Anteayer se cumplió un mes de la muerte de Ramona Medina, vecina y referenta de La Poderosa en la Villa 31, quien falleció por la desidia. La organización se reunió vía Zoom con relatores de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. Esto surgió después de la presentación del informe ante la CIDH en conjunto con el Centro de Estudios Sociales y Legales (CELS), Nora Cortiñas, Madre de Plaza de Mayo Línea Fundadora, y Adolfo Pérez Esquivel, premio Nobel de la Paz. En la denuncia se detallan las reiteradas denuncias que hacía Ramona sobre las condiciones de vida que afrontaban en su barrio, la falta de agua, las falencias de la urbanización y las mentiras de Diego Fernández, secretario de Integración Social y Urbana.
Como parte del movimiento villero, participaron Fidel Ruiz, Lilian Andrade, Alejandra Gabriela Ramos y Nacho Levy, quienes ampliaron la información vinculada con la situación actual del avance del Covid-19 en villas y asentamientos del AMBA; además, fueron acompañados por Paula Litvachky (CELS), Nora Cortiñas y Adolfo Pérez Esquivel. Desde el organismo también expresaron el dolor por el fallecimiento de Ramona Medina y compartieron la importancia de implementar un programa que proteja a quienes trabajan en las redes de cuidado y espacios comunitarios, trabajadoras y trabajadores esenciales de las villas.
Al respecto Nacho Levy relató: “Dijimos que la villa era un grupo de riesgo en el mes de marzo, porque donde existe esa densidad poblacional por metro cuadrado, el promedio de vida es menor al de los barrios ricos de la Capital. En las villas porteñas el 8% de la población supera los 60 años, en el resto de la Ciudad, el 22% y eso lo dice la Universidad Católica Argentina”.
Con mucha preocupación, expresó la llegada avasallante del coronavirus a las villas: "Vecinos que en teoría son jóvenes y no entran en los parámetros de riesgo que la Organización Mundial de la Salud incorpora a nivel mundial, son grupos de riesgo en las villas porque portan mucho antes todas esas enfermedades que genera la violencia ambiental, la violencia laboral, la violencia social que no se traduce sólo en represión estatal, sino en los pozos ciegos que nos costaron la vida literalmente de compañeritos, muertos ahogados en materia fecal, en los tendidos eléctricos que no nos arreglan cuando denunciamos y en la dificultad para que lleguen las medidas que se trazan a escala nacional”.
Antes de cerrar, esperanzada, Norita expresó: "Las Madres tenemos experiencia, durante años golpeamos puertas. Ahora, una vez más, golpeamos esta puerta para que nos den un espaldarazo: hasta que el pueblo no tenga atendidas las necesidades básicas, especialmente el acceso a la comida, la tierra y la vivienda; ustedes nos van a ayudar".