Carlos Pagni utiliza un larguísimo editorial para abrir su programa, por el canal de cable de La Nación, que quizás deba su nombre, Odisea Argentina, a la que se ven obligados a atravesar sus oyentes para decodificarlo. El del lunes a la noche partió de la economía y pasó por la pandemia, Vicentin, la deuda y la política exterior para terminar en Cristina Kirchner, pero seguramente va a ser recordado por el segmento dedicado al coronavirus. No por los balbuceos de Pagni, sino por las reacciones que desató en varios expertos, entre ellos el doctor en Ciencias Químicas Rodrigo Quiroga, investigador del Conicet y especializado en bioinformática cuyo nombre se hizo nacionalmente conocido por su seguimiento de los números de la epidemia. Otros de los que salieron al cruce fueron el doctor en matemática Daniel Penazzi y el biólogo molecular Ernesto Resnik, que actualmente dirige en Estados Unidos el desarrollo de anticuerpos monoclonales en una empresa de biotecnológica.

Las críticas, publicadas en Twitter, se concentraron en el intento de Pagni de reflotar las teorías de “inmunidad de rebaño”, ya abandonadas en todo el mundo tras las catástrofes que provocaron en Gran Bretaña, Estados Unidos y Brasil fundamentalmente. No por casualidad los países con más muertos por la pandemia.

Los “argumentos” de Pagni

Después de distanciarse de lo que viene haciendo el Gobierno para enfrentar el coronavirus, el periodista propone su opción. “Otra estrategia es lo que se denomina inmunidad de rebaño. Por ahí habría alguna solución o expectativa. ¿Qué quiere decir inmunidad de rebaño? Que nos vamos contagiando y nos vamos inmunizando. Hay un momento en que esa inmunidad involucra a tanta gente que la epidemia empieza a ceder y la curva comienza a bajar en serio”, empezó.

Para otorgar respaldo a sus elucubraciones, Pagni recurre a un supuesto experto. “Hay estudios, y uno muy divulgado por estos días es del Dr. Nic Lewis, que dice que se está descubriendo que la inmunidad de rebaño se adquiere con una proporción no necesariamente alta de población. Es decir, habría un grupo de gente que se contagia más, entre un 15% o 20% de la sociedad, y una vez que estos están contagiados el resto que se va infectando es cada vez menor. O porque viven aislados, o porque son menos vulnerables. Entonces, podría llegar a pensarse que con que un 15%, 20% o 30% de gente que ya tuvo el virus se garantizaría que comenzaría a bajar la curva de contagios y sobre todo en la curva de letalidad”, especula el editorialista de La Nación.

La respuesta de Resnik

“¿Porqué habla Pagni de ‘inmunidad de rebaño’? A esta altura, no hay nadie en el mundo que seriamente hable de inmunidad de rebaño para el COVID19. Pagni apela a la ignorancia del lector, esencialmente le dice yo sé que usted no caza una, permítame abusar de esa situación”, empieza el biólogo molecular. “La inmunidad de rebaño es un número calculado. Históricamente se usa para calcular a cuánta gente vacunar, no cuánta gente debe salir a contagiarse y morir por un virus desconocido para poder 'reabrir' la economía. La inmunidad de rebaño se calcula con parámetros estrictos, tipo velocidad de contagio (R) etc. No es un número que un chiflado pueda sacar de cualquier lado”, explica Resnik en su hilo por Twitter,  para dar paso a la segunda parte de su respuesta, contarle al lector quién es el tal Lewis, la autoridad en que Pagni basa su argumento.

“El chiflado negacionista que cita Pagni es Nic Lewis. Nic Lewis se autogestiona como 'analista independiente', normalmente dedicado a negar el cambio climático, ahora niega la epidemia, con no más armas que su opinión. Nic Lewis sostiene que "habría" inmunidad con 20% en vez del 60-70% que dicen los especialistas, porque porqué no. Por supuesto que hay una razón por la cual nunca vas a leer a epidemiólogos importantes hablar de Nic Lewis y es porque Nic Lewis no existe. Digo, debe existir, pero sus opiniones sobre la pandemia valen lo mismo que las de Pagni o las del fiscal Campagnoli, nada”, concluye Resnik.

