La semana pasada circuló por las redes sociales un informe de la televisión alemana sobre el extraño caso de Rosario, con tan pocos casos de coronavirus pese a su millón y pico de habitantes, y ese mismo reporte atribuyó el fenómeno al sistema de atención primaria de la salud pública. El gestor de ese modelo, Hermes Binner, murió este viernes, pasado el mediodía, en una clínica de Casilda. Una neumonía aguda le puso fin a sus 77 años, pero su salud venía deteriorada desde hacía tiempo.
Había nacido en Rafaela, pero maduró en Rosario, adonde vino a estudiar medicina y a descubrir y descubrirse en la política como herramienta de transformación. Desde 1970, como médico en los suburbios de Rosario, primero con el Movimiento Nacional Reformista y después con la refundación del Partido Socialista Popular en 1972, de la mano de su mentor, Guillermo Estévez Boero.
La transformación de la salud pública en la ciudad empezó con él como secretario del área municipal en 1989, en la gestión de Héctor Cavallero. Fue concejal y desde allí llegó a la intendencia de Rosario en 1995. Los rosarinos lo reeligieron en 1999. Su gestión dejó la impronta del modelo de atención primaria que minó los barrios con centros de salud, el programa Crecer -reconocido a nivel mundial- que sirvió para contener y amortiguar el estallido social de 2001, la descentralización de la burocracia municipal por distritos, la apertura de la trama urbana hacia el río Paraná, la generación de una gestión cultural como política de Estado y la inclusión de proyectos para la niñez en un lugar central del presupuesto.
Pese a haber sido el candidato más votado, perdió en 2003 la elección a gobernador ante Jorge Obeid por obra de la Ley de Lemas. Pero ganó con holgura en 2007 dentro del Frente Progresista Cívico y Social, por más del 48% de los votos, y se convirtió así en el primer gobernador socialista de Argentina.
En la provincia intentó replicar rasgos de su gestión rosarina a nivel Santa Fe. Y ahí quedan como legado tres hospitales de alta complejidad y las tasas de mortalidad infantil y de mortalidad materna más bajas de la historia de la provincia. El sistema de grandes acueductos todavía en desarrollo es otro de los proyectos destacados de su paso por la Casa Gris. También los docentes lo recordarán por las titularizaciones masivas de cargos, postergadas por lustros, y en su gestión se llevó a cabo la transformación del sistema de juzgamiento penal en Santa Fe. Pero su gran talón de Aquiles fue la seguridad pública, la autonomía de la que gozó una policía cada vez más contaminada de delitos varios, la intensificación de la violencia urbana, la proliferación de armas en la población civil y el narcotráfico.
Su carrera política continuó con una postulación presidencial con el Frente Amplio Progresista, y obtuvo el segundo lugar, detrás y lejos de Cristina Fernández de Kirchner. Luego fue electo diputado nacional en 2013 y el final llegó con su renuncia a hacer campaña presidencial otra vez cuando la UCR y el PRO se aliaron para formar Cambiemos en 2015.
El año pasado su familia -tuvo cuatro hijos con su primera esposa, y un hijo más en una segunda pareja- lo había alojado en un geriátrico de la ciudad de Casilda, ante el avance del Alzheimer y complicaciones renales. El domingo 21 de junio fue internado en una clínica privada por un cuadro de neumonía aguda. Su diagnóstico de covid-19 dio negativo, pero su salud empeoró sin retorno, y murió este viernes, después de las dos de la tarde. La semana pasada, ante el agravamiento irreversible de su salud, el entorno más cercano del ex gobernador había organizado un aplauso popular para rendirle homenaje en vida.
La ironía del destino hizo que la emergencia sanitaria impida una despedida acorde a la envergadura de este hombre público. Binner dejó su huella en una forma de concebir la política y de gobernar, cualidades que ahora le reconocen hasta los opositores que mientras estuvo activo lo combatieron con saña.