Publicar menos libros y prolongar su presencia en las librerías ha sido la respuesta inicial ante la crisis que generó la pandemia de coronavirus. ¿Habrá un nuevo paradigma en la industria del libro, que hasta ahora se sustentaba en la necesidad de editar muchos títulos al año, lo que se conoce como “novedades”, para mantener aceitada la maquinaria editorial? ¿La “nueva” normalidad será más “conservadora” y menos aluvional? La magnitud de la reducción se evidencia en la bajísima cantidad de ejemplares que se produjeron en mayo: 200.000, a diferencia del millón de libros que se imprimieron en mayo de 2019, según datos de la CAL (Cámara Argentina del Libro). Alejo Carbonell de Caballo Negro (Córdoba), Leonora Djament de Eterna Cadencia; Fabián Lebenglik de Adriana Hidalgo, Damián Tabarovsky de Mardulce, Constanza Brunet de Marea y Víctor Malumián de Ediciones Godot, convocados por Página/12, intentan repensar los cimientos de una actividad que se va definiendo “semana a semana”.
“Cómo publicamos lo que publicamos”
“Las editoriales pequeñas siempre publicamos pocos títulos al año, así que tenemos gimnasia en eso de estirar los tiempos de un libro para que se sostenga como novedad”, opina Alejo Carbonell, director de Caballo Negro, editorial cordobesa que hace once años publica narrativa, ensayos, poesía y crónicas. “El plan de las editoriales en general venía cascoteado por los cuatro años de macrismo, ya estábamos publicando menos antes de la Covid-19, de modo que esta crisis es una especie de aceleración de lo anterior; no hay cambio de paradigma”, agrega Carbonell. “El cambio de lógica apunta a muy pocas editoriales en el mercado argentino –coincide Víctor Malumián, de Ediciones Godot, sello que empezó en 2008-. Las editoriales con las que suelo conversar difícilmente publiquen más de una o dos novedades por mes. Se habla de cambio de paradigma porque los grupos más grandes, tanto en tamaño como en porcentaje del mercado, quizá vayan a dar un cambio en su norte editorial. Pero las pequeñas editoriales siempre pensaron sus libros muy lejos de la lógica fast seller. Es el karma de la concentración editorial en su máxima expresión”.
Leonora Djament, directora editorial de Eterna Cadencia desde hace doce años, comenta que es difícil saber si se modificará el modo de editar libros en un futuro cercano. “En caso de que se publiquen menos novedades, es difícil saber si ocurrirá solo porque las editoriales y los lectores tienen menos dinero o por un cambio de paradigma en el sector. Por un motivo u otro, sí tendremos menos títulos y menos ejemplares en los próximos meses. Ojalá que esta difícil situación que estamos atravesando a nivel mundial sirva para repensar las bases de nuestra actividad. Me parece que se vienen discutiendo algunos aspectos (el rol de las librerías independientes, los diferentes y posibles modos de editar, la importancia de la edición artesanal, la relevancia de las múltiples ferias, el problema de la concentración editorial), pero sin embargo hay grandes cuestiones sabidas pero poco debatidas (por caso, el oligopolio de la venta del papel o el casi imposible esquema financiero que guía al sector editorial). La discusión pendiente no es tanto (o no es solo) cuántos libros publicamos sino cómo publicamos lo que publicamos”, plantea Djament.
“Los tiempos de encierro, que seguramente serán largos, traen más introspección y reflexión. Para nuestra editorial de fondo esto no es necesariamente un perjuicio porque lo que se está vendiendo más ahora es el catálogo. La lógica es tener un catálogo de alta calidad que trascienda el tiempo”, explica Fabián Lebenglik, de Adriana Hidalgo, sello que cumplió veinte años en 2019. Constanza Brunet, de Marea Editorial, creada hace 16 años, advierte que la menor cantidad de títulos se trata de una situación coyuntural que no se sostendrá luego de la pandemia. “Las editoriales independientes, que arman un catálogo más específico y que eligen cada título de una manera más artesanal, posiblemente volverán más lentamente a la cantidad de títulos que editaban antes de la pandemia”.
Damián Tabarovsky, de Mardulce, no está seguro de que la industria editorial argentina se sustentaba en la necesidad de publicar muchos títulos. “Eso ocurría en las grandes editoriales o en otros mercados como España, que funciona bajo el sistema de ‘en firme con derecho de devolución’, que favorece la especulación financiera. Pero para las editoriales independientes argentinas publicar de más también es un problema. Lo que tal vez se ponga en discusión a futuro no sea la cantidad de novedades sino las tiradas, que seguramente serán más bajas –precisa el director editorial-. Más allá de los futurólogos de turno, es muy difícil predecir cómo seguirá el mercado editorial, la situación económica y la vida cotidiana. Obviamente sé que se vienen tiempos muy difíciles –o mejor dicho, que ya estamos en ellos-, pero creo que está todo abierto: lo único que veo por delante es incertidumbre”.
