“Celebro que haya sido posible que este lugar sórdido se recupere para un espacio de vida y memoria”, expresó Emilce Moler frente al Pozo de Quilmes, que a 41 años del golpe genocida es Sitio de Memoria, Defensa y Promoción de los Derechos Humanos. La Ley 14.895 fue promulgada en enero de este año, después de meses de trabajo durante los cuales el Colectivo Quilmes Memoria, Verdad y Justicia redactó un proyecto de ley que fue presentado en la Legislatura bonaerense por la diputada Evangelina Ramírez. Una experiencia inédita que tuvo su base en la construcción colectiva y plural de organizaciones sociales enmarcadas en un proceso participativo, democrático y comunitario que logró en pocos meses generar consenso y apoyo para la aprobación de la ley.
“Esta recuperación de un espacio para la memoria es un logro más en el largo camino de buscar justicia”, dijo Walter Docters, ex detenido-desaparecido del Pozo, a poco de llegar a la esquina de Allison Bell y Garibaldi donde ayer tuvo lugar el acto por su recuperación. Desde la tarde se fueron acercando gran cantidad de organizaciones sociales, políticas, culturales, educativas, así como también sobrevivientes, familiares de desaparecidos y militantes de derechos humanos para homenajear frente al Pozo la memoria de los 30.000 y conmemorar un nuevo aniversario del golpe con la transformación de un ex Centro Clandestino de Detención -donde funcionó la Brigada de Investigaciones de Quilmes- en Sitio de Memoria.
La Orquesta Juvenil Sol Mío de Moreno comenzó con sus acordes como preludio a la apertura del acto, que empezó pasadas las seis de la tarde con las estrofas del Himno Nacional. Luego el Coro Club Social de Berazategui entonó la canción Por qué cantamos para dar paso a los discursos. El primero en hablar fue Arturo Blatezky, presidente del Colectivo Quilmes Memoria Verdad y Justicia, quien dijo: “De este Pozo está renaciendo un pueblo solidario que nunca se va a dejar vencer, y si estamos acá es porque seguimos cantando, porque el río suena más fuerte, por la vida y por la dignidad de nuestra patria”.
Luego tomó la palabra el subsecretario de Derechos Humanos del municipio de Quilmes, José Estevao, que repudió el golpe y dijo “tener la satisfacción de poder desafectar por ahora parcialmente el lugar para luego lograr la desafectación total”. El discurso se vio interrumpido por los cánticos de “¡Liberen a Milagro!” Y “Macri basura vos sos la dictadura”.
Como todavía no se reubicó a la DDI (Dirección Departamental de Investigaciones de Quilmes) en otro lugar, algunas de las oficinas van a permanecer en la parte del edificio que corresponde al chalet. Para el Sitio de Memoria se realizó una subdivisión interna que comprende el sector de los tres pisos de calabozos al que se accede por la calle Allison Bell. Tanto el municipio de Quilmes como el Ejecutivo provincial son los encargados de completar la desafectación total.
Víctor Mendibil, en representación de la Comisión Provincial por la Memoria tomó la palabra con la “emoción de compartir este momento con los sobrevivientes del Pozo y el coraje de las Madres que nos indican la senda que tenemos que recorrer”. Y recordó que “en este lugar siniestro hace cuarenta y un años encerraban a los pibes que luchaban por el boleto estudiantil, a militantes, a delegados y obreros que luchaban y enfrentaban la voracidad del capital e intentaban resistir en la construcción de una sociedad que pretendía distribuir la riqueza de una manera distinta”.
Antes de subir al escenario, Moler volvió a recordar su secuestro aquella Noche de los Lápices, cuando tenía diecisiete años y entraron de su casa gritando “Agarren a la de Bellas de Artes”. Junto a varios estudiantes y militantes de La Plata estuvo secuestrada en el Pozo de Quilmes. “Este sitio es la síntesis de luchas, compromiso y militancia de todos los que no nos resignamos a que nos pisoteen la historia. Fueron años de contar, testificar, participar de distintos actos, firmar petitorios para que este ‘pozo del dolor’, sea un lugar de memoria. Nos dolía la naturalización del olvido de este sitio. Volvimos a levantar nuestras voces cuando escuchamos decir que este centro clandestino era un ‘bache’. Y ante esa ofensa yo recordé mi paso por este lugar. Llegué el 23 de septiembre de 1976. No sabía dónde estaba. Subí las escaleras caracol, con miedo, vendada, las manos atadas, sin saber mi destino final, ni el inmediato. Tuve frío, hambre, calor, miedo, me reí, me abracé, me despedí de compañeras que intuí que no las iba a ver más. Hoy siento las ausencias del Pozo de Quilmes. Por todo esto: Memoria, Verdad y Justicia”.
Docters señaló que “la recuperación de Pozo es sin duda una alegría importante para cualquiera de los que estuvimos ahí en condición de detenidos-desaparecidos. Estuvimos hacinados, hambreados y con la expectativa permanente acerca del momento en el que íbamos a ser sacados para el ‘destino final’. En el Pozo cumplí 20 años y como unas compañeras y compañeros me cantaron el feliz cumpleaños tuve una tremenda paliza por parte de la guardia y dos días de estar colgado de los brazos en uno de los calabozos, solo, sin comida, sin agua, ni salida al baño”.
Desde Mar del Plata, Gustavo Calotti envió un saludo y rescató el trabajo del Colectivo. “Recuperar el Pozo de Quilmes fue una tarea ardua y de muchos años para un grupo de militantes que nunca desfalleció en el intento. Yo, sinceramente, nunca volví, nunca quise volver. Aún hoy dudo y no sé si lo haré”. Calotti cuenta que para él decir Quilmes es decir el Pozo, como decir La Plata es decir Arana. “Quilmes forma parte de un recuerdo doloroso, tal vez el más doloroso que haya vivido. Decir Quilmes es decir capucha, hambre, golpes, manos atadas, espera silenciosa, traslados. Desde hace 40 años llevo grabada en la mente la palabra Quilmes y la recuerdo cada día y no dejaré de recordarla hasta mi muerte”. Calotti llegó al Pozo de Quilmes desde Arana el 23 de septiembre de 1976. Recuerda que en ese traslado estaban Moler, Patricia Miranda, Santiago Servín y algunos más. “Era el apogeo de la represión. Vi pasar a decenas de compañeros, pocos sobrevivieron. Compartí la celda con Coley Robles, ‘el gallego’, militante y obrero de la Rigoleau y con Juan Carlos Fund”.
Atilio Servín ex detenido desaparecido llegó desde Paraguay para participar del acto y recordó a su tío Santiago Servín, fundador del diario La Voz de Solano, que estuvo cautivo allí y está desaparecido.
El cierre del acto trajo a Rubén Schell, otro ex detenido desaparecido al escenario donde contó que durante sus días en el Pozo a los detenidos que eran trasladados los compañeros les silbaban el Himno a la Alegría. “Cuando me liberaron la madrugada del 21 de febrero de 1978, me lo silbaron a mí y todavía me emociono al recordarlo”, expresó. Por eso, el cierre del acto estuvo coronado por esa canción en un día histórico para la comunidad quilmeña.