La semana pasada el Instituto Nacional del Teatro (INT) anunció una enorme noticia: después de dos años de interrupción volvió el Concurso Nacional de Obras de Teatro, esta vez en su 22º edición
. En esta oportunidad, y con la intención de “visibilizar producciones que existen y no llegan a publicarse”, será destinado únicamente a “dramaturgias escritas por mujeres”. Eso indica el reglamento del certamen que estará abierto para autoras de todo el país hasta el 18 de agosto y que también contará con un jurado íntegramente compuesto por mujeres.
Pensado como reparación histórica por el organismo de fomento a la actividad teatral, el certamen sin embargo fue objetado por autoras de distintas provincias por entender que ejerce una “discriminación positiva”. El debate fue planteado inicialmente desde la comisión de género de PIT, la flamante agrupación que nuclea a profesores de teatro de CABA, que opinó que “dedicar un año a las ´mujeres´ (término que excluye a lesbianas, trans y no binaries que no se autoperciben mujeres) no soluciona ni acorta la brecha, sino que la acentúa.”
El planteo parte de la base de entender al certamen como un “aliciente” que no resuelve “la cuestión de base”. Para quienes firmaron la declaración que pronto será entregada como carta formal ante el organismo colegiado, ésta se encuentra arraigada en los criterios de selección. Así, entre otras cosas postularon como necesario “alentar a que mujeres, lesbianas, trans, travestis y no binaries se presenten a los concursos, proponer un jurado con pensamiento diverso puesto que ser "mujer" no implica tener nociones contemporáneas de feminismos y transfeminismos y elaborar un manual/guía/manifiesto para que cada jurade lea antes de jurar con los criterios de selección que sean inclusivos estéticamente y también en cuestiones de géneros y diversidades”.
Consultadas por Página/12, distintas dramaturgas dieron su parecer sobre este aspecto. Soledad González, dramaturga y docente de la Facultad de Artes de la Universidad Nacional de Córdoba, opina por ejemplo que para “desactivar la retórica cínica patriarcal” tiene que haber una política “que asuma la contingencia permanente, porque esto no se resuelve con una práctica puntual”. En ese sentido, piensa que es importante que se favorezca “la máxima alternancia y diversidad de género en los jurados evaluadores”. “En términos fácticos, en la edición 19 del concurso yo misma he ocupado el casillero de la diversidad por Córdoba, pero antes, y por casi 20 años, los jurados por esa provincia fueron siempre hombres, algo que decidió este instituto de fomento de la cultura que es público”, recuerda.
En línea con ella argumenta Daniela Ruiz, actriz y directora de la Organización 7 Colores Diversidad, que cuenta que como trabajadora travesti de la cultura no se sintió incluida en el certamen. “El planteo excede al concurso, al que vemos como algo vetusto. Tiene que ver con la transversalidad, en todos los lugares, de una perspectiva feminista, comunitaria, no verticalista. La mayoría de quienes siguen acaparando los lugares son directores y dramaturgos varones. En ese marco exigimos que para repensar los lugares de poder haya un diálogo con nosotras”, desliza.
La respuesta del Consejo Editorial del Consejo de Dirección del INT fue de apertura frente al debate generado. Sus representantes ya decidieron volver a reunirse con PIT una vez que la carta sea presentada (ya se reunieron la semana pasada por otro tema), y en diálogo con este diario aseguraron que “el intercambio es valioso y siempre suma para seguir aprendiendo”. Lo dijo Patricia García, integrante del Consejo y promotora del Concurso, para quien “las perspectivas no están cerradas porque siempre hay que estar abiertos al diálogo”.
“La idea fue hacer una propuesta que respondiera a políticas diversas y abarcadoras que sin dudas superan la simple propuesta de un concurso. Desde una mirada federal vimos que las dramaturgas tenían una participación menor en los concursos que veníamos haciendo y por eso se pensó una convocatoria específica para este colectivo, para visibilizar esa producción que exististe pero que por distintas causas no llega a publicarse. Las realidades en muchos puntos del país son muy complejas para esas compañeras”, cuenta. Y asegura que “el concurso está destinado a todxs lxs mujeres que se perciban como tal” y que “no se harán discriminaciones desde ese lugar”.
Consultada por otras políticas de igualdad que el organismo ha desarrollado o al menos intentado, García destaca la instauración de cupo de género en los concursos de Representantes Provinciales, en la nómina del Comité de Selección de Jurades y en el Concurso de Jurades Nacionales de calificación de proyectos, entre otras instancias. También la incorporación progresiva del lenguaje inclusivo en las convocatorias a subsidios y la flamante incorporación de veedoras designadas por el Ministerio de Mujeres, Géneros y Diversidad para la revisión de los concursos ya publicados en su página. Por último, menciona el trabajo que están haciendo las representantes mujeres en torno a un Observatorio de Género dentro de la institución.
“Por supuesto nos falta mucho y tenemos deudas como la inclusión de diversidades o el análisis de datos estadísticos en torno a participación concreta de mujeres y diversidades en nuestras distintas instancias. Pero estamos abiertas al diálogo porque la intención es seguir avanzando en el camino de las políticas inclusivas que ahora por suerte nos propone el flamante ministerio”, cierra García, quien reafirma el concurso y también piensa que hay que terminar con “todo sesgo patriarcal”.