La pandemia de Covid-19 cambió los planes editoriales. Adriana Hidalgo redujo los libros a publicar durante este año a la mitad: de los 24 títulos previstos quedarán 12. “No se trata de nuevos paradigmas sino de un paso a paso para ir viendo qué sucede cada semana”, detalla Lebenglik. “Teníamos planificado un año de doce novedades, ahora es muy probable que hagamos la mitad –admite Carbonell de Caballo Negro-. Hay que tener en cuenta que en nuestros calendarios hay hitos para los cuales se trabaja: llegar con novedades a la Feria del libro de Buenos Aires y a la Feria de Editores (FED) y, en nuestro caso, también llegar con novedades a la feria del libro de Córdoba, es decir que no solo se reduce la cantidad de novedades, o que se atrasan, sino que es necesario pensar todo el esquema de nuevo, porque para cada feria uno llega con determinado perfil de novedades”. Desde Ediciones Godot, Malumián confirma que -si el escenario no empeora- publicarán cuatro o cinco libros más de acá a fin de año. En Mardulce publicaron hasta ahora dos novedades y una reimpresión, todas en marzo. “Recién pudimos distribuirlas en mayo, cuando las librerías comenzaron a trabajar”, cuenta Tabarovsky y revela que por la pandemia iniciaron la digitalización de parte del catálogo: “No sé cómo seguirá el plan editorial, que seguramente va a ser sustancialmente menor al previsto”. Eterna Cadencia pospuso un 30 a 35 por ciento del plan de este año. Djament calcula que terminarán sacando 11 nuevos títulos, aunque todavía no sabe. Marea tenía previsto publicar 18 novedades, pero posiblemente salgan solo 10.
El riesgo intelectual
¿Cómo garantizar que la disminución de novedades no afecte la bibliodiversidad, la apuesta por nuevos autores o por escrituras y proyectos, cuyas prioridades no pasan por vender más? “Es probable que muchas editoriales ante una situación de crisis e incertidumbre como la que vivimos, se vuelvan más conservadoras: apostar a temáticas, géneros y autores de venta más o menos segura –responde Djament-. Para aquellos que editar no significa solo ‘volver algo público’ sino poner en discusión lenguajes y perspectivas imperantes, la edición va a seguir siendo el modo de llevar a cabo esa actividad. Y también habrá que estar muy atentos a lo que pueda surgir con esta crisis: a las nuevas formas de trabajar, colaborar y pensar en el sector”. Para Lebenglik, publicar menos títulos no afecta la bibliodiversidad. “No cambiamos el gusto de lo que veníamos haciendo. La bibliodiversidad no es una cuestión de cantidad”.
Brunet recuerda que las editoriales independientes siempre editaron una cantidad limitada de títulos. “La bibliodiversidad no está garantizada por la cantidad de títulos, sino por la variedad de las propuestas, por la visibilidad de los proyectos alternativos y por su mínima sustentabilidad económica. Puede haber una cantidad enorme de títulos orientados exclusivamente a una misma idea comercial y eso no genera mayor bibliodiversidad –aclara la directora editorial de Marea-. En cambio, las editoriales independientes, de capital nacional, garantizan la diversidad de voces, de géneros, de autores, eso es lo que está en riesgo por la crítica situación que vive el sector y que se agravó con la situación de pandemia”.
Carbonell, de Caballo Negro, reconoce que la realidad va empujando a las editoriales a volverse conservadoras y a experimentar menos. Malumián observa que se recortan los títulos más experimentales y las nuevas apuestas. “Hay una pregunta latente por el tamaño de la tirada, la rentabilidad por ejemplar y el costo unitario de precio al público. Nadie olvida que la pandemia irrumpe en un contexto de cinco años de caída sostenida de ejemplares”, recuerda el director editorial de Godot. En cuanto al catálogo por venir, Tabarovsky anticipa que van a optar por el camino inverso: “a más crisis, más riesgo intelectual”.
Muchas editoriales tenían sus catálogos sin digitalizar o digitalizados parcialmente antes de la Covid-19. “Hicimos muy pocos ebooks hace unos años, cuando parecía que una parte de los lectores estaba virando hacia los libros digitales y podía llegar a explotar. Luego eso se amesetó y nosotros, como muchos, abandonamos un poco el tema”, reconoce Carbonell y añade que Caballo Negro tiene el 10 por ciento del catálogo en los dos formatos –digital y físico-, mientras que el resto está publicado solo en papel. Lebenglik especifica que la cuarta parte del catálogo de Adriana Hidalgo está disponible en ebook y que están digitalizando más títulos.
