“Somos el muñón del lenguaje”, concluye Anne Carson en una de sus bellas miniaturas, sus Charlas breves (Zindo & Gafuri), donde se potencia el mundo griego (tradujo a Safo, Eurípides y Sófocles, entre otros) con lo contemporáneo y lo íntimo. Como si su anómala excentricidad, su modo de asociar libremente poesía, traducción y ensayo, lograra crear una erudición amable que le permite ser profunda y legible. La poeta canadiense, que el próximo domingo cumplirá 70 años, ganó el premio Princesa de Asturias de las Letras. Carson “ha alcanzado unas cotas de intensidad y solvencia intelectual que la sitúan entre los escritores más destacados del presente”, según el acta del jurado, presidido por el director de la Real Academia Española (RAE), Santiago Muñoz Machado. “Desde el estudio del mundo grecolatino ha construido una poética innovadora donde la vitalidad del gran pensamiento clásico funciona a la manera de un mapa que invita a dilucidar las complejidades del momento actual. Su obra mantiene un compromiso con la emoción y el pensamiento, con el estudio de la tradición y la presencia renovada de las Humanidades como una manera de alcanzar mejor conciencia de nuestro tiempo”, agregó el jurado.
Carson –que nació en Toronto el 21 de junio de 1950- tenía 15 años cuando se encontró con una edición bilingüe de los poemas de Safo. Las letras del alfabeto griego le parecieron dibujos fantásticos. “Yo era una adolescente desafecta necesitada de estímulos. La visión de las dos páginas yuxtapuestas, una de ellas un texto impenetrable pero de gran belleza visual, me cautivó y me compré el libro”, recuerda la poeta. El complemento perfecto a ese hallazgo fue la excéntrica profesora de latín que se ofreció a darle clases a la hora del almuerzo. “Se llamaba Alice Cowan y le debo mi carrera y mi felicidad”, reconoce la poeta y ensayista. Después de la escuela secundaria, se matriculó en lenguas clásicas en la Universidad de Toronto y cursó un doctorado en St. Andrews (Escocia). En su primer libro Eros, el dulce-amargo (1985), publicado por Fiordo con prólogo y traducción de Mirta Rosenberg (1951-2019), explora el concepto griego de Eros –cuyo significado es carencia- y ofrece una bellísima meditación sobre el amor y el deseo. “Me gustaría aprehender por qué razón estas dos actividades, enamorarse y llegar a conocer, me hacen sentir genuinamente viva. Hay en ellas algo electrizante”, señala hacia el final del libro.
“Me considero más una artista de la imagen que de la palabra. Me imagino que las cosas son dibujos. Para mí las ideas son imágenes y las frases abstracciones de ideas que se concretan gracias a la gramática y la sintaxis”, revela Carson, que enseña Literatura Clásica en la Universidad de Michigan, y estuvo en Buenos Aires en 2018, invitada por el Festival Internacional de Literatura Filba. Su libro más conocido es Autobiografía de Rojo, “novela” en verso en la que reescribe el mito de Hércules y Gerión en clave homoerótica. “Es el único libro que me piden que firme cuando leo en público. A veces pienso que debería haber dejado de escribir después de publicarlo”, ironiza Carson, autora también de La belleza del marido, un ensayo narrativo en “29 tangos”, con el que obtuvo el premio T.S. Eliot de poesía, concedido por primera vez a una mujer; y Nox (noche en latín), libro que escribió a raíz de la muerte de su hermano Michael. “En La tarea del traductor Walter Benjamin proclama la existencia de un lenguaje sagrado. No estoy segura de creer en algo así, pero por mi formación como clasicista siempre he tenido que leer textos bilingües, en los que los dos idiomas aparecen en páginas enfrentadas –dice Carson-. En mi opinión, la verdad no está en ninguno de los dos sino en el espacio que media entre ellos, constituyendo un tercer lenguaje”.