La cultura refuerza la identidad de un pueblo, es instrumento de cohesión social y tiene también una dimensión económica.
La producción cultural conforma una verdadera industria que se destaca por el valor agregado que aportan sus participantes. Este sector, como tantos otros, resultó muy afectado por el coronavirus.
Como se sabe, la política sanitaria aconsejó suspender los espectáculos masivos. Eso perjudicó a un extenso colectivo de actrices, actores, técnicos, directores y autores. Por caso, el reconocido productor teatral Carlos Rottemberg declaró que “la temporada 2020 está perdida”.
En el ámbito editorial, la Fundación El Libro tuvo que suspender la tradicional Feria Internacional del Libro de Buenos Aires. La 46° Edición tenía a La Habana como Ciudad Invitada de Honor y estaban programados más de 1500 actos culturales.
El mundo del libro esperaba que la Feria fuera un punto de inflexión tras cuatro años de franco retroceso. La macroeconomía macrista debilitó el entramado productivo. El sustancial incremento de los costos (logísticos, tarifarios, servicios básicos) y la fuerte caída de la demanda, resultó un combo fatal.
La interrupción de las compras gubernamentales fue otro de los factores que influyó en la debacle de muchas editoriales. La gestión de Alberto Sileoni al frente del Ministerio de Educación implicó un apoyo muy grande para las pequeñas y medianas editoriales nacionales. El programa oficial de compras masivas de libros acercó millones de textos de muy buena calidad a estudiantes de las escuelas públicas. Entre 2003 y 2015, la producción editorial creció 330 por ciento. Bajo el gobierno macrista, esa trayectoria ascendente se revirtió de manera drástica: la cantidad de libros impresos retrocedió 73 por ciento.
La pandemia del coronavirus acentuó la fragilidad sectorial. Las proyecciones indican que la actividad podría descender este año al nivel más bajo de la historia reciente. Las editoriales proyectan una caída del 40 por ciento de la producción interanual. Esto implicaría retroceder a niveles inferiores a los de la crisis de 2002, con la consiguiente pérdida de empleos en toda la cadena de valor: editoriales, librerías, imprentas, autores, traductores, diseñadores, ilustradores.
En ese escenario, la Cámara Argentina del Libro (CAL, que agrupa a las pequeñas y medianas editoriales nacionales) elaboró un programa de emergencia para amortiguar la caída. La propuesta incluye una batería de medidas como el Plan Cortázar, Ahora 6, eliminación de comisiones de tarjeta, reducción costos venta online, adecuación del programa ATP, Crédito Sector Libro.
Consultado por Cash, Martín Gremmelspacher, presidente de la CAL, explicó que el Plan Cortázar consiste en “revitalizar las compras de libros por parte del Ministerio de Educación para por lo menos mantener el nivel de demanda de 2019. Eso implicaría una inversión en educación y promoción de la lectura de 4000 millones de pesos, alrededor del 2 por ciento del presupuesto de Educación.
Esta iniciativa contribuiría a sostener la producción cultural y proteger 10.000 puestos de trabajo de toda la cadena de valor”.
En la última edición virtual de la Feria del Libro, Alberto Fernández saludó a los autores y sellos editoriales manifestando: "Sepan que cuentan con este Presidente y todo su gobierno para impulsar y apoyar su formidable tarea educativa, artística y cultural". El sector espera recomponerse luego de cuatro años muy difíciles.
@diegorubinzal