Si bien ligada al cine documental, la realizadora chilena María Paz González estrena su primera ficción, y de un modo por lo menos llamativo. Protagonizada por la actriz peruana Magaly Solier, Lina de Lima articula pasajes musicales en el día a día de una mujer cuya familia ha quedado en Perú, mientras trabaja en la casa de una familia adinerada de Chile. Una situación de desarraigo que la música resuelve como melancolía feliz.
Lina de Lima se estrena en Cine.Ar Play , precedida de críticas elogiosas y premios, sin olvidar que en Argentina pudo verse en el Festival de Cine de Mar del Plata. “Cuando pienso una historia no pienso en la forma. Y acá fue a raíz de investigar para un documental, a partir de los cambios que observaba en la ciudad de Santiago, que en los últimos diez años ha cambiado mucho con la migración. Siendo un país tan marginal del mundo, estábamos más acostumbrados a salir nosotros, pero comenzó a llegar mucha gente, haitianos, peruanos, argentinos. Me daba cuenta de que a la migración argentina se le dice ‘extranjeros’ y no migrantes. La precariedad y el tipo de trabajo que hacés te sitúan en un lugar específico, y cómo la sociedad te mira también”, explica María Paz González a Rosario/12.
“Al ver muchas películas sobre el tema, todas estaban marcadas por el drama absoluto, en donde los personajes no tienen mucha posibilidad de hacer nada frente a una realidad que ya de por sí es aplastante y muy difícil. Pero investigando y conociendo personas me encontré con un mundo súper luminoso, de mujeres empoderadas. Desde ahí la película fue virando un poco, cada vez hacia algo ficcional, porque sentía que la ficción podía dar cuenta de una forma más profunda y sensible sobre lo que yo estaba observando”, continúa la realizadora.
--¿Allí surgieron los momentos musicales?, ¿estaban previstos?
--Siempre estuvo en el corazón de la película. Al momento de investigar, también te das cuenta del poder y la fuerza que tiene la música para las personas que viven fuera de su país, como los olores, las comidas, los sabores, mucho más que la vista o las fotos. Mucho de lo que viaja con uno son los recuerdos, marcados muchas veces por la música. En ese sentido, la idea del musical me pareció interesante como contrapunto, para darle vida al mundo interior de la protagonista. Se hizo en base a una investigación, en torno a los diferentes ritmos de Perú. Armamos un trabajo súper bonito con mi pareja que es compositor, el agente de Magaly que es músico, y la propia Magali.
--Hasta te permitís un diálogo, o discusión, con coreografías de musicales de Esther Williams.
--Es interesante ver que en el cine latinoamericano hay poca relación con el cine musical, a pesar de que somos reconocidos en América Latina por nuestro ritmo y sonoridad. Pero el cine ha sido quizás un poco esquivo al darle espacio a la música. Así que fue un poco por intuición pero también por las ganas de ver eso. ¡Imaginate! Vengo del documental y terminamos armando unos musicales. Fue todo un desafío, bien difícil y complejo, desde las ganas de hacer un tributo y homenaje a una música que me encanta por su valor cultural e identitario.
--Hay diálogos con otros géneros, como el momento que recuerda los códigos del cine silente, en el diálogo entre Lina y el personaje haitiano.
--Tiene que ver con rescatar algo que estaba en la historia del cine pero escondido, y me parecía interesante. Por ejemplo, me gustaba mucho lo que pasa con el cine asiático, Magaly tiene una cosa también que nos conecta con lo asiático y nos parece muy interesante visualmente. Para mí es un referente Tsai Ming-Liang; en The Hole el personaje vive una realidad que es un poco más hostil, y hay una especie de episodio musical que no es exactamente un musical. En mi caso hay elementos del musical, que a mí me interesan desarrollar. Es un diálogo con los géneros, algo que a mí me interesa observar y trabajar. El género muchas veces tiene que ver con el lugar común, con seguir ciertas reglas que dan estructura y personalidad a la historia. Y es bonito revolver un poco y ver que tiene muchísimas más posibilidades.
--Lina parece siempre ajena a los lugares y con las cosas.
--Es la idea del no-lugar. El personaje es una especie de bisagra, que no termina de estar en una familia ni en otra, en un país ni en otro. Me parece alucinante esta idea de una casa donde tú puedes estar sola y tener un espacio pero ese espacio nunca es propio. Además de ser un personaje a través del cual exponer ciertos conflictos que tienen que ver con la representación del género, hay un conflicto que es de clase. Uno podría pensar que el conflicto del padre que no conoce demasiado a su hija es parecido al de Lina con su hijo, pero no es lo mismo, las realidades son muy distintas. Uno puede observar las precariedades, las contradicciones y posibilidades que puede tener una persona, dependiendo del lugar donde nació. Si bien para mí es un drama y tiene ciertos elementos de humor, en ningún caso los personajes pueden escapar de eso. Si uno lo piensa, finalmente es triste.
--La tarea de Magaly Solier es notable. ¿Hasta dónde influyó ella?
--Siempre he pensado que terminé de entender al personaje, en la edición incluso, cuando veo a Magaly interpretando. Hay miradas de Magaly que sacan diez líneas de una escena. Su profundidad y forma de expresar el mundo interior del personaje a veces es mucho más fuerte a partir de un gesto, que dice muchísimo más que algo que yo pueda haber escrito. Hay algo ahí, una verdad que ella entiende y que yo no. Y eso me pareció bien fascinante. Todos me decían que la actriz tenía que ser ella, pero yo tenía un poco de susto, porque los personajes que había hecho explotaban una especia de belleza exótica, y tenía un poco de temor al traspasar eso a una belleza más cotidiana, que viene desde otro lugar. Y la verdad es que aprendí un montón a desprejuiciarme. Es una tremenda actriz y conoce muchísimo más al personaje que yo, ya que ella trabaja mucho fuera de su casa y tiene tres hijos. Creo que toma mucho de sus elementos para actuar.