Cuarenteñeres, aisladites; guardadites conservades en alcohol en gel, lavandina y jabón; infovirtuales, virtualas y virtuolos; sedentariules, comedores empedernidos que eventualmente se inscribirán en “Argentina Adelgaza”, quedadoros y quedadoras en casa, contactes estreches, parejas que vuelven a la Fase 1 –cansades de tanta soledad acompañada, o de tanto hacinamiento afectivo–; matrimonios y algo menos, predivorciades, internetovios por mail, face, tuit, y otras simulaciones; veteranes de la guerra contra la pelotuditis, expropiadoros y doras: ¡todes están conmigo! No me muevo de mi casa, pero los llevo en mi corazón o en alguna otra parte de mi organismo (es que son muches).
Hoy, ser patriota es fácil: te quedás en tu casa, salís para lo esencial, te cuidás y cuidás a los otros... ¡y listo: sos patriota! Pero, hace dos siglos, ser patriota era mucho más difícil, duro, sacrificado.
Vamos a homenajear hoy a don Manuel Belgrano, héroe de la Independencia. Uno de esos patriotas que se animó a pelear contra España sin la angustia tan mencionada durante la mauritocracia, cuando “la Historia la escribían los que garcan”.
Lo recordamos hoy, que se cumplen 200 años de su fallecimiento, el 20 de junio de 1820. En nuestro país, a los que queremos, solemos recordarlos en el aniversario del día en que se fueron; yo prefiero celebrar la vida de Belgrano.
Muchos lo recuerdan como “el general Belgrano”, porque fue uno de los que dirigieron las expediciones que organizaba el Gobierno Patrio para expandir la liberación por todo el continente. Sin embargo, Belgrano era mucho más que un general.
Por empezar, era abogado. Quizás usted se pregunte por qué lo mandaban a pelear a él, si no era una guerra “contra el lawfare”, sino contra un poderoso ejército imperial. Bueno, quizás lo mandaban lejos porque lo consideraban “molesto”, por sus ideas:
*Belgrano alentaba una forma de gobierno local, independiente. O sea, expropiarle a España las tierras que había fundido y cuyos frutos había fugado a la Madre Patria durante más de 300 años: ¿peronista?
*También estimulaba el comercio y la industria local: ¡nos quería aislar del mundo!
·*Estaba a favor del reparto de la tierra: ¡horror de los horrores, reforma agraria!
*Quería una Latinoamérica Unida: ¡íbamos a estar más cerca de Venezuela que de España!
Y fue mucho más allá: descubrió que, para pelear contra los ejércitos enemigos, no se puede usar la misma bandera que ellos. Es como jugar un partido contra River y usar una camiseta blanca con una banda roja cruzada: ¡todos los goles que hagas, se los van a adjudicar ellos, y con razón!
El problema es que “los poderosos de siempre", esos que se resisten a la intervención o a la expropiación, o a cualquier limitación a su “derecho romano, consuetudinario o constitucional –lo que más les convenga– a llevarse toda la torta sin dar explicaciones”, estaban “peleando contra España, pero en nombre del rey de España”.
¿Extraño y contradictorio? Tal vez. Bueno, más o menos como que alguien haga una manifestación reclamando su “derecho a enfermarse”. O que personas de clase media marchen para defender el derecho de los dueños de una gran empresa a seguir endeudándose con el Estado y no devolver un peso.
Pero Belgrano insistió, no les hizo caso a las autoridades. Lo ayudaba, quizás, que aún no había redes sociales, y entonces las órdenes, y las desobediencias a las órdenes, tardaban más en llegar.
Belgrano creó la bandera, y, gracias a él y otros como él, tenemos hoy un país del que podemos estar más que orgullosos, más allá de…, bueno, de todo lo de más allá (¡y cuántos masallás que tenemos...!).
Tiempo después, se le otorgaron 40 mil pesos, y Belgrano, pese a que no estaba en buena situación económica, los donó ¡para crear cuatro escuelas públicas! Digamos que, para él, la patria era el otro.
Su figura es tan grande que los odiadores y poderosos de siempre no pudieron obviarlo de la Historia. Entonces, trataron de neutralizarlo: lo pusieron “en los billetes”, pero en los de menos valor (un peso Ley 18.188, diez pesos convertibles) y honraron con su nombre un barrio de la CABA donde viven personas de toda clase, pero que, según las estadísticas electorales, no estarían mayoritariamente de acuerdo con don Manuel, y hasta podemos imaginarnos un cacerolazo pidiendo que bajase a la mitad sus 40 mil pesos o para preguntar por el origen de la tela usada para hacer... ¡nuestra bandera!
Vaya desde aquí nuestro más sincero, sentido y respetuoso homenaje a don Manuel Belgrano. Invitamos a nuestros lectores a escuchar el monólogo –similar a esta nota– y la canción con que RS Positivo (Rudy-Sanz) lo conmemoran. Quienes gusten pueden, además, suscribirse al canal de YouTube de RS .
Hasta la que viene.