Como toda la oposición macrista, el diputado riojano macrista Julio Sahad, hoy contagiado de coronavirus y aislado en un hotel de su provincia, quiso diferenciarse. Y no tuvo mejor idea, el 27 de abril, que publicar un tuit en el que se lo ve viajando a Buenos Aires para pedir que el Congreso funcione de manera presencial a pesar del riesgo de contagios.
El problema es cuando un argumento es desmentido por la realidad. Después de la última sesión en la que estuvo en el recinto de cuerpo presente y durante varias horas, el legislador de hisopó y descubrió que tenía coronavirus.
El tema no terminó ahí: de manera inmediata y como el coronavirus, ya se sabe, es como la mancha venenosa, todos los que tuvieron contacto estrecho (de más de 15 minutos) con él se tuvieron que hisopar y esperan resultado, se tuvo que proceder a la desinfección del recinto y el presidente de la Cámara, Sergio Massa, está trabajando en un nuevo protocolo.
Por eso el dicho: uno es dueño de sus silencios y esclavo de sus palabras. Después de su recuperación, es probable que si tiene cierto grado de sensatez, el legislador reconozca que minimizó los riesgos.