A propósito de la polémica que se generó este jueves en redes por el atuendo que eligió la modelo, actriz e influencer Romina Malaspina para conducir en la noche del martes el noticiero de Canal 26, planteo algunas preguntas:
¿Se convierte en tendencia porque el top que eligió deja ver sus tetas o porque esas tetas se ven en un noticiero en lugar de un programa como el de Tinelli?
¿Hay un canon en Canal 26 --y otros canales-- que deja a mujeres y otras identidades femeninas afuera de la pantalla si no se ciñen a un modelo de cuerpo escultural y joven, mientras que a los varones se los ve con traje y corbata y pueden tener panza y arrugas en la cara?
Desde su cuenta de Twitter, Romina Malaspina respondió a los mensajes que la cuestionaron. Escribió: "Todos escandalizados por ver una transparencia de tetas que encima estaban tapadas con pezoneras. Y agregó: "Dejen de hacerse las mojigatas. Claro, es muy extraño ver el cuerpo de una mujer, ¿no? Mientras sigan viendo tetas cómo algo 'anormal' vamos a seguir para atrás. Evolucionen".
El problema no creo que sea que se muestren las tetas con transparencias en un noticiero después de las 22 horas o que se discuta si estamos ante un caso de cosificación mediática. Tal vez sea oportuno a partir de este episodio --y cuando se empiezan a plantear proyectos legislativos que buscan paridad de género y cupo trans en medios-- pensar qué lugar se les da en la tele a periodistas y conductoras con discursos feministas, cuando no ponen en juego la exhibición de su cuerpo. ¿Dónde están? El problema no es lo que se muestra sino lo que se deja de mostrar.