La respuesta de Quiroga

El especialista en bioinformática también se concentra en ese punto . “Carlos Pagni vuelve a reflotar la idea de la inmunidad de rebaño con 30% de infectados. En AMBA significa 5 millones de infectados, muchos con secuelas crónicas, 100.000 internados en terapia intensiva y 25.000 a 50.000 muertos. Adicionalmente, aunque estuviéramos dispuestos a pagar ese precio, llegar a 30% de infectados sin colapsar el sistema de salud es casi imposible, y aun siendo posible lleva muchísimo tiempo”, sostiene Quiroga.

En respaldo de su posición, recurre al mismo ejemplo utilizado por Alberto Fernández: la comparación entre Suecia y sus vecinos. “Basta con mirar a Suecia. Aún no llegaron al 30% y siguen acumulando casos y fallecidos. Finlandia y Noruega aplastaron la curva, con una cuarentena fuerte seguida de un intenso rastreo y aislamiento de contactos. ¿Saben qué pasó? Hoy Finlandia y Noruega casi no tienen casos y tienen medidas ¡menos estrictas que las de Suecia!”, explica antes de repetir mirada de cómo se debe enfrentar la pandemia.

“Apostar a la inmunidad de rebaño es una locura. Tiene un costo altísimo en lo sanitario y económico. La epidemia se puede controlar mediante cuarentenas cortas e intensas, y con un fuertísimo rastreo y aislamiento de contactos”, concluye en línea con los trabajos que viene difundiendo en los últimos días.

Bolsonaro conducción

Pagni también aprovechó su editorial para comparar el camino argentino con el elegido por Brasil y, sorpresivamente, inclinarse por el de Jair Bolsonaro. “No hay vacuna contra el coronavirus, y no se sabe cuándo se va a conocer. Aparentemente, uno de los estudios más avanzados es el de la Universidad de Oxford al que están apostando distintos países. Brasil acaba de invertir 127 millones de dólares en el laboratorio de esta universidad para tener derecho, no solamente para producir esa vacuna, sino más que nada para tener la patente. De encontrarse una vacuna, con esta inversión de 127 millones de dólares de Brasil, el país adquiriría 70 millones de dosis. ¿Dónde está la Argentina en esa fila? ¿A alguien se le ocurrió ponerse en la fila de esa vacuna que va a ser súper demandada?”, se preguntó el periodista.

La primera respuesta llega de Resnik. “Otra cosa que dice Pagni: Ah, miren cómo invierte Brasil en la vacuna, 127 millones de U$S y Argentina no. Pero no es así. Brasil no invierte en la vacuna, Brasil invierte en infraestructura para que OTROS (Oxford/AstraZeneca, SinVac y otros) puedan PROBAR LA VACUNA en Brasil. ¿Y por qué prueban la vacuna en Brasil? Porque Brasil tiene la pandemia más desbocada del universo, y para probar la vacuna hacen falta miles de personas que se infecten rápido (y tristemente Brasil es hoy el lugar ideal)”, contextualiza el biólogo. “Es verdad, al menos Brasil negoció la obtención de la vacuna a cambio de ser el laboratorio humano (¡y encima le hicieron invertir en serlo!), pero el costo para Brasil es muchísimo más que 127 millones de dólares”, concluye.

Daniel Penazzi elige la frontalidad: “Aca Pagni directamente oculta el dato de que Gran Bretaña está de acuerdo con esto para conseguir el acuerdo de Bolsonaro para testear la vacuna en Brasil. ¿Y por qué quiere Gran Bretaña testear en Brasil? Porque la epidemia ahí esta descontrolada y es más fácil testear la efectividad. Supongo que, si funciona, Pagni va a decir que Bolsonaro fue un genio: deja que la epidemia se descontrole y se le mueran decenas de miles de brasileros para que le testeen la vacuna ahí y poder acceder primero a ella. No es una muy buena política pública, en mi opinión”.

Al cerrar su hilo en Twitter, Resnik lleva la discusión a su verdadero terreno, el político: “Carlos Pagni no es tonto, tiene una clara intencionalidad política. La intención es que se acabe el confinamiento y salgas a producir riqueza. Pero si bien Pagni tiene derecho a su propia pandemia, no tiene derecho a sus propios datos".