Los fuertes 6 puntos
Chile, 2019
Dirección y guion: Omar Zúñiga Hidalgo.
Duración: 98 minutos.
Intérpretes: Samuel González, Antonio Altamirano, Marcela Salinas, Rafael Contreras.
Estreno exclusivo en la Sala de Cine Virtual de la plataforma Puentes de Cine .
Rodada en áreas costeras cercanas a Valdivia –donde el film tuvo su estreno mundial, como título de apertura del festival que se lleva a cabo en esa ciudad chilena–, la ópera prima de Omar Zúñiga Hidalgo
construye un universo íntimo y detalla la relación entre dos hombres. El que llega de visita desde Santiago antes de emigrar a Canadá y el que vive en el lugar y no puede imaginarse como habitante de ningún otro sitio. Lucas (Samuel González) pasa unas semanas en la casa de su hermana, a quien no ve desde hace tiempo, y en las primeras conversaciones queda en evidencia que la relación del joven con sus padres no es de las mejores. Una charla algo más tarde, frente al brumoso mar, reflejará la escasa disposición para aceptar su condición de gay, como si la salida del closet hubiese roto algo de difícil reparación. El que permanece adentro de esas puertas es el local Antonio (Antonio Altamirano), encargado de un barco de pesca que vive su homosexualidad como una serie de pactos secretos, al margen de una vida de hombre de familia.
La lógica narrativa de Los fuertes –título para nada irónico y con varias interpretaciones– lleva al encuentro entre ambos, punto de inicio de una relación con mucho deseo y sexo franco, pero también de desnudez y fragilidad emocional. Hay ansiedades y anhelos secretos en la pareja, aunque no necesariamente sean los mismos, y ese choque de planetas –en un lugar poco abierto a las relaciones “diferentes”– es el disparador de un replanteo de objetivos y planes. Con una dirección de fotografía de Nicolás Ibieta que les saca todo el jugo a los paisajes valdivianos (priman los azules y grises, reflejos de otras melancolías concretas), Los fuertes navega las aguas del drama intimista a la vieja usanza con algunos desvíos hacia el melodrama constreñido. O que bien no se decide a serlo del todo. Algunos momentos, en particular durante los últimos tramos, ofrecen un atisbo de otro film posible, aunque no necesariamente mejor, como esa anécdota de la infancia en un hospital destinada al subrayado.
Lejos de ruborizarse, las escenas de sexo están jugadas a la excitación, con un montaje veloz inexistente en el resto de la película. En ese sentido, la película de Zúñiga Hidalgo se pliega a ciertos modismos del erotismo queer mainstream y orgulloso de serlo. Los conflictos vienen de la mano de la pasión y son inseparables: a pesar de la relación, a Lucas y a Antonio los separan varios mundos. La tozudez de uno y la liviandad del otro son a veces intercambiables y la certeza de la despedida inminente transforma ese vínculo en un camino con final a la vista. Las marcas, de todas formas, quedarán impresas en la piel como cicatrices emocionales. Entre antiguos fuertes coloniales, reconstrucciones didácticas de batallas y el cobijo de la madera encendida, Los fuertes no es otra cosa que la historia de un amor breve e intenso. Ni más ni menos que eso.