Si hubo un tiempo en que el único deporte universitario que se conocía masivamente en Argentina era el que se veía, con ojos de exotismo, en las películas estadounidenses donde jóvenes protagonistas despuntaban sus pasiones deportivas, aún como trasfondo de la trama fílmica, ese tiempo ya quedó, afortunadamente, atrás. Los casi ocho años de desarrollo de la disciplina desde que en 2012 naciera la Federación del Deporte Universitario Argentino (FeDUA) le han dado un impulso al significativo cruce entre educación superior y deporte y los números lo evidencian: los Juegos Universitarios Argentinos han reunido en sus ediciones a más de 20 mil atletas-estudiantes de todo el país y la delegaciones nacionales a las Universiadas (la segunda competencia deportiva más importante después de los Juegos Olímpicos) pasaron de tener cinco representantes en la edición de 2011 a más de 250 deportistas en las últimas citas, tanto en Nápoli 2019 como en Taipei 2017. En pleno contexto de pandemia, ese impulso dio un paso más: como parte del proyecto "Doble Carrera" -que impulsa la Federación Internacional de Deportes Universitarios (FISU) y que apoya Argentina-, FeDUA está realizando un relevamiento para construir una base de datos de la disciplina, de la que hasta ahora participaron 2400 atletas-estudiantes de todo el país, con el fin de diagnosticar sus problemáticas y realidades y generar planes de acción junto a los ministerios de Educación y Turismo y Deportes, las federaciones deportivas y las instituciones educativas, para que más y más deportistas estudien.
“El deportista que hoy no estudia, está perdiendo el tiempo”, revela su opinión Luciana Angiolillo, taekwondista a quien la posibilidad de estudiar le permitió ser parte de tres Universiadas. Se estrenó en Corea 2015, finalizó quinta en la edición 2017 en tierras taiwanesas y el año pasado se despidió de su última experiencia, porque el evento reúne a jóvenes de entre 18 y 25 años. “Una, como deportista, piensa que el estudio te va a robar tiempo para entrenar, pero es un error pensar eso -explica-. Estudiar es un gran complemento para el deporte: además de abrir puertas laborales a futuro, relacionarte en la Universidad, rendir un final o encarar un trabajo práctico, son cosas que te dan autonomía. Y eso se ve reflejado en la confianza con que una encara el deporte. Incluso ahora en pandemia es un plus: hoy, que no hay objetivos deportivos, el que puede, invierte tiempo en estudiar”.
La deportista de 26 años, que estudia simultáneamente el profesorado y la licenciatura de Educación Física en la Universidad Nacional de La Plata, marca una reflexión fundamental para su carrera deportiva que llegó gracias a su incursión en la doble carrera. “El último año viví muchas frustraciones deportivas. En 2017 había perdido la regularidad en la Universidad, me dediqué sólo a entrenar y me empezó a ir a peor, hasta que el año pasado perdí mi beca deportiva del Enard porque no pude recuperar mis resultados deportivos, cuando yo venía cobrando mi beca desde los 16 a los 24 años. Vivía en una especie de burbuja, hasta que me golpeé contra el piso. Todas esas frustraciones las canalicé en el estudio: si me fue mal en el deporte no quiere decir que me fue mal en la vida. Uno primero es persona; después, deportista. La Universidad me dio una visión más amplia de lo que puede ser la vida”, reflexiona Angiolillo, en un parate de su ajetreado organigrama académico de pandemia, que incluye la cursada de cuatro materias, tres seminarios y dos capacitaciones.
Contra los prejuicios, la visibilización
Emiliano Ojea, presidente de FeDUA, le cuenta a Página/12 que, de los 2.400 deportistas federados que completaron el relevamiento hasta ahora, solamente un 8% no estudian, mientras que un 20% de los que participaron todavía está cursando el secundario. Los atletas que integran esos porcentajes, justamente, son la motivación de la Federación para visibilizar y desarrollar el proyecto “Doble Carrera”, trabajo que esta semana fue resaltada por el Ministerio de Turismo y Deporte, en el marco del Primer Congreso Virtual de Deporte, Actividad Física y Recreación.
