Desde Londres
El primer ministro Boris Johnson anunció un salto hacia la “nueva normalidad” en medio de críticas de sindicatos, organizaciones médicas y sociales. En la Cámara de los Comunes Johnson indicó que a partir del 4 de julio podrán reabrir sus puertas restaurantes, pubs, hoteles, peluquerías, museos, galerías de arte y cines. En el segundo país con más muertes en Occidente, la distancia social de dos metros se reducirá a uno y los grupos considerados vulnerables podrán volver a sus trabajos y circular socialmente el 6 de julio.
En el parlamento Johnson alabó la conducta pública desde el inicio de la cuarentena a fines de marzo y exhortó a mantener la vigilancia, pero indicó que las condiciones estaban dadas para dar este paso. “El porcentaje diario de infecciones está descendiendo a un 2% diario. Debemos permanecer vigilantes, pero creemos que no hay un peligro de un segundo brote que desborde la capacidad del Servicio Nacional de Salud”, dijo Johnson.
El primer ministro aclaró que la nueva flexibilización se aplicará solamente en Inglaterra: Escocia, Gales e Irlanda del Norte seguirán sus propias directivas. Uno de los elementos más polémicos es el cambio de la distancia social. Johnson puso el acento en el factor económico. “Podemos cambiar la regla de los dos metros que hace imposible el funcionamiento económico de amplios sectores. Donde sea posible, mantendremos los dos metros. Si no lo es, recomendamos que se guarde una distancia social de un metro plus. Esto quiere decir que se mantengan a un metro, pero que usen los factores mitigantes para reducir el riesgo de transmisión del virus”, dijo Johnson.
Los factores mitigantes son las mascarillas, la distancia social y la higiene. Es lo que se está haciendo con diferentes matices en la flexibilización de la cuarentena que se está realizando en toda Europa. Nadie puede garantizar que estos "factores" serán suficientes para evitar el temido segundo brote que haga necesaria una marcha atrás a una cuarentena dura.
El peligro está a la vista. La semana pasada centenares de trabajadores vinculados a la industria de Alimentos en Inglaterra y Gales dieron positivo en el test o mostraron síntomas de la enfermedad. En Alemania se reintrodujo esta semana la cuarentena en Gütersloh luego de que más de 1500 trabajadores dieran positivo en una planta procesadora de carne. En Estados Unidos más de 25 mil obreros de la carne contrajeron covid-19 con al menos 91 muertos. En Francia y España también se registraron casos en mataderos con el relajamiento de la cuarentena.
La economía aprieta a todos por igual. En el Reino Unido el PBI cayó un 20,4% en abril y hay nueve millones de trabajadores sostenidos con el pulmotor artificial del gobierno, el “job retention scheme”, pero ni siquiera con la ayuda estatal se pudo evitar que en mayo 600 mil personas perdieran de forma permanente su empleo.
En este contexto, el líder de la oposición, el laborista Keir Starmer, eligió un diplomático apoyo a las medidas luego de semanas de duras críticas a la política gubernamental. “Analizaremos en profundidad la nueva guía del gobierno. Obviamente hay una serie de interrogantes que habrá que dilucidar, pero en términos generales, apoyamos esta declaración”, dijo Starmer en la Cámara de los Comunes.
La reacción de los sectores empresariales beneficiados con este relajamiento de las restricciones fue de contenida euforia. Alex Payne, del sector hotelero, espera que sea el primer paso para la recuperación. “Hay demanda. Ya tenemos más de 100 reservas. Nos adherimos a la guía gubernamental. Queremos que la gente se sienta segura y confortable para recobrar el placer de la experiencia hotelera”, dijo Payne.
Las críticas
Entre los críticos del anuncio se encuentra uno de los sindicatos clave de esta nueva fase de la flexibilización, Usdaw, que representa a los empleados de negocios y comercios. “Se trabajó mucho en comunicar la distancia social de dos metros y para ser francos, su aplicación no ha sido perfecta, pero este repentino cambio de dirección va a ser una pesadilla. La realidad es que, con los cambios que ya ha habido, la mitad de la población cree que se terminó el tema de la distancia social. Es un peligro para los trabajadores”, dijo Doug Russell, del departamento de salud y seguridad de Usdaw.
Entre los científicos hay una mezcla de rechazo y escepticismo. Con anterioridad al anuncio de Johnson, el mismo grupo de científicos que asesora el gobierno, SAGE, había alertado sobre los peligros de un relajamiento de las medidas. El ex jefe de asesores científicos del gobierno, David King, explicó al The Independent que el número actual de nuevas infecciones – alrededor de 1000 diarias – es demasiado alta para levantar las restricciones en pubs y restaurantes. “Una o dos personas con el virus en un espacio cerrado como un restaurante o pub pueden contagiar no solo a los que se le sienten al lado sino también a los que están cerca”, dijo King.
El relajamiento de las restricciones para las personas de alto riesgo también generó críticas. Este grupo de más de dos millones de personas con enfermedades crónicas o tratamientos de alto riesgo, podría volver al trabajo a principios de julio. El CEO de Diabetes UK, uno de los grupos vulnerables, señaló que no hay salvaguardas en las medidas anunciadas. “El gobierno no parece darse cuenta del impacto que estos cambios tendrán sobre gente que tiene enfermedades como la diabetes ni entiende qué tipo de protección necesitan. Permitiendo que la cuarentena se flexibilice sin claras medidas de seguridad y contrapeso, terminará siendo una decisión de los empleadores sobre lo que ellos estiman como un “riesgo aceptable” sin tomar en cuenta el impacto que pueda tener en los trabajadores con enfermedades especiales”, dijo Chris Askew.
Boris Johnson está compitiendo con Donald Trump y Jair Bolsonaro por el premio Guinnes al peor desempeño oficial (este cronista cree que está en tercer lugar). Entre otros errores y horrores el Reino Unido entró tarde en la cuarentena, eliminó el sistema de testeo y rastreo, descuidó las residencias de ancianos, autorizó la realización de eventos públicos, no garantizó el equipamiento de protección médica del Servicio Nacional de Salud. La restricción del espacio de esta nota aligera la enorme lista de desatinos.
Con una economía en la cuerda floja y una imagen pública en franca caída, a Boris Johnson le queda esta opción: que la salida del coronavirus sea mejor que la tribuladísima entrada. Dada las lagunas científicas a nivel de conocimiento de la pandemia y tratamiento de la misma, y la incompetencia mostrada por el gobierno hasta el momento, será el tiro al blanco de un tuerto o un corto de vista sin anteojos.