"Los datos han empeorado y eso nos preocupa porque si sigue así va a haber que endurecer las medidas", anticipó el gobernador bonaerense Axel Kicillof en una conferencia de prensa junto al jefe de gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, al término de la reunión en La Plata donde analizaron cómo seguir de acuerdo a los últimos números: un récord de 2.060 contagios en el país -1.118 en la Provincia y 804 en CABA- y 31 fallecidos. En el encuentro acordaron los parámetros para elaborar un índice AMBA que, llegado a determinado punto, marque la vuelta a la fase 1 de la cuarentena. Por lo que hablaron en la reunión y por lo que expusieron luego en público, esa posibilidad parece muy cercana.
"Miramos con mucha preocupación la evolución de los datos", afirmó Rodríguez Larreta, que adelantó que a partir de ahora van a evaluar los números dentro del AMBA con el mismo criterio. Aseguró que "estamos dispuestos a tomar medidas con mayor rigurosidad, esperemos no tener que hacerlo". El jefe de gobierno participó del encuentro luego de asegurarse con un segundo test de que no se hubiera contagiado de coronavirus en su encuentro con María Eugenia Vidal. Hay cinco funcionarios del ejecutivo porteño enfermos. Antes de revelar el nuevo récord de casos, Kicillof subrayó que "los datos han empeorado, nos preocupa, hay más contagios, más gente que usa terapias intensivas, esto pasa en todos los países, crece la ocupación de camas y así hay menos disponibilidad".
Fue el cierre de una semana cargada de reuniones para analizar la evolución de la pandemia, que se acerca velozmente a su pico. En los mismos días que se evaluaron las nuevas medidas, los contagios diarios saltaron desde alrededor de los mil diarios a superar ayer la barrera de los dos mil. Aunque los casos crecen por igual en ambos distritos metropolitanos -incluso la densidad es mucho mayor en la Ciudad, que tiene un tercio de los habitantes del GBA-, quien lleva la delantera de las preocupaciones es la gestión bonaerense, que teme por la saturación de su estructura sanitaria. Por eso, desde hace días funcionarios de la Provincia habían salido a reclamar que se volviera atrás con las flexibilizaciones dispuestas en la Capital, a la que responsabilizan por el incremento de la circulación registrada en los últimos días.
En la previa del encuentro pautado en La Plata, Rodríguez Larreta y su ministro de Salud, Fernán Quirós, plantaron su bandera flexibilizadora. En una respuesta a las críticas del presidente Alberto Fernández a la actividad runner, Quirós sostuvo que no había "ningún elemento" que permitiera asociar el aumento de los contagios al permiso otorgado para el ejercicio al aire libre. Y puesto a analizar una posible vuelta atrás en las flexibilizaciones, comentó que la velocidad de los contagios medida a través del índice R había bajado en los últimos días y que, en ese sentido, la Ciudad estaba más para pasar a la fase 3 que para volver a la fase 1.
Fue una posición para la opinión pública porque a la tarde, en el encuentro en la gobernación, mostró un criterio muy diferente, admitiendo su preocupación por el aumento de casos. También participaron los encargados de Salud en la Provincia, Daniel Gollán y Nicolás Kreplak, el ministro de Seguridad, Sergio Berni, y el vicejefe de gobierno porteño y ministro de Seguridad, Diego Santilli. Comentaron que, pese a las diferencias, el clima del encuentro fue bueno. Coinciden en el análisis de la situación, la diferencia es sobre cómo reaccionar. En realidad, es sobre cuándo reaccionar.
En la Provincia insisten en volver ya mismo a la fase 1 de la cuarentena porque esperar más podría resultar fatal. La curva de los contagios es la foto de lo sucedido entre 10 y 15 días antes, así que si se entró en un momento de duplicación de casos, en dos semanas se podría estar en una situación comprometida. Así de rápido sucedió en otras partes del mundo. Pero en la Ciudad entienden que hay más tiempo y que la vuelta a la cuarentena estricta es una carta que hay que jugar en el momento justo, dado el cansancio que arrastra la gente luego de tres meses de aislamiento.
Para el índice que comenzarán a elaborar en conjunto ambas gestiones se tendrá en cuenta la duplicación de contagios, la mortalidad, el uso del transporte público y la circulación y, principalmente, la ocupación de camas de terapia intensiva aptas para enfermos de coronavirus. Ese último indicador, explicaron en la Provincia, es el más certero acerca de la gravedad de la situación porque marca el margen con el que trabaja el sistema sanitario y no se puede manipular. Diferente es el caso de los contagios que, por ejemplo, bajan cuando se testea menos.
Ayer se pusieron en marcha los nuevos controles en el transporte público y los nuevos permisos de circulación. En el Ciudad pedían esperar para conocer el efecto de la medida. La decisión de volver a la fase 1 sucederá en algún momento. En la gestión porteña hablan de cuatro semanas, en la Provincia ya mismo. Cerca de Kicillof esperaban que se zanjara en el medio. Esperaban contar con un empujón del Gobierno para eso.
Quien decidió volver a la fase 1 a partir de hoy fue el gobernador de Jujuy, Gerardo Morales, luego de que su provincia registrara 11 casos en la última semana. Embanderado en la cuarentena flexible, Morales había sido el primer gobernador en habilitar la actividad física, abrir comercios, bares y restaurantes. Hasta se había animado a proponer que el campeonato de fútbol se trasladara allí y entró en una discusión con el ministro de Educación, Nicolás Trotta, por el retorno de los alumnos a las aulas. "Es una irresponsabilidad absoluta que se reinicien las clases presenciales en Jujuy. Aún no están dadas las condiciones epidemiológicas que garanticen la tranquilidad y la protección de la salud de la comunidad educativa", había sostenido Trotta, quien viene elaborando un protocolo para el retorno a la actividad junto a las demás provincias. Morales se amparó en el federalismo para justificar su decisión. Ahora tuvo que volver todo para atrás.