Para Malumián, las condiciones en las cuales creció la lectura digital son artificiales y habrá que esperar para ver en qué medida se mantiene el ritmo de lectura digital. “Es verdad que por precios o simplemente por la falta de oferta del libro en digital, el crecimiento de ese soporte fue más lento. Tampoco hay que descartar el factor del parque tecnológico y lo difícil que es acceder a un e-reader. Pero en muchos otros casos se puede ver la caída en la venta del libro digital en paralelo con la apertura del delivery de libros físicos –compara el editor de Godot-. Seguramente exista una cantidad de lectores híbridos que pueden leer en ambos formatos y otro tanto que gracias a la pandemia le tomó el gusto al libro digital”. Djament subraya que gran parte del catálogo de Eterna Cadencia está digitalizado y que en el último tiempo intentan publicar ambos formatos a la vez.
Marea tiene más de la mitad del catálogo digitalizado, “aunque con escasos resultados económicos”, puntualiza Brunet. “A raíz de la pandemia hemos realizado nuevas acciones como publicar directamente novedades en ebook antes que en papel. Los resultados por ahora son inciertos hacia el futuro. La experiencia hasta acá fue muy pobre, aunque apostamos a que al menos mientras dure la pandemia crezca. El público argentino no está habituado ni dispuesto a pagar por contenidos digitales. Y la piratería está a la orden del día, basta con asomarse a Facebook y ver qué es lo que se comparte públicamente”, sugiere la editora. Mardulce tiene digitalizados 16 títulos. “De ahora en adelante saldrán todas las novedades en los dos formatos al mismo tiempo. Pero sin demasiado optimismo en las ventas de ebook, que aunque aumenten algo por la cuarentena, siguen siendo poco numerosas”, asegura Tabarovsky. “Los libros en papel son uno de los más hermosos inventos de la humanidad”, concluye el editor de Mardulce.
Los cambios de planes de editorial Octubre
Respuesta obligada a la crisis
La editorial Octubre –una apuesta cultural de los trabajadores de edificio que empezó a publicar en 2014- tenía previsto lanzar entre 15 y 20 títulos durante 2020. La expansión de la Covid-19 modificó todos los planes de este sello, que en estos seis años ha editado libros de José Pablo Feinmann, María Seoane, Jorge Abelardo Ramos, Hugo Chumbita, Mario Rapoport, Alejandro C.Tarruella, Hugo Biagini, Tali Goldman, Hugo Soriani, Nicolás Trotta, Gisela Marziotta, Eduardo Blaustein, Sasha Lilley, Marcelo Sain y Roberto Baschetti, entre otros. Daniel González, director editorial, no cree que esté surgiendo un nuevo paradigma. “De la pandemia vamos a salir con menos novedades, y esos menos títulos seguramente con menores tiradas -bastante menores, diría- y apostando a que duren más tiempo en las mesas de las librerías, con una baja rotación”, explica González. “Me cuesta pensar que toda esta ‘nueva normalidad’ responda a un nuevo paradigma. Creo, más bien, que se trata de una respuesta obligada a la profunda crisis que ya veníamos padeciendo en los últimos años y que el suceso sanitario contra el que chocamos de frente coloca al sector en una fase terminal... o en terapia intensiva, para ponernos a tono”.
El director editorial de Octubre analiza el horizonte que vendrá. “Cuando salgamos de la cuarentena, todos vamos a estar más pobres y un poco o muy lastimados. Y los que podamos seguir adelante, lo haremos con mucho cuidado. Con menos títulos, con tiradas más austeras, tratando de recuperar viejos lectores y aguzando el ingenio para revertir la situación. Pero no veo allí un nuevo paradigma sino los efectos de la crisis y la necesidad de adaptarse a ella –plantea el editor-. Si todo fuera para bien, y la industria levantara cabeza y volvieran los buenos viejos tiempos, creo que las grandes editoriales volverían a su característica ‘aluvional’, descargando decenas de novedades por mes y apostando la mayoría de sus fichas al best seller que rompa el mercado”.
En el “viejo” plan editorial 2020 se destacaba la publicación de 7 u 8 títulos para la Feria del Libro, que se suspendió por la pandemia. En junio se editó recién el primer título del año: Che, Masetti, Walsh. La historia de Prensa Latina, de María Seoane. En agosto saldrán cuatro libros más: No somos fábricas de bebés. Reflexiones sobre el aborto legal, seguro y gratuito, con textos de Liliana Viola, Marta Dillon, Mariana Carbajal, Mariana Enriquez, Sonia Tessa, Luciana Peker y Roxana Sandá; Parece cuento que la Argentina aún exista, de Mario Rapoport; Una historia del rock británico y norteamericano de los 60, de Litto Nebbia y Marcelo Gobello, que se editará acompañado por dos CDs con nuevas versiones de temas de aquella época; y un libro-homenaje a los 100 años de la radio, de Carlos Ulanovsky. “Con un poco de suerte y el acompañamiento de la situación económica general, tal vez podamos cumplir la meta de publicar otros cinco más -agrega González-. Es decir, como objetivo, como sueño, la mitad de lo que pensábamos a comienzos de año”. El director editorial de Octubre advierte que al estar obligados a ser “selectivos” con lo que publicarán “lo que termina saliendo es muy bueno”.