También a Hermeto Pascoal le tocó festejar su cumpleaños en tiempo de pandemia y lo hizo en su casa de Jabour, en Río de Janeiro, respetando la cuarentena y compartiéndolo en las redes sociales. El gesto fue toda una toma de posición en un país fustigado por la falta de juicio ante el peligro de la Covid-19. El lunes, el multiinstrumentista y compositor brasileño, uno de los músicos más originales de América, celebró sus 84 años sirviéndose de las herramientas remotas, y los protocolos del consuelo afectivo que nuevas formas del tiempo y de la distancia imponen en esta época.
A través de sus cuentas de Instagram, Facebook y Youtube, y durante casi dos horas, Hermeto recibió los saludos grabados de su familia -hermanos, hijos, sobrinos, nietos y bisnetos-, de productores, sonidistas y de sus pares, los músicos brasileros, muchos de los cuales ofrendaron también su música. Centrado por los orondos anteojos, entre la venerable barba blanca y el sombrero aludo, el rostro sin edad del músico asomaba sentado ante un teclado por una de las ventanitas que dividían la pantalla. Del otro lado, Flavio de Abreu “Scubi”, productor de los discos más recientes de Hermeto y su banda, animaba la charla, intercalando videos de saludos y recuerdos de actuaciones del músico por el mundo. Mientras, la cascada afectuosa del púbico que seguía en directo bajaba caudalosa de emoticones por el lado derecho.
Hermeto tocó poco, apenas unas breves variaciones del “Cumpleaños feliz” que dejaron en claro, por si todavía hiciese falta, su frondoso imaginario sonoro. El resto fueron gestos de admiración y agradecimiento al “brujo”, al “maestro”, al “genio”, al “campeón”. De parte de las generaciones más jóvenes de la música brasileña, los tributos sonoros llegaron de parte del vibrafonista Lourenço Vasconellosy la violinista Renata Neves, y poco después de la pianista Joana Queiroz. También aparecieron Toninho Horta, en un momento del documental Hermeto–Correspondencias (trabajo todavía en proceso de producción), el mandolinista Hamilton de Holanda, el acordeonista Renato Borghetti, Yamandú Costa, Duofel, Marcio Bahia, Guinga y un registro informal del momento inevitablemente anacrónico en el que Hermeto, cubierto por una toga negra y birrete académico, recibió el doctorado Honoris Causa por parte del New England Conservatory de Boston.
Hacia el final, los cuadraditos de la pantalla se multiplicaron para recibir dos homenajes musicales más. El primero fue un forró interpretado por el acordeonista Joao Pedro Teixeira, acordeonista; el pianista Jovino Santos Neto, el flautista Cacau de Queiroz y el percusionista Fabio Pascoal –hijo de Hermeto–. Como cierre, se sumaron los músicos de la banda, Iteberé y Ajurina Zwarg (bajo y batería), el pianista André Marques y el saxofonista Jota P. Aun en aislamiento y cada uno en su casilla virtual, siguen sonando con la marca universal del asombro continuo, que es la lección de Hermeto. “Estoy feliz de haber recibido tantos homenajes, cada uno con su manera de ser”, decía el cumpleañero y se despedía definiendo una vez más la música universal: “La que siempre está sucediendo, ofreciéndonos cosas para aprender”.