Combatir algunos discursos que circulan en torno al cruce de los universos del deporte y la educación es un primer paso importante. Rodrigo Gerhardt, ala pivote de Ferro en la Liga Nacional, estudiante de Marketing y entusiasmado lector, es un militante de la causa por desactivar esos falsos preceptos: “Mis amigos del barrio de toda la vida, que estudiaron o estudian, me dicen siempre: ‘¡Qué suerte que tenés de jugar al básquet y dedicarte a eso!’. Muchos creen que sería mejor si sólo hiciera mi carrera deportiva, no entienden que puedo hacer las dos cosas. Hay cierto prejuicio. En Bahía Blanca, muchos compañeros que estudiaban, dejaban, y entonces me usaron medio de referente, ahora igual en Ferro. Está bueno que veamos que se pueden hacer estas cosas. Eso es algo que también te da el estudio: aprender cosas que nos creíamos que sólo eran de una manera”.
Belén Casetta, olímpica en Río 2016 y última medallista argentina en las Universiadas de Nápoli del año pasado -cuando conquistó la medalla de plata en los 3000 metros con vallas-, comparte su postura. “El proyecto ‘Doble Carrera’ es genial. Es importante que los deportistas sepan de estas oportunidades. FeDUA está constantemente detrás nuestro, haciendo publicidad de nuestra labor y dando a conocer atletas que compiten y estudian. Creo que está bueno mostrar estas realidades, ayuda a que los demás deportistas conozcan y reconozcan a los que hacemos las dos cosas y vean que se puede estudiar, entrenar y competir”, cuenta la atleta marplatense, que simultáneamente lleva adelante las carreras de Medicina y Abogacía.
La reciprocidad deporte-estudio
“El deporte me aporta mucho a la hora de estudiar, sobre todo al concentrarme para aprovechar al máximos los tiempos. Esa misma atención que, como atleta, necesito tener a la salida del taco, al oír el disparo o al atacar una valla, es la misma que le presto al profesor cuando me está dando una clase. La constancia y la perseverancia que adquirí en el alto rendimiento también la aprovecho a la hora de estudiar”, cuenta su experiencia Casetta, que ya está en Tucumán para continuar su preparación rumbo a Tokio 2021.
Gerhardt utilizaba las bromas para llegar a sus compañeros de equipo, cuando la vida previa al coronavirus permitía las tardes entre el mate y la Play. “Fijate que, si no sos Manu (Ginóbili), quizás necesites trabajar en el futuro”, les decía el bahiense, abanderado como alumno durante el jardín y la primaria y como atleta en los Panamericanos Universitarios 2018.
“Los deportistas vemos el trabajo no como un castigo sino como un proceso hacia la meta y, bajo esa óptica, estudiar para dos materias que no te gustan, entre las 50 que tenés en la carrera, es como cuando no te gusta practicar defensa pero igual lo hacés porque tenés que defender el sábado y querés ganar. Pensar cada paso como parte de algo más grande te ayuda a aguantar materias o profes que no te caen bien”, revela Gerhardt, de sólo 23 años. “Lo que te aporta como deportista el estudio es, principalmente, la flexibilidad mental que implica adquirir cosas nuevas -agrega-. En la cancha, te llega información nueva todo el tiempo y uno tiene que tomar decisiones en milésimas de segundos. Entre el deporte y el estudio hay una gran reciprocidad”.
Felicitas Palmou, que integra la Selección Argentina de Gimnasia Artística y cursa en la Universidad de Buenos Aires su primer año de Kinesiología y Fisiatría, aporta una referencia del esfuerzo en esto de la doble carrera. “Al atleta que está en el secundario y quiere estudiar una carrera, le diría que se esfuerce, pero que confíen en que lo va a poder lograr. Siempre pongo de ejemplo a Paula Pareto, que se recibió de médica en la UBA. Si ella lo pudo hacer, como campeona olímpica, lo puede hacer cualquier atleta. Van a tener que esforzarse un montón, eso no se los voy a negar, pero sí, se puede estudiar y ser deportista de alto rendimiento”, explica la deportista porteña.
