Hoy es un monstruo. Un monstruo en el mejor sentido posible, un Frankenstein que reúne y cose, que enlaza –con gran pulso– una muestra desmesurada y representativa de la actualidad de la historieta argentina. Pero no es la búsqueda de un canon sino una mirada panorámica, según le contaron al NO sus ideólogos. Por eso esta antología es monstruosa: son más de 400 páginas y 60 autores, con una capacidad sorprendente para mostrar variedad de estilos, distintas generaciones (desde autores de veintinadas hasta otros que le pegan en los postes a los 50), formas y temas que contar.

Hoy es un libro construido sobre las muy distintas partes que componen la historieta argentina, y ahí está una de sus mayores virtudes. Porque además, según explica uno de sus compiladores, este compendio no viene con la pretensión de ser la antología definitiva, ni la que canta la posta. Busca, en cambio, “ser complementaria de todas las otras”. En este suple se habló de El volcán  y de Informe. También está la de Vamos las pibas (gran festival, además ), acá cerca en el tiempo. Y otras, algunas con varias décadas encima.


Claro, cualquiera podría señalar nombres ausentes en Hoy. “Si tuviésemos todo el material que no nos llegaron a mandar o que no podían en ese momento, tendríamos otro libro igual, y seguramente hay autores para un tercero”, plantea Julián Blas Oubliña Castro, compilador junto a Sergio Schiavinato.

Hoy reúne material de autores ya establecidos en el medio o en ascenso, muchos entrevistados en el NO, como Paula Andrade, Dolores Alcatena , Manuel Loza, Pedro Mancini, Franco Viglino, Daniela Ruggeri, Epileptic Fred, Pedro Mancini, Conz Oroza, Marcia Juárez o Lubrio. Además de veteranos como Sergio Ibañez y la troupe de Catzole, el clásico fanzine de finales de los ’90 (ahí está Salvador Sanz, por ejemplo). Y nombres que probablemente darán que hablar en poco tiempo: Waquero, Darío Brabo, Maru Rubín y Sil Chibi, Blinka o Flor Pacella, por mencionar algunos.

Oubliña Castro y Schiavinato fueron contactando autores que conocían y les interesaban, confiando en el efecto bola de nieve, en que les autores traerían a otros y otras. “Cuando empecé en esto bastaba con irte a un Dibujados y tenías material para escribir todo el año“, cuenta Julián a propósito de sus colaboraciones en la web Zinerama. “Pero ahora no te alcanza con eso, hay mil cosas que se te escapan.”


Para los responsables de la antología es motivo de orgullo tener representantes de casi todas las áreas en actividad dentro de la historieta argentina contemporánea. Hay historieta de género (y con perspectiva de género), autobiográfica, algo de experimental, lgtbq+, feminista, autores que estilísticamente se acercan al manga y quienes curten otras estéticas.

Ante la insistente pregunta que se hacen algunos acerca de qué es lo que caracteriza a la historieta argentina, quizás haya que acercarles Hoy. Con sus virtudes y sus falencias, sus hallazgos y sus ausencias, ésta es la historieta argentina contemporánea: esta diversidad. Este Frankenstein construido con poco y nada de circuito comercial-industrial “fuerte como el de antes”, con autogestión, con ediciones de libros antes que de revistas, con autores con ganas de decir y contar cosas con dibujos. Con muchas partes que parecen atomizadas o demasiado distintas, pero ante las que este libro permite advertir líneas que se repiten.

Entre los más jóvenes del libro se advierten rápidamente distintas tendencias. La más frecuente es primero una elección de género narrativo: la mayoría se volcó al terror para esta antología. Eso, claro, cuando no aparece la historieta más fuertemente militante, donde predominan el feminismo y la diversidad sexual, aunque no faltan otras preocupaciones sociales. Lo interesante es que si bien es cierto que el terror rinde muy bien en pocas páginas, no es menos interesante cómo en muchos de esos relatos aparecen miedos subyacentes vinculados a la ecología, el post-apocalipsis (hay un par de pandemias mundiales, incluso) y, atención, a la llegada a la adultez