El proyecto estuvo años guardado en un cajón, hasta que en el 2017 vio luz verde gracias al concurso Historias breves del Instituto Nacional de Cine y Artes Visuales (Incaa).
La filmación se hizo en cinco días intensos, en los más de 2800 metros de altura que hay en el paraje El Alfarcito.
Pero finalmente la espera y el esfuerzo tuvo su premio y el corto "Hay coca" se consagró ganador la semana pasada en el Séptimo Festival de las Américas de New York en Estados Unidos (The Americas film festival de New York).
Salta/12 dialogó con su director, José Issa, quien se mostró agradecido por ganar en la terna de Mejor corto de ficción. “Un abrazo fuerte desde aquí, desde el rincón tan lejano, pero con el mismo deseo de hacer cine”, manifestó a través de un video que se dio a conocer en la transmisión online del Festival debido al contexto de pandemia que se vive.
En la entrega del premio, el escritor Carlos Velázquez, que estuvo a cargo de dar a conocer la terna, sostuvo que “Hay coca” ganó por su “bella cinematografía y actuación con maestría”. La producción audiovisual contó con la actuación de Cástulo Guerra (74) y Roly Serrano (65) y como locación se utilizó mayormente el paraje El Alfarcito, ubicado en la Quebrada del Toro, en los cerros del departamento salteño de Rosario de Lerma.
La historia se centra en los años previos al inicio de la última dictadura cívico militar en la Argentina. Es 1970 y Richard, el personaje de Guerra, huye hacia el norte de Salta junto a un paquete que debe llevar a la localidad de Tolar Grande. Ya en la puna salteña, se encuentra con su amigo de toda la vida, Victorio, interpretado por Roly Serrano. Tras disfrutar del encuentro, Richard fallece al día siguiente y Victorio decide emprender el camino para que ese paquete que nunca abrió llegue a destino.
Para el jurado de "La Gran Manzana” se trató de una muestra del “aspecto mágico de la vida tradicional de los Andes conectada con las hojas de coca”. Fue un “viaje maravilloso hacia el centro de los Andes en tiempos de una dictadura represiva” y que “está motivado por la amistad y la vida misma”, leyó Escobar. En esa línea, su director afirmó que “se trata de un canto a la amistad” y un “tributo a la autodeterminación a raíz del afecto y el compromiso que puede generar la amistad o el valor de otra persona”. “Es un absurdo porque acá hay una exaltación a la nobleza de la amistad”, destacó Issa.
“Hay coca” hace el cruce de dos mundos. Aquel que Richard transportó en su paquete y que referencia al mundo cinematográfico y el camino que debe recorrer Victorio por los ferrocarriles de la puna. Ambos espacios, se cruzan dentro de un mismo contexto de opresión, como lo son los gobiernos dictatoriales.
Issa, dijo que se trata de “un encuentro del mundo ferroviario y artístico siendo que los dos han sido víctimas de un sistema dictatorial que los ha censurado”. Y que es en el vínculo entre los amigos que “se trasciende la oscuridad que pretenden imponer los gobiernos que se apropian de los pueblos”. En ese aspecto, encontró una palabra común: la coca.
Dijo que la presencia de la palabra coca tiene dos referencias. La primera, a la coca de coquear y la segunda, a la artista Coca Sarli. En el primer caso, “la coca está mencionada como un símbolo de fraternidad”. Además, representa el símbolo de lo que significa "la tierra de uno y la fortaleza de ello", y es el que tiene más presente Victorio. Y en el caso de Sarli, aparece como un elemento artístico cultural que todo argentino conoce y que transportaba Richard.
La dificultad de filmar en la puna, donde existe un clima frío y seco, representó un desafío para todo el equipo. “No solo era el paisaje sino toda la sensación de filmar ahí. Te ponía acorde a la sensibilidad que estabas buscando porque el equipo estaba viviendo lo que Victorio vivía en relación a la travesía en la puna”, relató Issa.
Por ello, agradeció la generosidad de Guerra y Serrano, quienes se entregaron al rodaje a pesar de las dificultades climáticas. “Se hizo como un corto amable porque ellos se habían brindado y era una presión que de alguna manera me jugó a favor porque tenía que corresponder esa solidaridad”, expresó.
Consideró que, dentro de este contexto de pandemia, “en donde necesitamos sacar lo mejor del espíritu humano”, el corto “viene a ser una herramienta de expresión clave”. Su rodaje de cinco días intensos en la puna se produjo en 2018, pero Issa dijo que su proceso de preproducción fue de más de cuatro años.
El corto ya había sido galardonado como mejor cortometraje de drama (Best Foreing Drama Short) en el Festival Internacional de Cine de Kentucky en Estados Unidos. Y el Hollywood South Film Festival 2019 premió como mejor actor (Best Actor) a Roly Serrano.
La incertidumbre del audiovisual
Según Issa, la industria del cine guarda una palabra que es la “peor” de todas y esa es la incertidumbre. “Nos mata la incertidumbre de no saber cómo o cuándo se vuelve a escribir un guión”, ejemplificó. Y en ese sentido, dijo que sí uno guardaría algún tipo de definición, las alternativas se podrían gestar. “Esta cuestión de estar esperando, es desesperante”, expresó debido a las etapas de prevención que se conoció por el nuevo virus de la Covid-19.
Consideró que su incertidumbre va en la misma dirección con lo que sucede con el Incaa. Y es que la mayor fuente de ingresos del Instituto es el Fondo de Fomento Cinematográfico que se compone del 10% de cada entrada de cine, el 10% del precio de venta de videogramas grabados y el 25% de lo recaudado por el Ente Nacional de Comunicaciones (Enacom). Esto de acuerdo a la Ley 24.377.
“Al no poder recaudar no se puede proponer nuevo concursos”, alertó Issa tras el cierre de los cines. Sostuvo que, si se lo considera como un arte del espectáculo en relación a los cines y los espectadores, “es un duro golpe”. El Incaa, tiene como principal actividad el fomento a la actividad audiovisual y “estar esperando que salgan concursos y apoyo es angustiándote”.
Situándose en Salta, el director manifestó que en la provincia “se han perdido magníficas oportunidades de generar estructuras de financiamientos” sobre los proyectos obtenidos a través del Instituto. Para Issa, los proyectos ganadores que no han sido captados por la industria local, “pierden la oportunidad de mostrar su cultura y turismo y muchas cosas que hacen que la rueda sea virtuosa” en favor del trabajador audiovisual. “Sabemos que se mueve un aparato mucho más grande y por eso, hay una necesidad que cubrir y que eso se traduzca en trabajo local”, finalizó el director.