Una mujer murió y otra se encuentra internada en grave estado en el Hospital Argerich tras ser baleada por efectivos de la Bonaerense que abrieron fuego contra varias casas del barrio de la Boca. Las dos víctimas tomaban mate en el pasillo de un conventillo cuando policías que iban en dos móviles –que perseguían desde Avellaneda a dos sospechosos en un Fiat 600– iniciaron una balacera con más de 50 disparos. Luego del tiroteo, los vecinos protestaron contra la policía por su accionar y terminaron reprimidos por la propia Bonaerense y por la Policía de la Ciudad, que llegó para ayudar a la fuerza de seguridad provincial. Anoche, dos efectivos de la provincia fueron detenidos por el hecho.

La noche del martes pasado encontraba al barrio de La Boca en plena normalidad: charlas y mates entre vecinos en la vereda, chicos que jugaban en la calle y trabajadores que volvían a sus hogares. Otros residentes, como Emilia Mansilla, terminaban la cena con sus familiares. “A las 10.20 de la noche escuchamos, a lo lejos, motores de autos que venían a toda velocidad. Lo primero que se me cruzó por la cabeza fue que había una picada entre varios coches, pero ni me pude acercar a la ventana para confirmarlo porque empezaron a escucharse tiros. Muchos, muchos tiros”, indicó la vecina a PáginaI12. Emilia no recuerda si en plena balacera se tiró al piso por recomendación de su hijo, de 19 años, o si una vez que ya estuvo cuerpo a tierra, el adolescente le exigió que permaneciera así. Lo que sí sabe es que su hijo no volvió a su casa hasta las cuatro de la mañana y cuando lo hizo, volvió con golpes y moretones en todo el cuerpo. A esa hora de la madrugada recién terminó la violencia policial.

Aquello que no pudo observar Emilia Mansilla, una mujer santiagueña que vive hace tres años en las casas de la Cooperativa de Vivienda Los Pibes (Covilpi), sí fue visto por otros vecinos de aquel complejo ubicado en Aráoz de Lamadrid 208, en pleno barrio de La Boca. “Los (supuestos) delincuentes iban por la calle Ministro Brin a una cuadra o dos de los patrulleros de la Bonaerense, que ya venía repartiendo tiros”, contó una chica que prefirió no dar su nombre y agregó que “ellos (los perseguidos por los móviles policiales) hicieron una “U” en Pedro de Mendoza y Brin, y a contramano chocaron contra el auto de los policías”.

En ese preciso momento, relatan todos los testigos de aquella noche, el tiroteo recrudeció: las balas de plomo que descargaban los uniformados  (algunos sospechan que también disparaban los delincuentes) se multiplicaban y rebotaban entre las chapas y paredes de las casas de Ministro Brin al 1300.

Uno de los casi 50 disparos que se efectuaron durante el tiroteo entró al pasillo donde Claudia Ovejero, de 40 años, y su amiga, seis años mayor, Susana Bordón, se encontraban conversando. “La bala impactó en el ojo de Ovejero, salió por la región temporal derecha e ingresó en el hombro derecho de Bordón”, aseguró Nahuel Berguier, abogado de la Campaña contra la Violencia Institucional y defensor de la mujer de 46 años. Claudia y Susana cayeron al suelo y fueron asistidas de inmediato por los vecinos del conventillo. Antes de llegar al Hospital Argerich, Ovejero falleció a causa del balazo. Mientras tanto, al cierre de esta edición, su amiga aún sigue internada en aquel centro de salud, sin ser intervenida quirúrgicamente para extraerle el casquillo de bala, por “temor a afectarle un pulmón”, indicaron allegados de la familia a este diario.

La calma que trajo el fin de la balacera duró, apenas, un instante. Aproximadamente a las once de la noche, cuando ya no se escuchaba ningún otro tiro, los vecinos de La Boca actuaron. Algunos corrieron rápidamente por las calles para contabilizar a los heridos, otros pidieron asistencia al SAME y los restantes increparon a la Bonaerense por su accionar. Hubo piedrazos y algunos cayeron sobre los patrulleros. La respuesta de los efectivos policiales –que a esa altura de la noche ya habían sido reforzados con otro móvil más de la misma fuerza– fue sencilla: mayor represión.

Numerosos vecinos terminaron con múltiples heridas de bala de gomas.

Pero aún faltaban otros dos actores en la escena. Mientras la ambulancia del SAME entraba por la calle Ministro Brin para asistir a las dos mujeres heridas de bala, también llegaba al corazón de La Boca, a plena medianoche, la Policía de la Ciudad. “Las dos fuerzas se agruparon en la plaza que hay en la calle Gregorio Aráoz de Lamadrid, casi esquina Necochea”, explicó Fabián, mientras señalaba ese mismo lugar donde, 17 horas después, Gendarmería realizaría los peritajes balísticos. “Entre ocho o nueve patrulleros de la Ciudad llegaron a la zona. Se juntaron con los otros policías y empezaron a reprimir con lo que tenían a mano: balas de plomo, de goma y palos. Todo el barrio acumulaba bronca e indignación por lo sucedido, y como pudo, intentó responder. Pero si a un piedrazo la solución policial es disparar a mansalva, estamos jodidos”, expresó Luciano Alvarez, de la organización social Los Pibes.

Los episodios de represión  institucional que sucedieron en la madrugada de ayer fueron grabados y fotografiados por los vecinos, y rápidamente viralizados en las redes sociales. Allí se puede observar y escuchar corridas, persecuciones, gritos de ayuda y personas con heridas provocadas por balas de goma. Pero, aseguran los testigos, las imágenes no se acercan al horror que se vivió aquella noche. “Las grabaciones no muestran ni un cuarto de lo que efectivamente sucedió. Casi todas fueron antes o después de la represión, porque en ese momento lo único que querés es que la policía no te termine matando”, relató Romina, otra vecina golpeada por la Policía. La mujer, de 25 años, acompañó a este cronista al lugar de los hechos, a la vez que exhibía un moretón en su brazo izquierdo. “Este fue producto de un palazo”, comentó.

Según el relato de varios vecinos, entre las dos y las tres de la mañana, el comisario de la seccional de La Boca, Sergio Gutiérrez, se acercó a Ministro Brin y Aráoz de Lamadrid para hablar con los residentes del barrio.

La situación calmó y de a poco, cada uno de los presentes volvió –entre bronca, angustia y golpes– a sus casas. La causa cayó en manos del juzgado de instrucción 41 porteño, cuya titular es Mónica Berdión de Crudo. Una versión indicaba que fue detenido uno de los presuntos ladrones, un adolescente de 16 años.

Ya entrada la mañana, el panorama del barrio comenzaba a ser diferente. Entre las personas que recién se despertaban y otras que ya viajaban a su trabajo, la presencia policial volvió a aparecer por las casas baleadas,  esta vez, para realizar los peritajes correspondientes. “Pero no hay que dejar de mencionar un pequeño detalle: los primeros en aparecer fue personal de la Policía de la Ciudad, es decir, aquellos que a la noche reprimieron con balas de gomas”, comentó Álvarez. El referente de la organización Los Pibes, quien ayer realizaba un homenaje al Martín “Oso” Cisneros –militante asesinado en 2004, a pocos metros de los hechos de ahora– no cree que se encuentren responsables de esta violencia institucional en La Boca. “¿Cómo habrá Justicia si las mismas pruebas son recogidas por la misma fuerza que reprimió?”, se preguntó.

Informe: Jeremías Batagelj.

Los vecinos mostraron las balas de goma que recogieron en las calles.