Protagonista de la política salteña desde 1987 cuando se convirtió por primera vez en senador, lleva 33 años ininterrumpidos ostentando un cargo electo entre el Senado y la gobernación salteña y llegará a 38 cuando venza su actual mandato en la Cámara Alta.
A pesar de desempeñarse la mayor parte de su vida profesional en el ámbito estatal, no cree en un Estado que intervenga en la economía, sino que garantice estabilidad macroeconómica, “como en Paraguay o Perú”. Para el ex gobernador, Vicentín ni ninguna empresa va a la quiebra por maldad, “sino por errores y las circunstancias de un país”.
Juan Carlos Romero está en contra de un posible impuesto a las grandes riquezas, pero a favor de una reforma impositiva para que las empresas paguen menos impuestos, lo que para él incentivaría la producción.
Actualmente plantado como opositor, lejos quedó el año 2007 cuando llegó al Senado en la lista que encabezaba Cristina Fernández como candidata a presidenta. En la última sesión, durante el debate para crear una comisión investigadora por el caso Vicentín, embistió fuerte contra el oficialismo. Sus dardos fueron dirigidos principalmente al kirchnerismo, al extremo de innvocar el tratado de Irán, las causas de Cristobal López y hasta la muerte del fiscal Alberto Nisman para desestimar la investigación a la empresa santafesina.
Al mismo tiempo reconoce todas las medidas sanitarias que tomó Alberto Fernández para enfrentar la pandemia de la Covid-19 y en su apertura para apoyar a los municipios del interior.
Durante su gestión como gobernador (1995 - 2007) se forjó bajo su protección una nueva generación de referentes políticos, entre los que se incluye Juan Manuel Urtubey, con quien se enfrentó en una elección y fue derrotado.
Ahora la continuidad del romerismo tiene como principal figura a su hija, la intendenta Bettina Romero, sobre la que dijo que apoya su esfuerzo y gestión, pero que deberá esperar para llegar al Grand Bourg. Al respecto confía en la gestión de Gustavo Sáenz y cree que será gobernador de Salta un período más.
Romero acompañó plenamente la gestión presidencial de Mauricio Macri, y fue integrando su lista que consiguió la tercera reelección consecutiva a la Cámara Alta el año pasado. Su principal crítica al ex presidente está vinculada a la forma de entender la política. “Yo no creo en el cuento de la nueva política, es un eslogan, una frase, la política es política, ni nueva ni vieja”, aseguró, y agregó que faltó diálogo, convocatoria y acuerdos políticos duraderos, “que ellos se ve que no creían en eso”.
Finalmente el ex candidato a vice presidente de Carlos Saúl Menem no dio detalles sobre su futuro político, "el tiempo lo dirá", sentenció.
La entrevista se hizo mientras decoraba con plata una funda para su cuchillo en el taller de orfebrería de Roxana Liendro, su maestra en este arte. Asume que reparar cosas y trabajar el metal es una de sus pasiones y la utiliza para descargar nervios. “De acá me voy a seguir aprendiendo italiano”, contó.
-Hablemos de la coyuntura del país en la pandemia.
-Yo lo que veo es que en el mundo entero es prueba y error, porque nadie estaba preparado en cómo enfrentar este virus. Pero creo que en Argentina lo positivo, dentro de tantas cosas negativas, fue apoyar al tratamiento sanitario de la pandemia por parte del Gobierno nacional. Creo que se coordinaron políticas públicas acordes, y con el tiempo se va a ver si hubo apresuramiento y errores, pero en el momento, cuando se piensa en evitar males peores, fue exitoso. La muestra está en cómo les fue a otros países. Tenemos un parate económico pero muy pocos muertos que lamentar, sobre todo en países como los nuestros, que le damos mucha importancia a los afectos y a la vida.
-El rol del Estado...
-Creo en un Estado presente, pero que no debe interferir porque es mal actor económico. No por culpa del Estado, sino porque los argentinos tenemos una conducta muy dispersa y muy poco proclives a trabajar en equipo. No veo un Estado que crea que puede hacer todo, entre otras cosas porque tampoco hay dinero, no hay recursos para eso. Un país pobre, con una recesión económica que arrastra de muchos años, con un déficit y caída del producto bruto, no puede hacer más.
Entonces, que nos pongamos a intervenir en la economía (piensa). Yo creo que el Estado está muy bien protegiendo a los desocupados como hace ahora, pero tampoco esa es la solución, no podemos tener un país donde el 40% sea pobre y creamos que vamos a acabar con la pobreza con los planes sociales. Estoy convencido, y es un ejemplo mundial, que de la pobreza se sale con producción y con trabajo, no con ayuda social, que es un paliativo para las personas con discapacidad, jubilados y los que no pueden trabajar.
No puede ser que en la Argentina, desde el restablecimiento de la democracia, lo único que hayamos visto es crecer la pobreza, quiere decir que en algo nos hemos equivocado y cada uno tiene que hacer su mea culpa. Es una falla Argentina, no sirve de nada echarle la culpa a tal gobierno o tal otro, de esos que dicen que la culpa es de Macri, del peronismo, del kirchnerismo, no sirve echarnos la culpa entre todos, no ganamos nada con buscar culpables, hay que ponerse a trabajar para resolver las cuestiones económicas. Para mí el mayor déficit, así como la democracia tiene otras ventajas como la libertad, es no haber podido acabar con la pobreza y estoy convencido de que cualquier medida estatista, de mayor intervención y gasto público, va hacer aumentar la pobreza y no bajarla.
