“No tenía relación con Mauricio Macri”. “No le llevé informes a Darío Nieto”. “Me enteraba de millones de cosas y los escuchaba a todos (los ex espías) y decía ‘lo paso’ (al expresidente) pero no lo pasaba” porque “si iba arriba con algo que no era verdad quedaba mal”. “También yo pensaba que todo lo que hacían era legal”. “Yo no tomaba partes de inteligencia, yo tomaba la información”. Así intentó justificarse, de manera más que confusa, Susana Martinengo, la excoordinadora de Documentación Presidencial que trabajaba con Macri desde su gestión en la jefatura de gobierno porteña.
La exfuncionaria prestó declaración indagatoria en la causa donde se investigan múltiples maniobra de espionaje. Trató de desvincular al exmandatario y a su secretario privado, pero reconoció sus encuentros con los agentes, sólo que acotó: “Para mí, no eran espías, eran amigos”. Martinengo fue la última en terminar de declarar el viernes a la madrugada. Antes desfilaron ante el juez Federico Villena, quien aún estaba a cargo de la causa, los exespías con más protagonismo en la trama bajo investigación, que reconocieron tareas de inteligencia sobre dirigentes políticos, religiosos, periodistas, jueces, empresarios y organizaciones sociales, aunque responsabilizaron por su ilegalidad a sus jefes y las máximas autoridades que tenía la Agencia Federal de Inteligencia (AFI), incluso su extitular Gustavo Arribas.
La declaración de Martinengo
Martinengo declaró durante cinco horas. Hablaba de manera intrincada, por lo que a los relatores del juzgado les costaba transcribir lo que iba diciendo. Mezclaba hechos y momentos y por pasajes su descripción perdía coherencia: contó, por ejemplo, que pensaba que Quilmes, San Martín y otras localidades eran La Matanza. Luego retrocedía y avanzaba sin que se entendiera nada. Cambiaron cinco veces de relator a lo largo de la audiencia por esa razón, según pudo reconstruir PáginaI12. A tono con las declaraciones públicas de Macri, ella trató de despegarse de él diciendo que prácticamente no lo conoce, algo difícil de sostener si se tiene en cuenta que, según ella misma había contado, trabajaba con él desde 2007. En sus idas y venidas también dijo que el expresidente siempre estaba “al tanto de lo que pasaba en Documentación”, el área que ella coordinaba. Pero también sostuvo: “Darío Nieto no me daba bolilla. Era un grupo cerrado”.
El problema se le planteaba a la exfuncionaria cada vez que en la audiencia le hacían escuchar un audio. Ahí comenzaba a titubear. El exespía Jorge “el Turco" Sáez, con quien ella tenía relación cercana, grababa sus propias conversaciones y a veces se las pasaba a otro exagente, Leandro Araque. En el celular de este último se rescató abundante material para la investigación. Allí había diálogos de Martinengo con Sáez de donde se deduce que hablan de posibles informes de inteligencia, aunque no lo hacen de manera totalmente explícita, pero se advierte que ella no sólo habría recibido material sino que también habría sido quien lo encargaba. Con Sáez tenían un vínculo de evidente confianza: se tratan de “papu” y “mamu” en los audios. En uno de los diálogos --que reveló este diario-- ella le pide información sobre los preparativos de la movilización contra la reforma previsional en diciembre de 2017. El exagente le anticipa que podría haber incidentes y le detalla los preparativos de organizaciones sociales. “Convencelo de que no saque la reforma”, le dice él a Martinengo. En esa misma conversación, Martinengo le dice que el informe “se lo paso a Nieto, al secretario privado, como hice la vez anterior ¿viste?”
La explicación de la mujer en la indagatoria fue que los exespías “trabajaban conmigo pero en lo social, no en la inteligencia” y que pensó que todo lo que hacían era legal. “Me decían cosas, pero yo para arriba no lo pasaba, el sueldo me lo pagaba el Presidente, no me quería quemar (…) si iba arriba con algo que no era verdad quedaba mal”, dijo. “Para mí ellos no eran espías, eran mis amigos (…) solucionábamos quilombos juntos pero no trabajábamos juntos (…) pasaban a comer y hablábamos de temas personales”. En un momento también contó que ella tenía un proyecto político, que quería ser candidata a diputada provincial y que los exespías le acercaban gente. Entre ellos al exjefe de la barra brava de Boca Rafael Di Zeo, “porque tenía mucha gente en La Matanza”.
El Turco
La declaración de Sáez también fue extensa aunque no aceptó responder preguntas. Sáez reconoció su relación con Martinengo pero dijo que no le llevaba partes de inteligencia, sino que hablaban de la vida y que quizá él le acercaba gente que podía necesitar ayuda social. Insinuó que le interesaba su proyecto político. Habló y reconoció algunas tareas de espionaje en particular y dijo que se quejó por algunos de estos casos. Mencionó el seguimiento al vicejefe de gobierno porteño, Diego Santilli, y relató un episodio que no había incluido ante la bicameral de Seguimiento de los organismos de inteligencia: relató que el ex jefe de Operaciones Especiales de la AFI Alan Ruiz les había dicho sobre el espionaje a Santilli que la orden venía “del señor 5 (Arribas) y del 1 (Macri)”. En ese y otro tramos, responsabilizó de las maniobras ilegales a Ruiz, y a sus superiores.
También admitió seguimientos a los periodistas Hugo Alconada Mon y Carlos Pagni, con la excusa de que les decían que tenían causas judiciales que los comprometían.
Emiliano Matta, el espía que se sacó una foto con Santilli mientras lo espiaba, también le apuntó a Ruiz y dijo que se jactaba de tener importantes vínculos. Se produjo un silencio profundo en la audiencia cuando el exespía dijo mirando al juez Villena: “Ruiz decía que tenía vínculos con Patricia Bullrich, con Guillermo Montenegro y también con usted”. Se lo veía angustiado al declarar. Le pasaron audios que lo comprometían en tareas de espionaje ilegal que le costaba explicar. Sobre la foto con Santilli, dijo que lo hizo “por cholulo”.
Casi a la par de Matta declaraba Araque, que había empezado primero. Se sentó ante Villena y empezó a relatar con lujo de detalles el espionaje al intendente de Avellaneda, Jorge Ferraresi. De pronto su abogado, Fernando Sicilia, comenzó a patearlo por debajo de la mesa para que frenara. El imputado no se daba cuenta. El juez se ofuscó: “¿Puede dejar de dar patadas doctor?” El defensor pidió una pausa y luego su cliente dijo que no respondería más preguntas. La misma línea siguió después Melo, quien además había denunciado a Ruiz penalmente por la “operación Moyano”, que consistía en hacer declarar a integrantes de la barra contra Pablo y Hugo.
Finalmente, Mercedes Funes contó, entre otras cosas, cómo tenían que ir a sacar fotos con tres vehículos porque, según Ruíz, estaban retirando bolsos de la casa de Cristina Kirchner. Resultó que se trataba de una mudanza, pero a 50 metros del edificio donde vive CFK.