Gracias a un conocimiento profundo del pasado y a sus observaciones sobre el mundo moderno, Hannah Arendt se convirtió en una referente clave para abordar el mundo de la política. Con un legado tan vasto como inclasificable, rechazaba la etiqueta de “filósofa” y prefería que sus publicaciones se enmarcaran en la teoría política. La condición humana (Paidós) –reedición de este clásico absoluto, con prólogo del filósofo Manuel Cruz– propone un estudio acerca del estado de la humanidad en el mundo contemporáneo. La obra se estructura en tres capítulos que indagan la labor (actividades vitales como comer, dormir o vestirse), el trabajo (tareas que suponen la producción de objetos duraderos) y la acción (en tanto desarrollo de las capacidades para ser libres). El libro constituye un análisis histórico pero también una propuesta filosófico-política para entender hacia dónde se dirige la humanidad. Una de las obsesiones de Arendt era la difusa línea entre hechos y opiniones, y –tal vez adelantada a su época– escribió en Verdad y política: “La libertad de opinión es una farsa si no se garantiza la información objetiva y no se aceptan los hechos mismos”.
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