-Entonces usted no está a favor de la intervención de Vicentín.
-Claro, no es la forma, hay otras modalidades, lo dije cuando se expropió YPF. Para mí la forma no era expropiarla, sino comprarla en la bolsa, haciendo lo que se llama una oferta hostil. Tomamos el camino más equivocado y eso genera consecuencias negativas y juicios por todos lados, y lo mismo va a pasar con Vicentín. Ojo, yo estoy de acuerdo que siga siendo una empresa argentina, pero busquemos a los grandes capitalistas del país y que inviertan, que tengan confianza. Pasa que tienen temor a que en seis meses también lo expropien. Nadie va a la quiebra por maldad, sino por errores y las circunstancias de un país que tenía un 70% de tasas bancarias de interés y pasó de un dólar de 15 a 40 y de ahí a 60 y hoy está a 120. En ese contexto ninguna empresa puede aguantar.
Tenemos que tener una política de confianza de estabilidad macroeconómica, no estoy hablando de Suecia, sino de países como Paraguay, Perú, Colombia o Chile, que a pesar de los problemas sociales que tiene, macroeconómicamente es un país que tuvo estabilidad desde los 90´hasta ahora.
-Usted ya manifestó su oposición a un impuesto a las grandes riquezas. El Presidente habló de una reforma impositiva más integral.
-Correcto, yo creo en una reforma impositiva que estimule la inversión y no la especulación. Si alguien tiene bonos y le es más fácil que ponerse a sostener una fábrica o construir viviendas, hay que alentar, como hacen otros países, para que paguen menos impuestos. Acá hay que andar pagando impuestos en cada esquina.
A mí me pareció que lo del impuesto a las riquezas era como una especie de castigo a los ricos, por eso nosotros (del bloque Juntos por el Cambio) propusimos hacer un Impuesto Patriótico, que es el mismo, pero en lugar de caer en el gasto del Estado, que vaya a un fondo donde cada uno dice qué va a hacer con el dinero. Entonces lo recauda la AFIP y yo tengo un crédito de impuestos para ampliar una fábrica por ejemplo.
-¿Cómo evalúa la gestión de Gustavo Sáenz?
-Bueno, yo pertenezco al mismo espacio político y venimos trabajando juntos hace ya muchos años cuando teníamos un enfrentamiento muy grande con el modelo de Urtubey, el gobernador anterior. Entonces construimos una manera diferente que se plasmó en el triunfo de Sáenz en 2015 en la municipalidad y después llegó a gobernador. Obviamente que todavía no hay un gran lanzamiento de ideas económicas, no porque no existan, sino porque la pandemia tiene concentrado a todo el mundo en esto. Pero yo tengo confianza en Sáenz, es un hombre que no despierta pasiones encontradas. Pero obviamente que hay que avanzar y concertar políticas, como la reforma constitucional para limitar los mandatos.
-¿Lo ve gobernando cuatro años más?
-Tiene las condiciones y puede. Yo creo que va a demostrar que puede hacer muchas cosas cuando salgamos de esta pandemia
-Bettina Romero...
-Yo la veo muy bien, que se está haciendo mucho trabajo, pero está en la misma situación, esta pandemia no deja demostrar los resultados. Claro que me gustaría que puedan llegar más planes nacionales como agua potable o saneamiento, pero van a arribar porque hay voluntad del Gobierno nacional de ayudar a los municipios.
-¿Usted piensa que la atacan por ser mujer?
-Bueno, ella está convencida de eso, yo creo que hay todavía en Salta mucho de machismo y seguro que se le tiene menos tolerancia. Pero hoy en día las mujeres están en condiciones de enfrentar situaciones difíciles de igual a igual, así que, si alguien tiene una actitud de ese tipo se va a tener que reconvertir, porque las mujeres y ella también, no van a aflojar, y en buena hora.
-¿Qué opina de los dichos del periodista Mario Peña contra ella?
-(Risas) No, no le doy importancia, fue un exabrupto que fue muy censurado en todo el país. El es un hombre antiguo y no se da cuenta cómo cambian los tiempos. Cuando yo era chico él ya era un hombre muy mayor, me imagino que ya se estará por retirar, no sabía que estaba todavía en el aire (dice mientras ríe).
-¿Bettina puede disputar la gobernación en 2023?
-No, eso está muy lejos todavía y pienso que no va a haber cambios en las próximas elecciones. Obviamente todo puede pasar, pero yo confío en el éxito del actual gobierno provincial y que el frente que tenemos siga unido.
-Juan Carlos Romero y su futuro...
-Yo tengo unos años en el Senado y después deberé retirarme. Pero el tiempo lo dirá.
-Macri y Urtubey ¿Los ve disputando nuevamente?
-Yo aprendí con la edad que nadie está muerto en política. Cada uno tendrá que rendir cuentas de su gestión y lo que dejó, la gente lo evaluará.
-¿Qué error le marca a la gestión de Mauricio Macri?
-Si es por decir un error, creo que le erraron en la política. Yo no creo en el cuento de la nueva política, es un eslogan, una frase, la política es política, ni nueva ni vieja. Lo que pueden ser viejos son las conductas, pero cerrarse, no dialogar y no convocar a otros sectores creo que fue un error, además de lo que puede ser técnicamente la economía, porque este es un país difícil. Pero faltó política, diálogo, convocatoria y acuerdos políticos duraderos, que ellos se ve que no creían en eso.