Al sur de Chile, en la Región de los Ríos, existe una comuna fundada en 1645 llamada Corral. Un lugar que aún conserva numerosos fuertes, aquellos que protegieron a los españoles de los ataques piratas. Lucas (Samuel González) atraviesa la ruta en micro y el mar en barco para llegar a estas tierras donde vive su hermana. Es una visita fugaz antes de mudarse a Canadá. De carácter introvertido y mirada desconfiada, una mañana descubre por la ventana de su cabaña los rulos negro azabache de Antonio (Antonio Altamirano). Un residente del pueblo que, junto a un grupo de hombres rudos, navegan noches enteras pescando sardinas. El flechazo es inmediato. Casi no cruzan palabras, pero las montañas que los rodean son testigos del comienzo de este romance. Los fuertes se presenta como esas grandes historias de amor del cine que, de tan intensas, se vuelven reales para el público. “Yo quería contar una historia de amor de dos hombres que no tuviesen ninguna tipo de reserva ni de cuestionamientos con lo que están viviendo y con su sexualidad”, me cuenta el director Omar Zuñiga.
En Corral hay 3500 habitantes, sin embargo, desde que Lucas y Antonio saben de la existencia del otro el resto queda fuera de foco. Como si el pueblo con superficie de 767 km² fuera solo para ellos. Una cita donde recorren las fortificaciones que en un pasado sirvieron para evitar invasiones. Lo que Lucas y Antonio no pueden ni quieren evitar es este romance que irrumpe sin aviso, como el terremoto de 9,5 grados que sacudió el sur de Chile el 22 de mayo de 1960, provocando en la bahía de Corral olas de 11 metros de altura.
Lucas y Antonio no se definen por lo que dicen sino por lo que hacen. Los personajes están atravesados por las acciones, primero realizadas en solitario y luego juntos: bailan, andan en bicicleta, se besan en un baño, juegan al metegol, duermen, cogen y vuelven a coger. El director chileno muestra el encuentro de los cuerpos sin eufemismos. Las pieles pegadas por el sudor y los culos bien iluminados. Como si fuera un símbolo del mes del orgullo LGBTIQ, Los fuertes exhibe esta relación espontánea sin fundidos a negro: los besos de lengua pueden durar una eternidad y el sexo nunca parece ser suficiente.
Historias de amor entre dos hombres hay muchas en el cine, pero el romance de Lucas y Antonio está narrado desde otro lugar, sin espacio para el miedo. ¿Cómo nació el deseo de retratar esta relación?
Comencé a escribir la película hace 6 años, viviendo en Estados Unidos. Necesitaba hacer mi primera película contando algo cercano con experiencias que he vivido y visto alrededor mío. Quería contar una historia de amor que no se definiera por las etiquetas. Me interesa la visibilidad, pero también me molesta esto de que a una historia de amor entre un hombre y una mujer no se la presenta como "una historia de amor heterosexual". En cambio, está la etiqueta de la otredad. Yo quería, en un acto político, tratar de disolver la idea de otredad. Entender que todos amamos del mismo modo.
Me llamó la atención las recreaciones históricas que hacen los personajes del pueblo en la película. ¿Por qué decidiste incluir esa tradición?
Es un elemento que sucede en la realidad. Una rutina que hombres locales en el pueblo del Corral hacen para turistas durante una época del año. Lo quería integrar porque para mí hay algo muy lindo del sentido de comunidad. Un grupo de personas que toman orgullo en ser de dónde son, en llevar la vida que llevan. Me interesaba la idea de qué es lo que definimos nosotros como independencia y libertad. Qué significan estos conceptos, cómo uno pelea por ellos, qué es lo que estás dispuesto a defender, cómo imponés tu visión del mundo sobre esa visión del mundo que te imponen.
En una escena agreden con una piedra a Lucas. ¿Sufriste alguna vez agresiones homofóbicas en tu país?
La violencia homofóbica en Chile es brutal. Es un suceso inspirado en algo que me pasó a mí. A los 21 años estaba caminando por un pueblo en el Sur de Chile y me tiraron una piedra. Escuché risas, pero jamás puede ver a quiénes me agredieron porque se ocultaron rápido. Quería incluir esa vivencia en la película, ese no saber qué hacer. De sentirme intimidado por lo que tengo puesto, por cómo camino. Y ese misterio sostenido de nunca haber visto la cara de los agresores.
Como un hecho histórico en Chile, en enero de 2020 el Senado comenzó a tratar el proyecto de la Ley de Matrimonio Igualitario. ¿Hubo avances de este proyecto en estos últimos meses?
Esto es brutal, porque da cuenta de la inmensa diferencia cultural entre nuestros países. Argentina está a años luz de Chile. A Chile le gusta jactarse de un cierto desempeño económico pero socialmente falta mucho sentido de igualdad y equidad. El proyecto de ley fue enviado durante la presidencia de Bachelet, pero no fue perseguido con urgencia por el gobierno de Piñera con la excusa de que hay otras prioridades. La semana pasada hubo un caso donde, por primera vez en Chile, se le asignó la tuición legal de un niño a dos mamás. Dos mujeres que son pareja y tienen una unión civil. El niño era hijo biológico de una de ellas, por lo tanto la otra mamá no tenía ningún derecho legal sobre el niño. Ese es un vacío legal muy brutal en el que estamos las personas LGBT en Chile. Este juicio ganado por las dos mamás sienta un precedente, y espero que el sistema judicial le llame la atención a los congresistas para que la Ley de Matrimonio Igualitario avance.
El 2019, la Marcha del orgullo en Chile fue la más convocante de los últimos 20 años. ¿Cómo van a celebrar este año siendo que la marcha fue suspendida para evitar contagios de Covid-19?
Es muy triste que este año el orgullo no pueda ser un evento público y celebratorio en la calle por todo lo que está pasando. Pero hay distintas organizaciones LGBT dentro de Chile (Movilh y Fundación Iguales) que están armando iniciativas para crear ese sentido de comunidad, para compartir ese orgullo juntos. Fundación Iguales hace la semana #Orgullo2020EnLínea, con distintas actividades, y recaudando fondos para las trans, migrantes y trabajadoras sexuales con Amanda Jofré. Yo haré una conversación online con los cineastas Alberto Fuguet y Marialy Rivas. Lo importante es seguir conectados, y podemos hacerlo gracias a la tecnología. Ante la imposibilidad de estrenarse en salas debido a la pandemia, con mi equipo quisimos que Los fuertes esté a disposición del público en distintos países de Latinoamérica a través de la web. Porque la película habla de eso, del orgullo LGBT. Es un pequeño aporte para que podamos celebrar nuestras historias.