El plazo para la reestructuración de la deuda se encuentra abierto hasta finales de julio. Esta semana se especuló que el Gobierno enviaría a la SEC la enmienda final de la oferta del canje. En el Ministerio de Economía anticipan que no ocurrirá en estos días. Las claves de la negociación dejaron de ser monetarias. El punto pasa por los detalles contractuales y el intento de convencer a un conjunto de bonistas agrupados en ACC.
El cierre de la reestructuración resulta complejo y viene estirándose hace algunos meses. Las diferencias económicas (en valor presente) fueron cerrándose con el correr de las semanas. En la última propuesta que hizo el Palacio de Hacienda a los inversores de Nueva York el valor de recupero se estiró hasta el 53 por ciento. La cifra la difundió el UBS y es casi idéntica respecto de la que pidieron los bonistas en sus contrapropuestas de junio.
Distintos acreedores
El principal problema es que los acreedores no valoran de la misma manera el contrato del canje. La expectativa de los fondos puede clasificarse en tres categorías:
1) Acreedores con buena predisposición: Son los inversores del grupo de Gramercy, Fintech, Greylock y Oaktree. Le hicieron saber al Ministerio de Economía que aceptarían la última versión de la propuesta de canje y hace semanas que se muestran abiertos al diálogo.
2) Acreedores agresivos: Son los inversores del grupo Ad Hoc y Exchange. Se encuentran liderados por el gestor de fondos BlackRock y pretender imponer las condiciones de la negociación. Entre los principales desacuerdos señalan las cláusulas de acción colectiva (single limb).
3) Acreedores indecisos: Son los bonistas agrupados en ACC. Se trata de un comité de acreedores en donde participan unos 30 fondos y empresas de inversión. No terminan de dar su aceptación al canje pero tampoco parecen cerrados como BlackRock. Este jueves habrían presentado una nueva contrapropuesta al Gobierno con ajustes mínimos en términos monetarios.
Estrategia oficial
En el equipo económico consideran que convencer al grupo Ad Hoc y Exchange será tarea difícil. Estos bonistas pretenden volver a condiciones contractuales similares a las de los títulos emitidos en 2005 y en el Palacio de Hacienda no están dispuesta a ceder en ese punto.
La estrategia apunta a acercar uno a uno posiciones con los inversores de ACC. La apuesta es que su ingreso al acuerdo permitiría superar el umbral de aceptación necesario para que el canje termine siendo exitoso. Los números son muy finos. El poder de veto de BlackRock no termina de estar completo si los fondos de ACC deciden avanzar en un acuerdo.
Caso testigo
Los analistas del exterior que observan el avance de las negociaciones tiene dificultades para entender por qué no se consiguió hasta ahora cerrar el acuerdo. Los pagos que pretende hacer el Gobierno son casi iguales a lo que pretenden cobrar los bonistas.
En 2014 el Fondo Monetario y la asociación internacional de mercado de capitales desarrollaron nuevas formas de escribir los contratos de los bonos para evitar que los fondos buitres puedan causar problemas a los países. Este es el estándar que aplica la Argentina a la propuesta del canje y el que se viene utilizando en la emisión de bonos desde 2016.
El fondo BlackRock buscar mostrarse agresivo en este punto y sentar un precedente. Plantea que esta forma contractual puede ser perjudicial para los acreedores en un futuro y busca obtener cláusulas parecidas a las de los bonos del canje 2005 (cláusulas two limb). Se trata de criterios contractuales que aumentan la capacidad de los inversores para frenar una reestructuración a un Gobierno que pretenda aplicar tácticas de reasignación de bonos.