“La cumbia de la unidad, la bailan los trabajadores; el Gobierno no la baila, porque son ajustadores, el Gobierno no la baila, porque son explotadores.” Miles de docentes cantaban arriba del Puente Pueyrredón. La columna sur se reunió en la Plaza Alsina de Avellaneda, a unas diez cuadras del puente. Allí, desde las nueve de la mañana empezaron a llegar delegaciones de distintos puntos del sur del país y del interior de la provincia de Buenos Aires.
El camión que traía el sonido ya estaba instalado desde las ocho y media. La columna del Suteba de Villa Gesell fue una de las más puntuales; estrenaba bandera y se notaba la emoción de todos, también del maestro que con una tijerita le hacía agujeros triangulares a la tela, para que soportara mejor el viento. “Ser maestro y no luchar es una contradicción pedagógica”, decía una fotocopia pegada en varios lugares de la plaza. Una boca abierta, grande y roja, hecha de papel maché, y una oreja del mismo material, alertaban: “No nos callarán” y “Vidal, escuchá”.
Mientras, seguían llegando delegaciones: de Rauch, Azul, Miramar, Mar del Sur, Benito Juarez, Bahía Blanca, Florencio Varela, Alvarado, Partido de la Costa.
Desirée Buchaillot es docente del jardín 969 de Quilmes, en Villa Azul. “Los chicos ahí van a comer además de estudiar, tenemos varias salas de jardín. Casi ninguna de mis compañeras hizo paro, porque los chicos están jornada completa y van a comer, tenemos una conciencia de ayudarlos. Pero si era otra la situación seguramente hacía todos los paros, pero en esa situación de vulnerabilidad es difícil”, dice Desirée, vestida con un guardapolvo celeste y blanco. Los intentos de la gobernadora Vidal de boicotear las medidas de lucha, la idea de premiar a quienes dan clases, le parece “una locura”: “A mí que no me den un peso porque fui a trabajar, que se la den a las escuelas, porque faltan sillas, mesas, material didáctico”.
Desde la Patagonia llegaron columnas de Río Negro, Chubut y Santa Cruz, que combinaron sus viajes con las de Neuquén y La Pampa. Las delegaciones entraban eufóricas. A las diez ya había tres cuadras plagadas de maestros. Lanús, Berazategui, Lomas de Zamora, Trenque Lauquen, Saladillo, Quilmes, Pigüé y Otamendi, entre otras delegaciones, también llegaron con fuerza.
“Ni de los buitres ni de los patrones”, decía una bandera del sindicato rionegrino. “Nosotros no ‘caemos’ en la escuela pública. La elegimos y defendemos. ¡Paritaria nacional YA!”, exigía un cartel enorme, bien pintado. Eran muchos los carteles que hacían referencia al desprecio de Macri por la educación pública. “Docentes presentes, gobiernos ausentes”, resumía una pancarta.
Hubo un show de flashes cuando llegó a la columna Roberto Baradel, dirigente del Suteba y el sindicalista más apuntado por el Gobierno como “responsable” de que no haya clases. Abrazos, besos, palmadas y muestras de apoyo. “Fuerza, fuerza”, le decían muchos, en relación con las amenazas que recibió.
“Acompañamos el pedido de apertura de la paritaria nacional, lamentablemente las políticas que atravesamos a nivel país nos han quitado conquistas, pero las vamos a recuperar. Nos juntamos para decirle al gobierno nacional que no nos van a torcer el brazo”, dijo Georgina Botta, docente de Neuquén. A su lado, Alejandra Delarrivo contó que “las condiciones edilicias en Neuquén son pésimas, hay alrededor de cien escuelas en las que no pueden empezar las clases porque aún no se han terminado obras”. El 4 de abril se cumplen diez años del asesinato del maestro Carlos Fuentealba. “Quien tiró del gatillo fue juzgado, pero el máximo responsable, el ex gobernador Jorge Sobisch, socio de Macri, nunca fue ni siquiera citado a declarar”, coincidieron varias maestras neuquinas, indignadas.
“Pongan huevo, pongan ovarios, que esta lucha no es sólo por salarios”, agitaban desde el camión, cuando la columna empezó a moverse hacia el Puente Pueyrredón. Silvina González es docente en Bariloche, salió en micro con sus compañeros el lunes a la noche, para pasar por Neuquén el martes a la mañana y realizar un “gran acto”; esa tarde pasaron por La Pampa y seguían sumando micros a la caravana de lucha. Llegaron ayer a la mañana, cansados pero contentos. “Nos movilizamos por la paritaria nacional, por el cumplimiento de la Ley de Financiamiento Educativo. Y básicamente para que aparezcan, porque el ministro Bullrich no ha estado en ninguna reunión”.
“Marcha Federal Educativa, donde hay una escuela está la patria”. Tras una bandera anchísima con esa consigna, la columna sur empezó a subir el puente. Un hombre con chomba de Boca filmaba el avance de la columna, era su forma de apoyar y registrar un hecho histórico: “Me parece muy bien, porque los profesores ganan muy poco”. Unas señoras, desde el balcón de los tribunales de Avellaneda, a un par de cuadras del puente, tiraban papel picado y agitaban las manos. La columna entera empezó a aplaudirlas. Otra docente aprovechó la fuente al pie del puente y se mojó la cara y la nuca, más se sumaron. Su cartel decía: “Yo caí orgullosamente en la escuela pública”.
La extensión de la columna sur era tal que el puente estuvo cubierto casi de punta a punta. “Yo siempre le dije a mi mamá que iba a llegar a abanderada”, decía otra maestra que llevaba una bandera sindical, orgullosa. Los autos, camiones, motos, camionetas, casi todos los vehículos tocaban bocina mostrando apoyo. Un conductor sacó medio torso afuera del auto, nadie supo quién manejaba, pero lo aplaudieron todos.
La policía llevó a sus “estudiantes de cine”: filmaron absolutamente toda la columna, de punta a punta, sin inmutarse por las miles (literalmente) de puteadas. “Retrocedimos tanto que estamos como en el 88’, ese año hicimos 45 días de paro”, decía Sandra Morea, docente jubilada de Beriso. “Tampoco habíamos avanzado tanto, pero siempre se avanza despacio y se retrocede rápido.” La policía seguía en la suya, además de un cordón que marchaba desde la cabecera hasta la mitad de la columna, contaba con dos combis y un carro hidrante.
“Olé, olé, olé olá, Mauricio Macri vino a ajustar, toda la escuela se la lleva a Panamá”, fue uno de los cantitos, entre tantos, que más pegó. A las doce y media la columna estaba empezando a bajar hacía la avenida San Juan. “Impresionante como avanza la columna sur, es un río de dignidad”, dijo una maestra. A las 13 llegaron a Belgrano y 9 de Julio, y luego se sumó al resto de las columnas. La multitud se perdió entre la multitud, para pegar como un solo puño: “Paritaria nacional ya”.
Informe: Gastón Godoy.