El Fondo Monetario Internacional (FMI) advirtió sobre la posibilidad de que haya súbitas caídas en el mercado financiero global. El organismo sostiene que a contramano del deterioro de la actividad económica y del empleo y del mayor número de default de empresas no financieras desde 2009, los mercados financieros están cerca de recuperar sus niveles previos a la crisis.
La desconexión entre la llamada “economía real” y las finanzas quedó más expuesta que nunca. Las ventas de las empresas y los ingresos de los hogares caen a pique y se deteriora la capacidad de pago de las deudas, lo cual puede afectar a los bancos. En este contexto, la recuperación financiera sólo se sostiene en una expansión monetaria nunca antes vista por parte de los países centrales.
La caída de la actividad económica proyectada para 2020 es generalizada: entre los países desarrollados, para Estados Unidos se espera una baja del 8 por ciento, mientras que para Alemania, del 7,8 por ciento y Canadá, del 8,4 por ciento. Francia caería un 12,5 por ciento e Italia, 12,8 por ciento, al igual que España. El Reino Unido tendría una baja del 10,2 por ciento; Holanda, del 7,7 por ciento y Rusia, del 6,6.
En los Estados Unidos, mientras el índice de confianza del consumidor muestra una fuerte caída desde febrero para quedar estancado en niveles históricamente bajos, los precios de las acciones comenzaron en baja pero dieron en marzo un giro alcista hasta volver prácticamente a los niveles de enero. “Esta divergencia plantea la posibilidad de otra corrección en los precios de los activos de riesgo en caso de que cambie la actitud de los inversores, lo que representa una amenaza para la recuperación”, indica el informe de Estabilidad Financiera del FMI.
La timba financiera
La clave para la recuperación de los precios de los activos financieros fueron los anuncios de los Estados Unidos y de Europa de que inyectarían toda la liquidez necesaria para sostener sus economías. En particular, el sector financiero comenzó la rápida recuperación el 23 de marzo, una vez que la Reserva Federal de los Estados Unidos lanzó el paquete de 2,3 billones de dólares de facilidades crediticias.
El agregado de los bancos centrales de las diez economías más importantes del mundo arroja una expansión monetaria del orden de los 6 billones de dólares desde enero. En cinco meses, la inyección de dinero más que duplica a la realizada a lo largo de 2008 y 2009, en la crisis subprime. “El promedio, los activos financieros recuperaron un 70 por ciento de las caídas iniciales”, calculó el FMI.
La inédita inyección de liquidez es reciclada en el sector financiero en búsqueda de rendimientos. Por eso se produjo una recuperación de los flujos de capital hacia los mercados emergentes, que habían sufrido una salida masiva con el inicio de la crisis de la pandemia. Brasil, Chile, Perú, Panamá, Guatemala, México, Ecuador, Paraguay, Colombia y Uruguay colocaron recientemente deuda barata. La Argentina quedó afuera de las emisiones porque se encuentra en una situación de cesación de pagos y en medio de la renegociación de su deuda.
Los riesgos
“Hay una desconexión entre el optimismo de los mercados financieros y la evolución de la economía real”, resume el FMI. “Los mercados esperan una recuperación abrupta, aunque los datos muestran que se espera que el deterioro sea más profundo. Aparentemente, los inversores siguen apostando a que el apoyo de los bancos centrales, que no tiene precedentes históricos, pueda continuar. Esto incrementa las dudas alrededor de la sustentabilidad de la recuperación financiera”, agrega el Fondo.
Entre los indicadores que dan cuenta de la "desconexión", el FMI menciona que "la diferencia entre los precios de mercado y la valuación de los fundamentals está en niveles históricamente altos en la mayor parte de los mercados de acciones y bonos de las economías avanzadas". El informe advierte que ante la caída de las ventas y de los ingresos, la deuda de empresas y hogares se puede volver inmanejable, lo cual puede arrastrar a que los bancos tengan problemas de sustentabilidad. De hecho, en lo que va del año se produjo el mayor default de deuda privada desde 2009.
Y hay factores de riesgo adicionales: "puede haber segundas oleadas del virus"; "los bancos centrales pueden no dar todo el apoyo que los inversores prevén"; "pueden resurgir tensiones comerciales " y "el incremento en la desigualdad económica puede derivar en mayores tensiones sociales", enumera el FMI.