Un juez de San Isidro ordenó el traspaso a un régimen de detención semiabierto para Carlos Eduardo Robledo Puch, el máximo asesino de la historia criminal argentina, que lleva 45 de sus 65 años de vida preso.

La decisión fue tomada anoche por el juez de Ejecución de la Cámara Penal sanisidrense, Duilio Cámpora, que hizo lugar a un pedido del defensor general oficial de ese departamento judicial, José Luis Villada. En su fallo, el juez notificó al Servicio Penitenciario Bonaerense (SPB) que deberá informar “trimestralmente” los “avances y particularidades” de Robledo Puch en sus nuevas condiciones de alojamiento y que el interno deberá recibir acompañamiento terapéutico de un psicólogo y un psiquiatra.

El magistrado también instó al SPB a que ponga a disposición del detenido “quehaceres que coayuden a su resocialización” como la práctica del ajedrez y otras “tareas recreativas”.

En octubre del año pasado, la Suprema Corte de Justicia de la provincia de Buenos Aires ya había ordenado al juez de Ejecución Penal de San Isidro que se adoptaran “las medidas pertinentes” para que el detenido fuera derivado de un ámbito cerrado a otro menos riguroso “que lo vaya preparando para la vida en libertad”. Esta decisión fue en repuesta a un requerimiento del defensor de Casación, Ignacio Nolfi, quien había interpuesto dos meses antes un recurso extraordinario en el que solicitaba la libertad por agotamiento de pena con el argumento de que, “luego de una vida de encierro –más de dos tercios de aquella– los jueces intervinientes mantienen a Robledo Puch en un limbo de indeterminación, constituyendo esto un tormento, algo prohibido expresamente por nuestra Constitución Nacional”.

Sin embargo, la Suprema Corte, con el voto de los jueces Daniel Soria, Hilda Kogan, Héctor Negri y Eduardo Pettigiani, rechazó el pedido de agotamiento de pena y la pretendida inconstitucionalidad de la accesoria de reclusión por tiempo indeterminado.

En mayo de 2016, Robledo Puch ya había sido trasladado desde el penal de Sierra Chica a la Asesoría Pericial de San Isidro para ser sometido a distintos estudios médicos.

Robledo Puch fue condenado el 27 de noviembre de 1980 a “reclusión perpetua con la accesoria de reclusión por tiempo indeterminado” por la Sala I de la Cámara de San Isidro que lo encontró culpable de 11 homicidios, entre otros delitos que incluyeron asesinatos, robos y violaciones entre mayo de 1971 y febrero de 1972.