A pesar de los esfuerzos hechos por captar esos votos que impidan un traspié de su proyecto de ley, Donald Trump no pudo convencer al ala conservadora de su partido, que se opone al plan para eliminar y reemplazar la reforma sanitaria del ex mandatario Barack Obama, iniciativa que será debatida hoy en la Cámara baja. La Casa Blanca, a través de su vocero, Sean Spicer, reconoció que no hay un plan B y que es tiempo de actuar con un voto en la Cámara de Representantes a favor del plan alternativo a Obamacare que avalan Trump y los líderes republicanos del Congreso. A menos de 24 horas del crucial debate, las cuentas no iban en la dirección esperada por el líder republicano. Con los demócratas abroquelados en el objetivo de bloquear la derogación del Obamacare, si 22 republicanos votan en contra de la iniciativa republicana, le darán al presidente de Estados Unidos su primera gran derrota legislativa. Según cálculos de medios y fuentes legislativas, la cifra de republicanos díscolos superaba ayer la veintena.
A primera hora del día, un Trump eufórico se expresaba en su cuenta de Twitter. “Gran día para el cuidado de salud. ¡Trabajando duro!”, comentaba el mandatario. Por la mañana, el presidente se reunió con un grupo de congresistas, en su mayoría opuestos a su proyecto de ley y algunos del ultraderechista Freedom Caucus, con el objetivo de convencerlos de que voten a favor. A diferencia del martes, cuando expresó su confianza en que el proyecto tenía los suficientes votos para ser aprobado, Trump se mostró más cauto ayer y, al ser consultado por los periodistas sobre qué hará si la Cámara baja rechaza su iniciativa para reemplazar el Obamacare, respondió: “Veremos qué pasa”.
La eliminación del Obamacare fue una de los principales caballos de batalla en la campaña de Trump, algo que los republicanos llevan años queriendo hacer, aunque no logran ponerse de acuerdo en cuál es la alternativa a la ley del presidente norteamericano. En reunión a puertas cerradas en el Congreso, Trump advirtió que las consecuencias de no cumplir con esa promesa provocaría la pérdida de votos y escaños republicanos en las elecciones legislativas de 2018, sumado al peligro de que se esfumen las mayorías que los conservadores tienen ahora en ambas cámaras.
Los rebeldes más ruidosos son los del Freedom Caucus, el “grupo de la libertad”, herederos ultraconservadores del Tea Party de 2010. Calificaron el plan republicano de “Obamacare Light”, ya que mantendría los descuentos de los impuestos para ayudar a los estadounidenses a pagar su seguro de enfermedad, y ellos quieren que el Estado federal se retire totalmente del mercado de la salud.
En los últimos días, dirigentes republicanos de la Cámara de Representantes introdujeron enmiendas a la propuesta de ley sanitaria para tratar de convencer a sus congresistas díscolos. Para traerlos de nuevo al redil, los líderes republicanos agregaron una cláusula que pone como condición que los beneficiarios del programa público de cobertura de salud Medicaid, destinado a los más pobres, trabajen.
Varios miembros del Freedom Caucus aseguraban ayer que tenían suficientes votos para torpedear el texto, y pidieron posponer la votación. “Sigo teniendo esperanza de que podamos modificar el texto. Seguiré intentándolo las 24 horas del día. Pero no puedo apoyar la ley en su forma actual”, sostuvo Mark Meadows, presidente del Freedom Caucus.
El vicepresidente de Estados Unidos, Mike Pence, se reunió con líderes del Freedom Caucus, mientras que el presidente de la Cámara de Representantes y uno de los mayores defensores del proyecto de ley, Paul Ryan, continuaba presionando a última hora para intentar unir al partido en torno a la propuesta del Ejecutivo. Ryan, quien se juega su credibilidad, podría decidir aplazar la votaciín si prevé un fracaso. “Estamos en etapa de prenegociación’’, aseguró Rand Paul, senador republicano que apoya la rebelión de sus colegas en la Cámara de Representantes. “Cuando hoy o mañana cuenten los votos y retiren el proyecto porque se den cuenta de que no podrá ser aprobado, entonces comenzará la auténtica negociación”, señaló el miércoles por la mañana a la cadena MSNBC.
Acompañados del ex vicepresidente Joseph Biden, los líderes demócratas del Congreso denunciaron, en un acto realizado en el Capitolio, el daño que la derogación del Obamacare hará a millones de estadounidenses. “El proyecto de ley avalado por Trump no se va a aprobar”, vaticinó Biden, que se mantuvo alejado del centro de la escena política desde que dejó la Casa Blanca. La votación en la Cámara de Representantes coincidirá con el séptimo aniversario de la promulgación de Obamacare.
Si la Cámara de Representantes le da finalmente el visto bueno, la propuesta –bautizada popularmente como Trumpcare– pasará a manos del Senado, donde la mayoría republicana es más estrecha y encontrará nuevas dificultades.