 17.30 del martes (que fue cuando ocurrieron los hechos), hasta las 20 de ese mismo día para que su hija sea atendida en el Hospital.
“Entre 30 y 40 personas con armas blancas”
“Eran las 19.30 y ya se había perdido visibilidad”, dijo el responsable de la Gendarmería en Salta, Pablo Gigena, al dar su versión de la hora en la que sucedieron los hechos. El funcionario afirmó que la violencia se incrementó hace dos días, cuando quienes pasan la mercadería (de un lado y de otro de la frontera), se organizaron “con machetes, palos y piedras”, para repeler el patrullaje de los uniformados. En detalle, indicó que la organización de los “contrabandistas” es de entre 30 y 40 personas que agreden a los integrantes de las patrullas de Gendarmería (cuya modalidad es de a pie), que como máximo están integradas por 5 personas.
Explicó que se decidió que la forma de repeler un ataque inminente sea con disparos de balas de goma al piso y cerca de los manifestantes, con el fin de no generar heridas de gravedad.
“Se abrió la causa por esto”, en la Fiscalía Federal de Orán, afirmó el comandante. Entendió que, en principio, la denunciante Sánchez habría estado entre quienes formaban parte del grupo de pasantes de mercadería que se organizaron para agredir a los gendarmes.
A ello sumó que “la gente tiene que entender que se deben cumplir con las normativas por la pandemia, y una de ellas es el cierre del paso de las fronteras”, además de las disposiciones del Decreto de Necesidad y Urgencia del Gobierno Nacional. Sucede que el paso entre un lado y el otro expone a los habitantes a la posibilidad del ingreso del coronavirus a Salvador Mazza, en donde hasta el momento ningún paciente ha sido infectado. “La gente no tiene conciencia y sigue pasando”, agregó Gigena. Indicó que actualmente hay 300 agentes de Gendarmería en las zonas de fronteras pero aun así los pasos son permeables.