A fines de febrero estaba previsto que se realizara en Barcelona una de las ferias tecnológicas más importantes, la Mobile World Congress, pero dos semanas antes fue suspendida porque –a pesar de que las autoridades de gobierno aseguraban que no habría riesgo sanitario– monstruos como Facebook, Intel o AT&T se fueron dando de baja uno tras otro. Entre los participantes también estaba la plataforma argentina TicketHoy.

Si bien España tenía apenas dos contagiados de covid-19 y todavía faltaban varios días para el primer caso en Argentina –donde el “paciente cero” se registró recién el 3 de marzo–, los directivos de TicketHoy tomaron esa cancelación como una señal. “Vislumbramos que esto podría traer cambios, entonces empezamos a hacer reuniones de equipo para entender lo que estaba pasando y ver de generar una herramienta que acompañara el momento”, recuerda Diego Balán, CEO de la plataforma que terminaría encabezando esta transición –temporal… o no– hacia los shows vía streaming monetizados.

TicketHoy comenzó en 2013 como un sistema de venta de entradas usado por artistas, salas, recintos y hasta museos. Pero, como les sucedió a muchos, la pandemia obligó a rever las prestaciones. El olfato para percibir ya en febrero la que se venía y el repentismo para reorientar la vela del barco les permitió tomar la vanguardia cuando todo el universo de la producción cultural aún estaba entre atónito y aturdido por el inicio intempestivo de la cuarentena.

Para no quedarnos tan solxs

La experiencia fundante fue pocos días después de la primera extensión del Aislamiento Social, Preventivo y Obligatorio: el miércoles 8 de abril, Palo Pandolfo abrió Para no volvernos tan locxs, un ciclo curado por el Club Atlético Fernández Fierro con la idea de empezar a recaudar dinero para sostener la cooperativa en un terreno completamente virgen. Es que la reacción de supervivencia que estaba teniendo el común de los artistas era salir en manada y casi con desesperación a auto-transmitirse por sus redes sociales con una calidad audiovisual muy hogareña y –sobre todo– mucho miedo aún para rentar y pedir dinero por la performance vía streaming.

“Palo fue el primero en subirse a esto”, indica Balán. ¿Qué es “esto”? “Llamalo escenario, plataforma o pantalla”, orienta. “Como sea, fue el inicio de muchísimo aprendizaje y la sensación para nada menor de que muy rápidamente pudimos dar una herramienta y una respuesta a músicos, especialmente a los de un lugar emblemático como el CAFF, que necesitaba recaudar para permanecer.” La experiencia supuso un escalón superior al de salir en vivo por Instagram o Facebook (con sus insalvables lagueos) y cobrar “a voluntad” vía links de MercadoPago, conducta que ni siquiera estaba normalizada.

El espectador compra la entrada en la web de TicketHoy y recibe un mail con el link del evento, además de un recordatorio una hora antes del inicio. “Tenemos una tecnología propia enlazada a diversos proveedores de streaming como IBM, Vimeo o YouTube que hacen el puente para transmitir en Full HD a todo el mundo. No estamos casados con nadie”, asegura Diego Balán.


Entre reuniones y conexiones

TicketHoy funciona, en primera instancia, como un intermediario entre los artistas y el público, aunque además ofrece el soporte técnico y tecnológico según requerimientos de producción tales como luz, sonido, cámaras y operadores. A esto, además, se le suma ahora la idea de la “gira virtual”: shows regionalizados por país a través del IP de dispositivos receptores. Lo estrenan este finde con Árbol (el viernes para Argentina y otros países de Latinoamérica; el sábado para España) y Conociendo Rusia (el viernes para España, Francia y Alemania; el sábado para México, Estados Unidos y Canadá; y luego Sudamérica y Argentina).

Antes de cada show hay varias reuniones con los músicos y su staff. “Nosotros venimos trabajando hace algunos meses, pero para muchos artistas es la primera vez”, dice el productor. Por supuesto que la aplicación de la plataforma implicó reuniones con cámaras y organismos privados y públicos –lo que Balán llama “lobby para trabajar en protocolos”–, además de la articulación de tensiones sobre un aspecto que generó alguna que otra rispidez en esta ”nueva normalidad”: los derechos de autor.

Pero la amenaza, de cualquier modo, parece estar en los trancos que puedan oponer ocasionalmente los fallos en la conectividad, tal como lo padeció Pedro Aznar cuando debió postergar una semana su estreno streamero porque se había caído Internet en todo su barrio a poco de empezar el show. “La conectividad argentina está por debajo de la de Europa, Estados Unidos y países de la región como Chile, que cuenta con un nivel excelente. Contra eso no podemos hacer nada, no está a nuestro alcance mejorar la infraestructura. Por otro lado, la pandemia hizo saturar las redes y la gente está consumiendo datos en mayor proporción que hace cuatro meses”, justifica Diego Balán.

Frente a esto aparecieron dos soluciones: ”El bonding de red, que nos permite disponer de cinco operadores simultáneos a modo de back up por si se cae alguno, y darle la opción a los productores de dejar colgado el show durante 48 o 72 horas para que lo vean quienes no pudieron acceder al vivo”.


La nueva normalidad será streameada

Balán no quiere personalizar cifras ni ventilar intimidades sobre la taquilla, pero asegura que hubo shows donde llegaron a superarse las 8000 entradas vendidas. “Cuando empezaron a hacerse vivos gratuitos, uno podía ver eventos que comenzaban con diez mil personas pero a los minutos la cifra iba bajando hasta quedar en mil. Ahora, en cambio, el 95 por ciento lo ve de principio a fin. Además estamos agregando cada vez más interacción con un canal de chat, un meet and greet y recursos que apuntan a una bidireccionalidad en la que la gente ve al artista pero el artista también ve a la gente.”

La pregunta es qué pasará el día que se retomen los espectáculos a la vieja usanza. ¿Streaming matará presencialidad? ¿Se impondrá el “síndrome de la cabaña” sobre el que tanto alertan psicólogos y especialistas de salud mental? “Lo dudo”, opina Diego Balán. “La pandemia aceleró un proceso que ya se venía dando, lo mismo ocurrió con el teletrabajo. Pero no hay nada que reemplace la experiencia de los shows en vivo. Cuando pasen el aislamiento social y el miedo al contagio, todos querremos volver a los espectáculos presenciales. El live streaming solo ofrecerá una nueva alternativa, una manera de 'romper la pared'. En el nuevo estadio convivirán ambas opciones sin que una reemplace a la otra.”