Cuando esta semana el ex futbolista inglés Thomas Beattie hizo pública su homosexualidad con un conmovedor testimonio
, seguramente se le cruzó por la cabeza la trágica historia de Justin Fashanu, el único antecedente que existía en el fútbol británico y protagonista del documental de Netflix "Forbidden Games" (Juegos Prohibidos). Por eso, dejó en claro que su relato tenía que servir para que las actuales y futuras generaciones no tuvieran tantas dificultades como las que tuvo él, y ni hablar de lo que sufrió Fashanu.
Hace exactamente 30 años, el fútbol inglés se conmocionaba con lo que en ese momento, inicio de la década del 90, se consideró una confesion: en una entrevista con el diario The Sun, el delantero Justin Fashanu reconocía abiertamente ser homosexual y aseguraba haberse acostado con un parlamentario inglés al que había conocido en un bar gay de Londres. Con su carrera en decadencia y sin dinero, brindar su testimonio para el sensacionalista periódico londinense le reportó una buena cantidad de libras, pero marcó el principio del fin para su trayectoria.
"La estrella del millón de libras: Soy gay", era el título de la portada con letras gigantes y con la foto de Fashanu. El texto no era casual. Una década antes, el delantero había sido noticia por ser el primer futbolista negro en ser traspasado en un millón de libras, cuando el Nottingham Forest, en ese momento uno de los equipos más poderosos de Inglaterra, se lo compró al Norwich, donde Fashanu brillaba desde los 17 años. En ese equipo había convertido un gol emblemático al Liverpool, elegido el mejor tanto de la temporada del fútbol inglés en 1980.
Pasar del modesto Norwich al poderoso bicampeón de Europa, dirigido por el mítico -y homofóbico- Brian Clough, considerado uno de las más grandes entrenadores de la historia del fútbol inglés, significó un fuerte impacto para el joven Fashanu. Además de que su rendimiento en el campo no era bueno, sus cada vez más frecuentes escapadas a pubs gays molestaban a su técnico, que no dudó en separarlo del plantel. "'¿A dónde vas si querés un poco de pan?', le pregunté. 'Al panadero, supongo'. '¿A dónde vas si quieres una pata de cordero?' 'Al carnicero'. 'Entonces, ¿por qué sigues yendo a ese maldito club de maricones?'", contó el propio Clough en su autobiografía sobre una de sus discusiones con el delantero.
Sin lugar en Nottingham, se marchó a préstamo al Southampton, donde tampoco pudo mostrar lo exhibido en el Norwich, y luego fue vendido al Notts County en poco más del diez por ciento de lo que había sido pagado en 1981. Más tarde pasó al Brighton, donde una grave lesión en la rodilla cerró su etapa en el fútbol inglés. A esa altura Justin ya estaba a la sombra de su hermano menor John, que comenzaba una carrera como centrodelantero que tendría su apogeo a fines de los 80 y principios de los 90 en el Wimbledon, con incluso una breve aparición en la selección inglesa.
Mientras John brillaba, Justin buscaba relanzar su carrera tras una operación de rodilla en Estados Unidos. Las diferencias entre los hermanos, que habían sido adoptados por un matrimonio blanco de clase media dos décadas antes tras ser dejado en un orfanato por su madre, eran cada vez más notorias. "Llegué a ofrecerle 100 mil dólares para que no dijera que era gay", reveló John en el documental de Netflix. "Se convirtió en mi enemigo. Tenía miedo de que la gente pensara que yo también era gay. Yo jugaba en un equipo duro -el Wimbledon-, con imagen de machos rudos, y a los fans le gustaba eso de nosotros", explicó el hermano menor, que tras su carrera de futbolista se dedicó a comentar partidos en diferentes cadenas televisivas.
Peleado con su hermano estrella y con poco futuro como jugador por la edad y la maldita rodilla, Fashanu regresó a la fama con aquella tapa de The Sun y otras entrevistas hablando sobre su sexualidad, pero su vida se convirtió en un tormento diario, con la discriminación y el racismo a cada paso. El Newcastle, en ese momento dirigido por Osvaldo Ardiles, parecía que podía darle una nueva oportunidad en 1991, pero el entrenador argentino no quiso ficharlo. Por eso, de nuevo buscó suerte por Suecia, Australia, Nueva Zelanda y Estados Unidos, donde se retiró sin jugar ni un minuto en el Maryland Mania, aunque parecía que podía reinventarse como entrenador.
En eso estaba cuando un menor de 17 años lo acusó de abuso sexual, en un estado que que por aquellos años consideraba ilegales las relaciones homosexuales, lo que agravaba la situación. Después ser interrogado por la policía, Fashanu se marchó hacia Inglaterra sin ser detenido. Y, tras una breve investigación, las autoridades apuntaban a que todo se trataba de un chantaje.
Sin embargo, Justin no se preocupó demasiado en la evolución del caso. “Me di cuenta de que ya fui condenado como culpable. No quiero ser más una vergüenza para mis amigos y mi familia. Espero que el Jesús que amo me dé la bienvenida y finalmente encuentre la paz”, decía la carta que encontraron junto a su cuerpo, ahorcado en un garage abandonado de Shoreditch, en el norte de Londres, el 2 de mayo de 1998. Su hermano John confesó que todos los días se siente responsable de su muerte.
El 19 de febrero pasado, cuando hubiese cumplido 59 años, el fútbol inglés reivindicó la figura de Fashanu y lo incluyó en el Salón de la Fama. Fue su sobrina Amal, la hija de John, que tenía nueve años en el momento de su suicidio, la que recibió el reconocimiento en su nombre. No se trató de algo casual. Reconocida periodista, Amal produjo un documental para la BBC en 2015 sobre la homosexualidad en el fútbol inglés que conmocionó a la sociedad británica. Además, junto a su padre, arrepentido de sus posturas del pasado, lidera la Fundación Justin Fashanu, que lucha contra la homofobia, el racismo y los problemas mentales en los futbolistas.