El crecimiento del deporte universitario nacional
FeDUA nació el 22 de noviembre de 2012 y la fecha no fue aleatoria: ese mismo día de 1949, con Perón como Presidente, se estableció la gratuidad universitaria: al suspenderse el cobro de los aranceles universitarios, lo que se propiciaba era el acceso democrático y universal al conocimiento. Cuando aquel significativo hito de la historia argentina cumplió el año pasado sus 70 años, el deporte universitario festejó sus primeros siete años de desarrollo sistematizado, pero el avance también fue significativo.
“Previa a la existencia de FeDUA, se realizaban unos juegos nacionales cada dos años, pero sólo participaban unas 20 o 15 universidades, que eran las que podían financiar su participación. Hoy, hay 122 instituciones y 20 mil jóvenes compitiendo en cada edición de los Juegos Universitarios Argentinos, que son la política pública del deporte universitario, porque llegan a todo el país. Las Universiadas tienen la cobertura de DeporTV y todas las Universidades Nacionales tienen su área de deporte”, repasa Ojea, cuyo presente también es evidencia de ese progreso. El año pasado, el titular de FeDUA se convirtió a fines de 2019 en miembro del Comité Ejecutivo de FISU, lo que significa que Argentina tiene su lugar en la mesa que decide sobre el deporte universitario a nivel mundial.
A fines de julio finalizaría el relevamiento, que ya lleva hecho un segundo cohorte. Explica Ojea: “La idea es trabajar un proyecto con los ministros de Turismo y Deporte y de Educación a partir de este diagnóstico, que fomente el apoyo institucional, porque de los datos que tenemos hasta ahora esa es la mayor dificultad que expresan los atletas, pidiendo más acompañamiento de las federaciones y universidades a su doble carrera”.
El modelo argentino: federal, público y gratuito
“El modelo argentino de deporte universitario está en construcción -define el titular de FeDUA-. Queremos que sea para todo el deporte en general: que existan desde el Enard o la Secretaría de Deportes propuestas focalizadas en atletas que representan al país, pero con el sistema universitario argentino que tenemos, público y gratuito, podemos llegar a que todos los deportistas puedan estudiar”.
Para Angiolillo, también es un aspecto fundamental: “Que en nuestro país existan universidades nacionales públicas y gratuitas es algo que mencionamos como una obviedad, pero es esencial. Sin este derecho, yo no podría estudiar: mi familia no podría sostener mis estudios ni los de mis hermanos, y yo nunca podría hacerle un aporte al taekwondo como el que estoy haciendo ahora, escribiendo mi tesina sobre este deporte que tanto me dio”.
La estructura federal, apoyada en las distintas Universidades Nacionales, es otro factor esencial del proyecto “Doble Carrera” que esta nueva avanzada intenta profundizar. “Nuestro programa, además, busca que no se pierda el sentido de pertenencia. Tanto en el deporte como en la educación existe la idea de que hay que venir a estudiar o hacer deporte a Buenos Aires para alcanzar el éxito o el alto rendimiento. Y la realidad es que hoy hay universidades públicas y gratuitas con un nivel académico excelente en todo el país: no hace falta que un pibe o una piba se tenga que venir a vivir a Buenos Aires”, señala Ojea.
Aquel o aquella deportista que esté cursando -o quiera hacerlo en un futuro- una carrera de nivel superior y quiera ser parte del relevamiento, puede completar la encuesta de FeDUA , y acercarse al área de Deportes de su institución educativa, a su federación deportiva o a FeDUA ante cualquier inquietud. “Una como deportista está acostumbrada a pararse desde un lugar en el que sólo se ve un camino y nada más: el camino a ser campeón olímpico -reflexiona la taekwondista de la UNLP-. Es importante darse cuenta de que ese camino, en realidad, tiene muchas aristas y perspectivas, y que se puede llegar de muchas formas. En el camino, es lo que te empuja lo que te va constituyendo. Un resultado lo sacás y mañana ya te olvidás, pero lo que no te olvidás es lo que recorriste como persona, y por eso les aconsejaría que estudien; les aseguro que no están perdiendo el tiempo”.