Era cuestión de tiempo. No si iba a suceder sino cuándo. Los atentados en París, Bruselas, Niza y Berlín en los últimos 18 meses generaron una solidaridad y simpatía entre los londinenses que no excluía una pregunta inevitable: cuándo le iba a tocar a la capital británica. Y por qué no le había tocado.
La política británica en Medio Oriente, siempre peligrosamente cercana a la estadounidense, es más dura que la alemana o la belga o la francesa. Con los conservadores Margaret Thatcher y John Major o con los nuevo laboristas Tony Blair y Gordon Brown, el Reino Unido fue clave en las dos guerras del Golfo, la de 1991 que contó con la participación estelar de la Argentina de Carlos Menem y la de 2003 a la que se opusieron Alemania, Francia y Bélgica.
Este protagonismo fortaleció a los grupos musulmanes británicos más radicalizados. El Reino Unido es el tercer país europeo después de Alemania y Francia en términos de población de origen islámico: casi tres millones de personas. La inmensa mayoría se ha integrado a la vida británica sin renunciar a su origen, eso que se dio en llamar multiculturalismo, pero hay pequeños guetos que bordean o abrazan con fervor el fundamentalismo.
El referendo del pasado 23 de julio, que llevó al Reino Unido a elegir la separación de la Unión Europea, el Brexit, atizó el fuego. Los meses posteriores a la victoria del No a Europa vieron una erupción de un viscoso nacionalismo inglés con un preocupante aumento de ataques xenófobos y racistas, muchos contra ciudadanos de Europa del este, otros contra musulmanes, como aprovechando la volada para saldar viejas cuentas pendientes.
Este clima de fondo y la atracción fatal que ejerce Estado Islámico sobre núcleos excluidos o desilusionados con la identidad que les ofrece Occidente, son el caldo de cultivo perfecto para este tipo de atentados. En los casos de París (noviembre de 2015, 130 muertos) y Bruselas (marzo 2016, 35 muertos) se trató de ataques minuciosamente planificados y con alto nivel de sofisticación.
El ataque en Londres ayer se parece más al de Niza en julio del año pasado (86 muertos) o el de Berlín en diciembre del año pasado (12 muertos). Según los especialistas se trata de “Lobos solitarios” que actúan sin tanto encuadre político o militar y con un mayor grado de espontaneidad. Más allá de las diferencias, el resultado letal es el mismo.
* Corresponsal en Gran Bretaña.