En el día que se cumplen 41 años del inicio de la dictadura militar que desapareció a 30 mil personas por su filiación política o simplemente por organizarse y reclamar por sus derechos, y en la antesala de la tradicional movilización popular en la que año tras año miles de ciudadanos ratifican el pedido de “memoria, verdad y justicia” sobre ese genocidio, el secretario de Derechos Humanos, Claudio Avruj, consideró que “los argentinos no hemos procesado lo que pasó” en esos años “porque la política metió mucho la cola”.
El movimiento en defensa de los derechos humanos nació no bien comenzaron los secuestros, las torturas y las desapariciones de personas, con las madres de las víctimas marchando en Plaza de Mayo. Desde entonces, las organizaciones fueron acrecentando su visibilidad en la sociedad e incidiendo en la agenda pública hasta el punto de que los derechos humanos se convirtieron en una política de Estado. Sin embargo, para el titular de esa área, esa dinámica de la historia aún no fue procesada. Y eligió referirse a ella con la frase que alude al diablo que metió la cola: "Los argentinos no hemos procesado todo lo que pasó durante la dictadura porque la política metió mucho la cola, la ideología metió la cola".
El giro interpretativo que roza la teoría de los dos demonios está en sintonía el tópico preferido de los dirigentes de Cambiemos para criticiar a los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner, a quienes acusa de "politizar" una etapa de la -efectivamente- historia política argentina.
Según datos suministrados por Avruj, hay 530 causas en proceso, 220 de las cuales con querella de la Secretaría de DDHH. En total hay 2800 imputados y 1100 detenidos, el 50 por ciento de los cuales está con prisión domiciliaria.
Los diputados de Cambiemos recordaron ayer el Día de la Memoria posando detrás de un cartel con la leyenda “Los DDHH no tienen dueño”. También hicieron circular otra con la frase “Nunca más a la interrupción del orden democrático”. Y una más que remite a las críticas con que el macrismo y la UCR atacaron a los organismos de derechos humanos: “Nunca más a los negocios con los DDHH”.
Avruj, durante una entrevista por Radio Mitre, cuestionó también que “en estos 12 años se ha fanatizado a una sección de la sociedad fervientemente”, y que también durante ese período “la política trató de conformar a todos y generar poder en ellos mismos”.
Reiteró que Hebe de Bonafini “no es una dirigente de derechos humanos” y pidió a quienes “la siguen” que se “reacomoden o sincerar su posición”. También sugirió la necesidad de que haya un “reencuentro y reconciliación” entre las víctimas de la represión de Estado con sus victimarios.
“Tienen que entender que en democracia los derechos humanos son para todos”, dijo y para argumentar al respecto citó una encuentro que mantuvo con miembros del Centro de Estudios Legales sobre el Terrorismo y sus Víctimas (Celtyv), una organización cimentada en la teoría de los dos demonios. “Cuando me reuní con Vicky Villaruel”, titular del Celtyv, “dijeron que era un dictador y un terrorista, y todo lo contrario: me parece que es habilitar el debate” sobre lo que ocurrió en esos años, afirmó.
Por otra parte volvió a poner en tela de juicio la fecha del 24 de marzo para conmemorar el mayor genocidio en la Argentina y dijo que “el día de la unión de los argentinos" debiera ser "el 10 de diciembre”, fecha en que desde 1983 asumen los presidentes elegidos en democracia.
El funcionario también diferenció las políticas de su área con las anteriores gestiones, a las que cuestionó por hacer un recorte ideológico de los hechos históricos. En la actualidad, dijo, “hablamos de ‘memoria y educación’ porque si no solo te vas a quedar con un congelado ideológico de la memoria”. No mencionó, sin embargo, los recortes de los programas educativos sobre memoria que durante la última década se habían puesto en marcha en escuelas públicas primarias y secundarias de todo el país.
Las críticas a los organismos fueron más allá. Avruj sostuvo que “fue la misma democracia la que generó grupos” de organizaciones con diferentes líneas políticas y de trabajo (algo que existía de hecho desde su conformación), y añadió que esto tuvo que ver con “una lucha de poder” por parte de sus dirigentes.
Por otra parte, criticó a la Justicia por no admitir a su Secretaría como querellante en la causa por la desaparición de Julio López. “Me presenté acompañando a la familia de López y la Justicia lo rechazó”, lamentó. Lo que no aclaró fue el fundamento utilizado para esa impugnación: la querella había señalado al Estado como responsable de la desaparición del testigo del caso Etchecolatz y, por ello, se sostuvo que un organismo estatal no podía acompañar la demanda.
Por último, el secretario contó sus experiencias personales y familiares durante el golpe de Estado. Dijo que cuando la Junta Militar se alzó contra el un gobierno democrático “la gente común decía ‘ahora vamos a estar bien’, y a eso lo tomaron los militares” para asaltar el poder.