El Presidente de la Conferencia Episcopal Argentina (CEA), Oscar Ojea, se refirió a la posibilidad de poner en marcha un "salario universal de emergencia" como una forma de hacer frente a la crisis planteada por la pandemia y recordó también que el papa Francisco y organismos de Naciones Unidas se manifestaron positivamente frente una medida de ese tipo. También se expresó respecto de la necesidad de "sentarnos todos a la mesa" para analizar la situación y buscar salidas consensuadas a la crisis. El titular de la CEA y obispo de San Isidro formuló estas declaraciones en un video difundido por la Oficina de Prensa del Episcopado y en el cual el obispo reflexiona sobre el impacto de la crisis sanitaria.
“En este contexto --dice Ojea-- el papa Francisco nos ha hablado de la posibilidad de instaurar un salario universal de emergencia, no sólo para aquellos que trabajan en la economía popular, sino para tantos trabajadores informales que tienen trabajos precarios y que no tienen cobertura social", expresándose en términos similares a los adelantados por algunos funcionarios nacionales, en particular por el Ministro de Desarrollo Social, Daniel Arroyo.
"Esta propuesta --siguió diciendo el obispo respecto de salario universal-- ha sido apoyada por la Comisión para América Latina de las Naciones Unidas", para asegurar que "hay una gran sensatez en sentarnos para pensar, y 'repensar' el mundo que vamos a vivir, para regenerarlo, para volverlo a hacer de nuevo y aprovechar esta oportunidad". Según Ojea no se trata de "echarnos las culpas unos a otros" ni de "acentuar nuestras divisiones y nuestras heridas históricas, porque ante un peligro común tenemos que unirnos". El obispo católico pidió aprovechar los ejemplos de Manuel Belgrano y de fray Mamerto Esquiú, "dos figuras que amaron tanto a la Patria y que amaron inmensamente a los pobres", para "poder plantear para el país una mesa grande en la que nos podamos sentar todos para pensar como salimos”.
El obispo de San Isidro sostuvo que "hoy es el peligro de la pandemia que se ha salido de madre, que no podemos controlar", pero "mañana será el gran problema del hambre y de la desocupación". Por tal motivo, continuó, "tendríamos que sentarnos todos a la mesa a repensar, incluso aquellos que trabajan en la economía popular, que no pueden seguir recibiendo subsidios considerándose como asistidos, sino que tienen que participar activamente del proceso y sentarnos todos para poder escucharnos y unirnos en el ´cómo salimos de verdad de este atolladero´ sin acentuar aquello que nos divide". Porque "hay un cansancio muy grande en nuestra gente cuando acentuamos esto”, insistió.
El presidente de los obispos católicos dijo también en su reflexión que "nos habíamos acostumbrado a vivir en un mundo enfermo según dijo el papa Francisco y no podemos seguir acostumbrados a esto" porque, subrayó, "no se trata de pensar que la pandemia es un paréntesis y que después del paréntesis vamos a volver a la normalidad”.
El obispo destacó además que "se están dando tantas cosas muy buenas en las comunidades" y para ratificarlo recordó que “tuve la dicha como Obispo de San Isidro de ser testigo de cómo los soldados en Campo de Mayo cocinaban y entregaban alimentos a un barrio de nuestra diócesis (San Jorge), en medio de Don Torcuato, y me pareció un ejemplo conmovedor".
"Por eso en esa mesa para pensar el futuro -recalcó Ojea- tenemos que repensar que no todo va a depender del Estado o del mercado sino que activamente tienen que participar las personas y las comunidades, los que nos están dando ejemplo y que están de pie para trabajar, para servirse, para atender al prójimo, esas comunidades que nos llenan de orgullo”.
En el video mensaje Ojea también retomó la preocupación del papa Francisco por el cuidado de la naturaleza y el ambiente y las críticas al sistema económico dominante. “Los jóvenes saben, porque la pandemia ha desnudado una enorme desigualdad y el maltrato que hemos tenido con el planeta, que el paradigma tecnocrático, que nuestro sistema de vida ha mostrado sus fisuras y sus grandes límites", señalando la necesidad de "pensar juntos en cambios profundos de estilos de vida, en cambios de hábitos de consumo, en el modo de relacionarnos unos a otros, en el modo de cómo tratar el planeta".