En la Argentina se están realizando desde hace unos años las Rondas Comunitarias: se trata de una experiencia de terapia comunitaria que no es necesariamente una terapia de grupo y que surgió en un barrio vulnerable del Brasil. El doctor en Psiquiatría y en Antropología Adalberto Barreto es el creador de la Terapia Comunitaria Integrativa Sistémica (TCI). “Terapia Comunitaria” es el nombre original asignado por su creador. Sin embargo, el nombre cambia de acuerdo a la geografía pero no la esencia: compartir en ronda problemas pero también experiencias de la vida misma. En Chile, por ejemplo, este dispositivo se denomina Círculos de Escucha, y en Francia, Espacio de Vínculos, Palabras y Escucha.
Se trabaja en ronda porque no hay jerarquías. La participación es abierta, voluntaria y gratuita. Cada encuentro tiene una duración de 90 minutos. Los encuentros se desarrollan siempre siguiendo un orden sistematizado. Se explicitan algunas normas necesarias para el buen funcionamiento del encuentro. Participar de las Rondas Comunitarias es totalmente gratuito. "Si bien es un dispositivo que surgió en barrios vulnerables de Brasil se adapta a cualquier clase social porque justamente tiene que ver con compartir los sufrimientos", señala Mónica Rosenblum, una de las coordinadoras de las Rondas Comunitarias en la Argentina, que actualmente, debido a la situación de la pandemia se están realizando de manera virtual.
"Nosotros somos parte de la Fundación FundaCes. A través de la misma conocimos personas del Brasil en Congresos que se dedicaban a la terapia comunitaria, que era algo que nos llamaba la atención. Nos enteramos que iba a haber una formación con Adalberto Barreto en Misiones, que fue la primera formación en la Argentina", cuenta Florencia Oks, que realizó la formación correspondiente junto a Rosenblum y Adela García. "Consta de varios módulos intensivos y dura dos años en total. Y, a partir de ahí, empezamos a organizar la formación en Buenos Aires", agrega Oks. Para completar la formación hay que coordinar treinta rondas. En el año 2013 se dictó ese Primer Curso de Formación de Terapeutas Comunitarios en el país impartido en convenio con la Asociación Civil Salud Comunitaria (UNAM, Misiones). "Nos certificamos como Formadoras en Terapia Comunitaria y en Técnicas de Rescate de Autoestima", comentan Oks y Rosenblum. Oks es psicóloga y Rosenblum es licenciada en Linguística. No hace falta ser psicólogo/a para formarse en este dispositivo.
La filosofía de las Rondas Comunitarias
Este dispositivo tiene sus bases teóricas en los siguientes cinco ejes: Pensamiento Sistémico, Pedagogía de Paulo Freire, Teoría de la Comunicación, Concepto de Resiliencia y Antropología Cultural. "Si bien Barreto tomó esto, en cada año que viene le ve agregando cosas. Esta es la base porque la Teoría de la Comunicación está relacionada con el pensamiento sistémico que mira el entorno, a diferencia del psicoanálisis que focaliza en la persona y sobre todo en el inconsciente. La mirada sistémica es sobre el entorno, la comunicación y señala que los problemas no vienen de adentro de las personas sino que surgen entre las personas. Mira los vínculos", explica Oks. "De la misma manera que los problemas surgen, a veces, en el entorno o en los vínculos, también las redes, las soluciones y los recursos muchas veces también vienen de los vínculos y del entorno", plantea Oks. "Y se apoya mucho también en el concepto de resiliencia. Barreto dice: 'Cada uno es doctor en sí mismo', porque cada uno ha vivido experiencias que lo llevan a tener un saber, más allá que se dé cuenta de que tiene ese saber o no que no lo tenga. La Ronda Comunitaria, entonces, funciona como un despertador de ese recuerdo", señala Rosenblum.
La metodología
La Ronda Comunitaria dura una hora y media y está pautado cada momento y el tiempo de cada momento. "Siempre hay una primera instancia de dar la bienvenida, donde se saluda a cada uno. Cualquiera puede llegar en cualquier momento e irse en cualquier momento. La gente no se tiene que anotar. Este es un espacio abierto a la comunidad. Siempre que alguien viene, es bienvenido, aunque venga siempre en la mitad", subraya Oks. También pueden ir una vez y no volver. No es una terapia de grupo ni el grupo es siempre el mismo: va quien quiere y cuando quiere. "En esa primera instancia se cuenta un poco que estamos para compartir las preocupaciones de la vida cotidiana, pero que también es un espacio para celebrar. En general, hay un momento en el que se pregunta quién quiere compartir alguna alegría, algo que quiera celebrar. Entonces, la gente comparte en ese momento algo de eso", comenta Oks.
