En su libro La obra musical de Carlos Guastavino (circulación, recepción, mediaciones) publicado en 2011 por Gourmet, la musicóloga Silvina Mansilla colocó la obra del “excéntrico y ermitaño” maestro argentino, en su justo lugar: un sitio intermedio entre lo culto y lo popular. Entre lo autóctono y lo moderno. Entre lo español “post guerra civil”, y la música de raíz folklórica argentina. Estas definiciones pendulares, que por supuesto profundiza a lo largo del trabajo, parecen anticipar en palabras lo que Fernando Lerman acaba de convertir en sonidos, a través de Guastavino ahora. El disco ya circula en redes, y recrea al compositor y pianista santafesino en –casi-- toda su dimensión. “El proyecto se viene incubando hace treinta años. Conocí a Guastavino una tarde de 1990, y sé que le gustaban los arreglos, las adaptaciones. Orquesté una música suya para piano, adapté al saxofón alto la ´Tonada y Cueca´ y con los arreglos he podido dar una mirada personal de las músicas que lo integran”, introduce Lerman, vientista, arreglador y compositor, con estadía actual en el Cuarteto Argentino de Saxofones y el Quinteto de Clarinetes de Buenos Aires.
Por supuesto que no pudo solo. La travesía la hizo junto a Máximo Rodríguez (piano), Nacho Abad (bajo), Tomás Babjaczuk (batería) y Laura Albarracín, cuya voz es el vehículo de las poesías de León Benarós, Hamlet Lima Quintana y Gabriela Mistral –entre más-- que apalabran las piezas instrumentales de Guastavino. “Es necesario recordar la poesía y la música de excelencia de un compositor que realizó una obra inmensa contándonos quiénes somos, dónde vivimos, nuestro paisaje; nuestra gente”, refiere la experimentada cantora, cuyos pasados proyectos cerquita de Lucho González, Oscar Cardozo Ocampo, Juán Falú y Lilián Saba la legitiman ante semejante afrenta “¿Cómo nunca me lo nombraron en la escuela?, me pregunto”, se queja. “La dimensión de su obra, lo variado de sus trabajos: música para solistas, coros, dúos, instrumentales, me provoca una enorme admiración”. “Si… un gran ejemplo, un modelo”, vuelve Lerman, cuyo quinteto será este domingo uno de los partícipes de la vigésima edición de “Unísono”, el programa del Instituto Nacional de la Música, que se emite a las 20.30, por la TV Pública.
-¿Cómo se manejaron en sus respectivos roles de arreglador y cantora en esa delgada línea que divide el respeto de la rebeldía?
Fernando Lerman.: -Hicimos equilibrio entre lo que Guastavino dejó escrito, la interpretación vocal desde la tradición del folklore y la nueva pluma del arreglador. Esa combinación produjo algo inesperado.
Laura Albarracín: --Desde la voz, trato de entender lo que dice la poesía. De ahí en más, se trata de volar con la total sinceridad hacia donde me lleven el corazón, y la rigurosidad por respetar cada nota. Los que formamos este equipo somos lo que suena, sentimos esta música así, con el máximo respeto y admiración posibles.
-Una muestra de intrepidez que tal vez corra un poco el péndulo hacia el lado osado es la versión que hacen de “Milonga de dos hermanos”.
F.L.: -Cierto, sí… intrépidos arreglos. Puse el disco y al toque me pegó un cachetazo la milonga. Por lo demás, en cada arreglo hay una mirada distinta a partir de la línea melódica original. Cambios en el groove, en la armonía, secciones para improvisar, nuevos contrapuntos, introducciones e interludios que no estaban, en fin.
L.A.: -Yo hago el camino inverso al de Fernando. Por ejemplo, me entero después de que “Se equivocó la paloma” era música de Guastavino. A la vez fui descubriendo versiones de cantantes líricos. Y ahí fui entendiendo el sentido de lo popular y del "ahora" que estaba presente en la propuesta de Lerman. Mis compañeros se preguntaban: ¿cómo creen que van a caer estas versiones de Guastavino? En mi escucha, hermosamente. Pero, más allá de que siempre va a haber distintas percepciones, es una música que se ha cantado de otra manera, con otro acompañamiento; pero que -en mi sentir- agradezco este enfoque para traerlo a un ahora respetuoso y dinámico, un enfoque para volver a nombrarlo, recordarlo, cantarlo. Ni mejor, ni peor, es ahora.
-No es fácil meterse con “Se equivocó la paloma”. Hay un pre y un post Serrat respecto de esta pieza.
L.A.: -Tantas veces se ha escuchado ese tema, claro… pero esta vez quisimos decir algo nuevo. Igual, esto es en general, porque la obra de Guastavino me trajo mucha curiosidad. Grabamos “El Hornero” y hay toda una colección dedicada a pájaros de Argentina, lo mismo con los árboles. También está “La marcha del estudiante”, y otras varias aventuras con personajes argentinos que siempre asocié más al folklore, como Falú o Yupanqui.
F.L.: -Ahí va… creo que “El forastero” con letra de Yupanqui necesitaba una versión desde la música popular. ¡La pedía a gritos!