Las principales dificultades que afrontaron les trabajadores del arte y la cultura en el país durante el primer mes de aislamiento social, preventivo y obligatorio fueron la cancelación de actividades culturales y su correspondiente pago, la no percepción de ingresos por dichas actividades y la imposibilidad de pagar alquileres y servicios. Los datos se desprenden de la primera parte de la Encuesta Nacional de Cultura que realizó el Sistema de Información Cultural de la Argentina (Sinca), dependiente del Ministerio de Cultura de la Nación, en torno a una de las actividades más afectadas por la irrupción de la Covid 19.
En esta primera instancia se analizaron las respuestas obtenidas durante el primer período en que el cuestionario estuvo disponible (entre el 6 y el 27 de abril), según un comunicado de prensa de la cartera. Con los datos obtenidos, se generaron dos universos: uno compuesto por trabajadores culturales (trece mil casos) y otro por organizaciones (dos mil doscientos casos). Las personas que respondieron la encuesta, en su mayoría, residen en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, en la Provincia de Buenos Aires y en el centro del país (Córdoba, Santa Fe, Entre Ríos), y tienen entre 19 y 49 años. La población más afectada es la que trabaja en el circuito independiente, sin ingresos estables (un 32 por ciento).
La encuesta apuntó a indagar sobre los efectos de la pandemia en el sector cultural: las principales problemáticas y necesidades, las alternativas que encontraron los artistas y gestores culturales para subsistir en este contexto de crisis sanitaria, y averiguar cuáles son los principales gastos e ingresos con los que cuentan. “El estudio da una importante información de referencia sobre algunos de los perfiles culturales más vulnerados y las estrategias que están implementando en el contexto de pandemia”, informan desde la cartera que comanda Tristán Bauer.
El relevamiento también va un poco más atrás e indaga sobre los problemas frecuentes en el ámbito cultural, previos a la pandemia. En este sentido, la problemática mencionada con mayor frecuencia en el último año es la búsqueda de ingresos alternativos. De hecho, el 40 por ciento de los encuestados no percibió ingresos del campo cultural con frecuencia en el último año y el 37 por ciento experimentó con frecuencia retrasos en el cobro por trabajos realizados.
Además, el 58 por ciento se desempeña en el circuito cultural independiente; y un tercio (34 por ciento) de ellos nunca trabajó en el circuito oficial ni comercial. Un 43 por ciento de las personas que poseen ingresos estables trabaja con frecuencia en el circuito oficial. No obstante, nueve de cada diez trabajadores independientes no cuenta con un ingreso estable. La mayoría de las personas encuestadas vive de su trabajo en el ámbito cultural (56 por ciento) y entre quienes no viven de él (36 por ciento), el 67 por ciento percibe ingresos de otros trabajos no vinculados a la cultura.
Apenas comenzó el aislamiento social, la mayoría de los trabajadores culturales encontraron en la virtualidad no solo una posibilidad de expresión, sino también una forma de “monetizar” su trabajo. Según los números, la mitad de las personas encuestadas intentó adaptar su actividad cultural a la modalidad virtual (conciertos, talleres, clases, seminarios), pero un 42 por ciento considera que ése cambio es factible sólo parcialmente, mientras que un 18 por ciento directamente lo ve impracticable. En tanto, solo un cinco por ciento de los encuestados recibió ayuda económica del Estado.
Un porcentaje importante de las personas que respondieron la encuesta se desempeña en los sectores vinculados a música y teatro. "Pero las categorías transversales Formación y Gestión Cultural también presentaron un elevado nivel de respuestas", especifican en el informe. En algunas actividades como operación de equipos técnicos (sonido, iluminación, etc.), las mujeres representan apenas el 22 por ciento. En cambio, su representación es mayor en actividades como enseñanza, realización de actividades culturales comunitarias, investigación artística, curaduría de obras, y preservación, difusión y restauración de patrimonio cultural.
En cuanto a las organizaciones culturales encuestadas, solo el 33 por ciento posee personería jurídica (la mitad se encuentra bajo la figura de Asociación Civil). Los principales ingresos de las organizaciones provienen de la venta de entradas, las actividades de formación, los eventos culturales y los subsidios estatales (ingreso mencionado por casi un tercio de las organizaciones consultadas). En los últimos doce meses, el 45 por ciento de las organizaciones tuvo que buscar ingresos alternativos para sostenerse.
Entre las dificultades surgidas específicamente como consecuencia del aislamiento social las más mencionadas son el atraso o la imposibilidad de realizar pagos de servicios, alquileres, sueldos/honorarios e impuestos. Para generar ingresos en este marco, las estrategias más empleadas consistieron en la realización de actividades en formato virtual (42 por ciento): creación y distribución de contenidos culturales en formato virtual, publicidad en redes, venta online (anticipada o por delivery), funciones y visitas virtuales. No obstante, un 18 por ciento de las organizaciones solicitó alguna clase de ayuda al Estado.
Según el Ministerio de Cultura, “es fundamental contar con información completa, rigurosa y certera para el diseño de estrategias y herramientas de gestión que hacen a una política cultural pública de calidad y que abarque a todos los argentinas y argentinos”. Durante este contexto de emergencia sanitaria, el Ministerio se abocó a implementar líneas de fomento, programas de apoyo y subsidios para el sector. Sin embargo, desde el campo cultural se espera la implementación de políticas más firmes y profundas que generan las condiciones para sostener la actividad a largo plazo.