Se terminó la semana Güemesiana que tuvo feriado nacional y provincial para honrar al prócer salteño, por primera vez no hubo desfile de gauchos en el monumento por la pandemia, aunque sí hubo de funcionarios de todo rango y estamento. Pero a pesar de haber transcurrido 199 años, las preocupaciones poco han variado desde aquel entonces.
La atención está puesta en la amenaza que pueda llegar desde el norte, el enemigo tiene nombre parecido, ya no es la corona española, ahora es el coronavirus. Se pide refuerzos a Buenos Aires, que manden más tropas para controlar la frontera, pero allá están con su propia lucha y escasos de recursos. Y como si esto fuera poco cada tanto surgen rencillas con las provincias vecinas.
Si no fuese que hay vidas en juego, las coincidencias podrían hasta parecer cómicas, pero la historia parece empecinada en repetirse. Aunque capaz que en realidad es la misma historia que viene desde hace 200 años, con idénticas carencias y necesidades, solamente que ahora hay más personas, luz eléctrica, autos e internet.
Pero saliendo de la filosofía y la circularidad del tiempo, el bombardeo de malas noticias con la Covid-19 llega desde los canales de noticias porteños que cuentan de a miles los contagios en el lejano AMBA, pero en realidad el problema está en la cercana Yacuiba, que ya tiene más de 60 casos confirmados y la temible circulación viral comunitaria.
Justamente circulación es lo que hay entre la ciudad boliviana y Salvador Mazza, ya sea por el único paso legal, o por los muchos ilegales. Los vaivenes económicos de ambos países hacen que por épocas vayan de aquí a comprar allá o, como es ahora, los compradores sean los bolivianos. Por eso el municipio norteño decidió cerrar los comercios 10 días para desincentivar los cruces, hasta tanto Yacuiba entre en el encapsulamiento que anunciaron para el jueves.
Jujuy también decidió la vuelta a Fase 1, por siete días, tras una serie de casos de personas que no estaban aisladas. Aquí en Salta, el gobernador Gustavo Sáenz ya dejó en claro que no tendrá problema en tomar idéntica determinación si la situación se desmadra, dejando una sensación de que estamos bailando en la cubierta del Titanic. Por lo pronto ayer Pichanal dio la nota con tres casos más, pero de los controlados, ya que todos estaban cumpliendo la cuarentena tras volver de Buenos Aires.
¿Cuál es su gracia?
Volviendo a Güemes y las celebraciones, lejos de la discreción que ostentaban los gobernadores de antaño, Juan Manuel Urtubey subió la vara para los 17 de junio al ponerse su traje de gaucho y encabezar todos y cada uno de los desfiles arriba del caballo.
En el caso de Gustavo Sáenz, a sabiendas de que su fuerte no es la equitación, encaró por el lado del canto, que tanto rédito le dio en la campaña.
"Gobernador Gustavo Sáenz y artistas", decía el zócalo que acompañaba la transmisión del Festival Virtual “Guardia Bajo las Estrellas”, mientras entonaba la zamba del Gaucho Guerrero entreverado con Los Nocheros, que ya tienen reemplazante para cuando alguno de los Teruel decida dedicarse a otra cosa.
Por lo pronto, el año que viene será el bicentenario del aniversario del fallecimiento de Güemes y la lógica indica que se tirará la provincia por la ventana. Es probable que el zócalo televisivo de 2021 diga Gustavo Sáenz, gabinete y artistas salteños.
El antecedente directo para esta afirmación fue en 2010, cuando con motivo del bicentenario de la revolución de Mayo, el desfile tomó un volumen mayor al habitual con récord de fortines y participantes. En esos días hasta las casas de disfraces se quedaron sin el tradicional atuendo gauchesco y el motivo de semejante demanda pudo develarse en el desfile, cuando varios ministros y funcionarios literalmente disfrazados de gauchos iban rebotando arriba del caballo manso que se agenciaron para la ocasión.
Igualmente el desafío queda planteado para el próximo gobernador, que recibirá la vara aún más alta. La opción clásica indica que tocaría que vaya por el lado del baile, pero considerando como vienen los talentos de las nuevas camadas de “políticos apolíticos que reniegan públicamente de la política pero viven de ella”, es probable que el mandatario que suceda a Sáenz solamente sepa contar chistes, y que para estas fechas utilice su mejor repertorio de cuentos de gallegos, para cumplir con la doble función de divertir a los salteños y ofender al enemigo español.
Violencia institucional
Como esas grietas en las paredes que de a poco se van agrandando y ponen en peligro toda la estructura de una construcción, la dimensión de los casos que involucran a la Policía en situaciones violentas está encendiendo la alarma en varios sectores de la sociedad, al extremo que ya se la califica de violencia institucional.
Desde Derechos Humanos de la Nación recordaron que ellos pueden tomar denuncias y se reunieron con el procurador Abel Cornejo, para “trabajar juntos y en pos de esclarecer la enorme cantidad de casos que tiene la provincia, con violencia institucional involucradas”.
