Las especulaciones comenzaron desde el momento en que terminó el partido que la selección argentina perdió ante Camerún en el partido inaugural. Al otro día jugaban Rumania y la Unión Soviética y la pregunta cayó de cajón: ¿qué conviene? ¿que ganen los rumanos, que ganen los rusos, que empaten? Las especulaciones siguieron en los partidos siguientes y se alargaron ahora, con los octavos de final encima y la clasificación en el bolsillo.
Desde hace un par de días, en el cuartel de la selección argentina, en cualquier boliche y en cada redacción —por supuesto, también en la de Página/90— se recurre a la maquinita de calcular o al modesto lápiz y papel, para ver por dónde anda la cosa. "Gol de Costa Rica, no entra Austria: mejor, porque jugamos contra Brasil." "Conviene que hoy gane Uruguay porque así entra como uno de los mejores terceros y entonces los austríacos se quedan afuera"... "Gol de Suecia. ¿A quién le conviene?" Las frases por el estilo se repiten antes, durante y después de cada partido. En realidad, si hay gol de Suecia a los que les conviene es a los suecos. Si entra Uruguay le conviene más que nadie a ellos y si se queda afuera Austria le deberla interesar esencialmente a los que ingresan en su lugar en los octavos de final. Por eso, preguntarse si a Argentina le conviene más jugar con Brasil o Alemania es, a esta altura de las circunstancias del equipo de Bilardo, cuanto menos, una tontería.
Lo que le conviene a la selección argentina, cree uno, es jugar bien y no andar prendiéndose con alfileres del Mundial a cada partido que le toque jugar. Lo que conviene es cambiar la pobre imagen que se dio hasta ahora, más allá del tercer puesto (la ventanita, en definitiva, por la que se logró el pase a la rueda siguiente). No sólo se trata de sobrevivir; se trata de vivir dignamente, de jugar lo mejor posible, de mostrar que los jugadores no son botones de una computadora programada para sacar el resultado que interesa para ir tirando un poco más. Jugar contra Brasil, Alemania, Emiratos Árabes o Camerún es lo mismo si los jugadores se convencieran de que a quien hay que superar, por sobre todas las cosas, es a sí mismos.
* Nota publicada por Página/12 durante el Mundial de Italia 90.