Luego se cuenta cómo se desarrollará el encuentro de terapia y se dan algunas pautas: hay que hablar en primera persona, cada uno habla de sí mismo, de lo que le preocupa, de lo que le trae malestar o lo que le quita el sueño. "Tratamos de no hablar del país ni de 'mi vecino' sino de lo que 'a mí me toca o me preocupa hoy’", expresa Oks. Otras reglas tienen que ver con no juzgar, no interpretar, respetar la historia de cada uno, no dar consejos y no interrumpir. "Aclaramos que como la ronda es un espacio público, comunitario, recomendamos no contar un secreto si es que la persona quiere que el secreto permanezca como tal porque no garantizamos la confidencialidad", subraya Rosenblum. "Nadie está obligado a hablar. No es una ronda donde todos tengan que hablar en algún momento. Alguien puede ir siempre y no hablar nunca. Nadie le va a preguntar algo. Siempre habla el que quiere", explica Oks.
Posteriormente, se destina un tiempo para el que quiera compartir su sufrimiento. "Escuchamos a cuatro o cinco personas. Les pedimos que digan brevemente lo que les pasa. Después, entre todos elegimos uno. Votamos en la ronda, elegimos un tema, escuchamos un ratito de ese tema. El corazón de la ronda es que abrimos el espacio a quien le pasó algo parecido o quien sintió algo similar y qué hizo para superarlo o para convivir mejor con eso; es decir, qué fue lo que le sirvió. Entonces, ahí las personas comparten ese recurso. Cuando lo comparten, les pedimos que no miren a la persona que contó su problema. No nos dirigimos a la persona que contó su problema sino que hablamos entre la comunidad, dejando que esta persona escuche y tome lo que le sirve", relata Oks. En el cierre, se ofrece un momento para compartir qué aprendieron, qué se están llevando de la Ronda Comunitaria.
Es un espacio de acogimiento del sufrimiento, en el que las personas se reúnen y se sientan una al lado de otra formando esa característica ronda para compartir inquietudes, problemas o situaciones difíciles, así como alegrías e historias de superación. Se aprende a partir de la escucha de las historias de vida de los participantes, valorando el saber de cada uno, adquirido por la propia experiencia. Todos son co-responsables en busca de soluciones para la superación de los desafíos que propone la vida cotidiana.
Un poco de historia
La Terapia Comunitaria Integrativa (TCI) nació en la favela de Pirambú -un barrio carenciado de la ciudad de Canindé, Estado de Ceará, al nordeste de Brasil- en respuesta a demandas de personas que no podían acceder a prestaciones de Salud Mental en hospitales generales, por lo que solicitaron orientación a Ayrton Barreto, un abogado especializado en derechos humanos, quien los derivó a su hermano Adalberto, director del Hospital. El alto número de derivaciones llevó al doctor Barreto a buscar un abordaje colectivo, que se fue perfeccionando con el tiempo, y comenzó a funcionar en diferentes espacios de la comunidad.
La TCI se implementó hace más de 30 años en Brasil, donde ayudó a disminuir la demanda de medicación y de otras prestaciones de salud, transformándose por este motivo en política pública. Es una herramienta de inclusión y de movilización social. Parte del principio de que todos los seres humanos tienen competencias útiles a las demás personas y a sí mismos -cualquiera que sea su condición social, económica y cultural- las cuales provienen de vivencias y desafíos superados en el día a día. Esta metodología de trabajo en comunidades, busca integrar saberes populares y tradicionales con el saber científico, de una manera horizontal y no jerárquica; valora la diversidad de las culturas, el saber hacer y las competencias individuales y colectivas; a la vez que lucha contra el aislamiento, la fragmentación y la exclusión.
"No se tratan patologías ni la Ronda está destinada a sanar, pero también sabemos que cuando uno es escuchado hay un cambio interno", aclara Rosenblum y destaca que se trabaja con la tríada palabra-escucha-vínculo. Este abordaje fortalece la autoestima, favorece la resiliencia y el empoderamiento ya que potencia recursos individuales y colectivos. Es un instrumento de construcción de redes sociales de apoyo, que posibilita el intercambio de experiencias, rescatar las habilidades y la superación de adversidades basada en la formación de recursos socio-emocionales.
Dónde se realizan
En la Argentina hubo experiencias de Rondas Comunitarias en barrios pobres como Villa Soldati y Barrio Mitre, y también en la localidad de Florida, Vicente López. En estos tiempos de cuarentena se están realizando Rondas Comunitarias Virtuales. "Nos mancomunamos entre varios equipos y semanalmente coordinamos por lo menos dos Rondas a las que asisten entre 35 y 50 personas cada vez. Participan personas hispanohablantes residentes o nativas de Argentina (de diferentes provincias), España, Italia, Brasil, Chile, Israel, USA", cuenta Oks. "Como las rondas comunitarias forman parte de una red del continente, entre el 19 de marzo -que arrancó la modalidad virtual- hasta el 6 de mayo se realizaron 84 Rondas Comunitarias en Latinoamérica, con más de 1500 participantes", informa Rosenblum. Las Rondas Comunitarias Virtuales cuentan con el apoyo del Departamento de Salud Mental Comunitario de la Asociación Internacional de Psiquiatría Social (WASP). Los interesados pueden escribir a [email protected].