Derechos Humanos de la provincia se limita casi exclusivamente a encarar cuestiones vinculadas con la violencia de género, lo cual obviamente no está mal en una provincia en emergencia social por ese tema, pero el silencio ante la multitud de casos que involucran a la Policía, es cuanto menos llamativo.
En tanto, sigue en las gateras el Comité contra la Tortura, una herramienta que podría ser muy útil para cuidar a los ciudadanos de los excesos de los uniformados, pero al que la falta de fondos lo deja paralizado hasta nuevo aviso o nuevo presupuesto, lo que suceda primero.
Para mañana está convocada una marcha pidiendo justicia por dos personas muertas hace un año tras haber sido maltratadas por la Policía luego de arrestarlos.
Por otro lado, desde Diputados avanzarán sobre el DNU 255 dictado en medio de la cuarentena y apuntado como la herramienta que facilitó casos de abusos. La prueba es que fue invocado religiosamente en la mayoría de los operativos que hoy se encuentran cuestionados. No usar barbijo puede desembocar en una golpiza dentro de un patrullero.
Esta semana el DNU quedó confirmado como Ley al haber cumplido el plazo previsto sin que se trate en la Legislatura, y de esta manera ya es pasible de ser modificado por Diputados y Senadores, y ahí es donde apunta la oposición a través de un proyecto presentado por Santiago Godoy.
Principalmente buscan derogar ese decreto, y que las infracciones a la cuarentena previstas en ese DNU se las contemplen en el Código Contravencional, que establece que las causas las siga un fiscal y la sancione un juez.
De esta manera dejaría sin efecto la suma del poder público que se le otorgó a la Policía que acusa, investiga y sanciona, con su jefa como jueza, las infracciones al DNU 255, y retoma el cauce “del juez natural” señalado una y mil veces por los abogados e instituciones que despotricaron contra el Decreto.
Y un tercer motivo que lleva a la oposición a encolumnarse detrás del proyecto, es la necesidad de abrir el debate dentro del recinto, ya que sienten los legisladores que son meros espectadores del Ejecutivo que se maneja por decreto y no les da chances siquiera de emitir opinión.
La utilización de la Legislatura como lugar de detención de los remiseros, y hasta inclusive de apremios ilegales, porque denunciaron que allí los continuaron golpeando, generó una curiosa interpretación del vicegobernador Antonio Marocco, que lo justificó en que antes existía en ese edificio una sala de detención “y es propio de un sistema democrático, no es algo que se inventó ahora” y mandó a los periodistas a estudiar, antes de concluir en que está “del lado de que se use las fuerzas de seguridad para lo que debe ser”.
Si la medida del derecho será la doctrina revisionista del vice, solo queda decirles a los remiseros que zafaron de que nunca se haya fusilado a alguien dentro de la Legislatura, porque esa práctica tranquilamente podría ser restablecida en la actualidad. Todo tiempo pasado fue mejor para al maroquismo.
Y el vago concepto del “para lo que debe ser”, es tan sujeto a interpretación que podría tomarse como una carta blanca para la Policía, que con los antecedentes cercanos no parece ser el mejor momento.
De sospechas y comisiones
Primer acto: detienen en el Centro Cívico Municipal a dos empleadas acusadas de delitos favorecidos por la maraña de papeles, firmas y sellos necesarios para cada trámite municipal, que terminan desembocando en coimas y atajos varios ofrecidos por algunos trabajadores que consideran que un solo sueldo no alcanza.
Segundo acto: al día siguiente detienen a otro empleado municipal por similares motivos.
Tercer acto: la intendenta Bettina Romero insiste en su idea de sacarle la facultad de hacer multas al sospechado personal de tránsito y se la da a la Policía de la provincia (por si algo le faltaba).
¿Cómo se llama la obra?: paro general de los empleados municipales el lunes y martes “para conservar las fuentes de trabajo”. Telón para esta obra en tres actos.
Mientras tanto avanza la idea en el Concejo Deliberante de aggiornar la Carta Orgánica Municipal a los tiempos que corren, y para ello crearon una comisión.
En el Senado analizan la posibilidad del cultivo e importación de la hoja de coca, y para ello crearon una comisión.
Esta semana se conocerá en Diputados qué pasará con Héctor Chibán, al cual le plantearon una cuestión de privilegio por su accionar en el ingreso a Salta y posterior enfrentamiento con el Comité Operativo de Emergencia (COE), y para ello crearon una comisión.
Una lástima que las comisiones no son commodities porque Salta sería potencia exportadora y le aliviaría bastante la tarea al ministro Roberto Dib Ashur, que ya no sabe como más afinar el lápiz para tratar de raspar unos billetes que le permitan al gobierno llegar a fin de mes.
Su última obra de ingeniería la explicó el flamante presidente del Foro de Intendentes, Daniel Moreno, básicamente consiste en cobrarle los impuestos a las empresas que producen o extraen en la provincia pero tributan en otro lado por tener el domicilio central allá.
Por lo que al grito de “mía la vaca, mío el ternero”, Dib Ashur anunciaría en los próximos días modificaciones al código fiscal salteño para evitar esa fuga de tributos que caerían como maná en el desierto. Y si no sale, ya habrá tiempo para atarlo todo con alambre.