El partido por los cuartos de final del Mundial de Italia 90 entre Argentina y Brasil quedará en la historia por varias razones. La primera es que Brasil mereció ganar ese encuentro, pero no lo acompañó la suerte y los palos del arco de Goycochea hicieron muy bien su trabajo; la segunda es el agónico gol de Claudio Cannigia y el pase inolvidable de Diego Maradona para la habilitación; la tercera, sin dudas una de las páginas negras del fútbol argentino, es el famoso "bidón de Branco".
Aquel 24 de junio de 1990, cuando la Selección no la pasaba bien frente a su clásico rival, Miguel Di Lorenzo, utilero, masajista y todo terreno de la Selección, también conocido como "Galíndez", aprovechó su ingreso al campo de juego para atender a Pedro Troglio y le ofreció a Branco un bidón con agua mezclada con un somnífero que terminó anulando al jugador brasileño.
La trampa transitó entre el mito y la realidad hasta que el propio Diego Maradona primero y José Basualdo después, lo admitieron públicamente. "Alguien picó un Rohypnol en el bidón y se pudrió todo", confesó Maradona quince años después. El Pepe, por su parte, validó la historia. "Es cierta". Sin embargo, Galíndez no admitió jamás lo que, a instancias de Bilardo, había hecho.
“Lo que me hicieron fue irresponsable. Bebí agua y quedé como tonto”, contó Branco. Para Bilardo acaso se trató de una nueva "picardía", de esas a las que parecía haberse acostumbrado en su etapa como jugador de Estudiantes, cuando ingresaba a las canchas con alfileres para pinchar a los rivales.
Galíndez, quién alguna vez se definió a si mismo como "un payaso triste", y que suele contar que su rol en la Selección muchas veces excedía sus funciones: "Bilardo me pedía que ayudara en todo, que transmitiera alegría, amor, cariño", nunca reconoció los hechos. "No tengo nada que decir, absolutamente nada. No sé por qué se sigue hablando de eso", suele quejarse cuando le recuerdan aquel suceso del que ahora se cumplen 30 años. Tiempo suficiente como para pensar si la trampa valió o no la pena.